La verdad de Ezra

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LAIA

Laia no se había dado cuenta de cuánto había extrañado su libertad hasta que sintió las olas chocar con su barco y olió el aroma a mar y sal que traía la brisa. Era increíble, pero aun así no estaba completamente feliz. Su hermana volando al frente de los barcos, le generaba una sensación de malestar en la boca del estomago que la dejaba pesada e incomoda.

– ¿Qué te pasa? – Le preguntó Freya. Laia observó a su amiga y solo se limitó a negar rápidamente con la cabeza. Quitando cualquier pensamiento negativo de su rostro.

– Nada.

– No seas tonta, dime. – Le gruñó. Laia se mordió el labio inferior y suspiró nuevamente. – ¿Algo va mal con Mor? – preguntó acusadoramente. Giró y miro el barco. – ¿Por eso no esta aquí no? Sabia que te traería problemas. – Laia sonrió en su interior ¿Qué había hecho en su antigua vida para merecer una amiga tan buena como Freya?

– La deje en la cama, muy cansada por todo lo que le hice ayer. – Se limitó a decir mientras sacaba la lengua. Freya arrugó la nariz como si comiera un limón.

– Puerca. – Le gruñó y Laia rio mientras abrazaba a su amiga. Volvió a suspirar y miró al frente, donde su hermana seguía volando alejada de todos. Si había alguien con quien hablar este tema, esa era Freya.

– Sabes, me drené hace un par de días. Hay 4 litros de sangre en perfecto estado y protegidos con magia para que podamos destruir la maldición. – Freya la miró en silencio, esperando a que concluyera. Laia la miró a los ojos y susurró – Si ya tengo todo listo ¿Por qué no quiero que Tessrin me cuente la verdad de Ezra?

– Es normal tener miedo Zana – Su amiga aun la llamaba de la antigua manera y eso la reconfortaba.

– Tessrin siempre me cuidó y educó, no fue mi hermana, fue básicamente el sustituto de mi madre, en cambio Ezra... el fue.... – Laia volvió a suspirar, le costaba demasiado recordarlo, porque el simple hecho de hacerlo dolía.

Su hermano había sido increíble con ella. Si Tessrin era la dura y la que siempre le reñía, Ezra había sido lo contrario, divertido y gracioso. Sabia que podía contar con él sin ser juzgada, por eso Laia le mostró primero su don a él.

Saber que Ezra podía ser el culpable de todo lo que a ella le había ocurrido le dolía y le daba miedo, simplemente aun no estaba preparada para saber la verdad.

– No le harás daño a tu hermana si le dices la verdad. Que no quieres saberlo porque aun amas a Ezra.

– ¿No? ¿Tu no te sentirías traicionada si yo prefiriese al mutuantur que casi te mató antes que a ti? – Freya la observó con fiereza en los ojos.

– Tú no lo estas prefiriendo o ¿Sí? – le preguntó a Laia. Los ojos de la semi fae brillaron, pero no dijo nada.

¿Lo prefería? ¿Impediría que su hermana lo matara?

Intentó no pensar eso, simplemente se enfocó en su misión. Rompería la maldición y se encargaría de tomar las decisiones en el proceso de la guerra. Eso serviría.

– Laia. Acabo de preguntarte algo. – dijo Freya con seriedad. Laia la observó en silencio.

– No lo se, es mi hermano y lo amo. No quiero verlo morir, tal vez me haga caso a mi, tal vez se rinda y Tessrin no tenga que matarlo – Freya le tomó el rostro con ambas manos.

– Si sigues ese camino cometerás un error. – le habló.

– Es mi hermano, merece ser juzgado de manera correcta por sus acciones, no asesinado. – Lo dijo solo para darle la contra, Freya lo supo así que fue más directa.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin