Mentiras

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TESSA

– Lo lamento

– Esas palabras no vale nada ahora. Me dejaste para morir y no solo eso, fuiste una ladrona. – habló con dolor y rabia contenida. No lo podía culpar, pero aun así ella intento defenderse.

– Tu me mentiste. No me dijiste lo de Laia – replicó.

– ¡No! – Gritó con la voz dura. – pero no porque no quería, sino porque no me diste tiempo de hacerlo. Puede que mi padre te haya mentido, pero yo no. Quería decirte lo que había ocurrido, pero no me diste tiempo. Estuviste investigando por tu cuenta, sin pensar si quiera que yo era tu compañero, que yo podía ayudar, que yo hubiese dejado todo por ti.

– ¿Entonces, ahora todo es mi culpa? – preguntó dolida intentando olvidar sus ultimas palabras. Cal negó.

– No te dije lo de Astrid, esa es mi culpa, se que te llenaste de rabia por eso, se que...

– Para, si piensas que el corte que le hice fue porque estaba celosa, estas muy equivocado. – habló con rabia. Tomó aire ¿le abría dicho la verdad? ¿Cal sabría lo de Astrid y sus amigos?

– ¿Entonces por que fue? – preguntó con el cuerpo quieto como piedra. Cal sabia, de seguro siempre lo había sabido y estaba negándose a aceptarlo porque la amaba.

No quería decirlo, no quería hacerlo de esa manera, pero tal vez era la única forma de demostrarle... ¿Qué quería demostrar? ¿Valía de algo decirle que había atacado a su pareja por qué tenia que decir la verdad? ¿Era suficiente excusa? ¿Y que ganaría con eso? Posiblemente que el se fuera a buscarla o que la llamara mentirosa.

– ¿Qué? – insistió

– Yo di mucho por ti, tanto que me torturaron durante muchos años porque te protegí en silencio y aun así no recibí el amor que merecía. Estaba molesta y por eso la ataqué. – Mintió. – Ya no te culpo. Ahora lo entiendo, el amor que siento por Mal es igual al que tu sientes por Astrid. Tan fuerte que cuestiona hasta lo que deberías de sentir por tu compañero.

Esas palabras lo dejaron sin aire, dejándolo desprevenido por un instante. Instante que ella aprovecho para lanzarse sobre él. Por unos segundos lo tuvo a centímetros de ella, sintiendo su respiración sobresaltada y su pecho tibio, mirando sus ojos, deseando su cuerpo.

– Lo lamento. – repitió y le soplo el polvo que Itaca le había entregado minutos antes de pasar el portal. Los ojos de Cal se abrieron como platos, pero un parpadeo despues el muchacho yacía inconsciente en el piso.

– No fue tan difícil. – pensó mientras se levantaba y lo observaba en silencio. Sus manos ensangrentadas se veían terriblemente mal. Sus alas también estaban heridas. Suspiro con fuerza mientras se mordía el dedo índice para que su sangre fluyera.

Comenzó a hacer runas de sanción sobre sus alas y sobre sus brazos. Luego miró a Cal por un segundo. Moría por entrar a su mente y buscar a Azire para pedirle explicaciones, pero eso tendría que esperar. Cal se había obligado a estar con esa maldición para mantenerla en secreto. Ella no desperdiciaría esa ventaja.

Visualizó la runa que poco a poco se iba formando en su cabeza y se la dibujo en el pecho, donde un día había estado la runa en forma de daga que lo había mantenido en secreto y seguro.

CAL

Media hora más tarde, Cal despertó.

Se sentía diferente, más sano, con mayor fuerza en el cuerpo y sin esa horrible sensación de rabia en el pecho. Sin embargo, al irse la rabia oscura, todos los sentimientos regresaron a él.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now