Culpa

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Tessrin

Antes de desaparecer, Tessrin le había dejado pistas a Rhysand, confiando en que eso seria suficiente para estar prevenido.

Mi nombre es Tessrin, soy hija de Tamlin. Ianthe está detrás de esto.

Esas habían sido las únicas palabras que había logrado proteger a toda costa para que Rhysand leyera en su mente antes de que el muro se impusiera. Así que con esa información, Rhysand había mandado a su gente hasta la Corte Primavera y habían descubierto con sorpresa que nadie podía entrar ni salir de allí.

El propio Rhysand fue y chocó contra una muralla invisible que cubría todo el territorio de la Corte Primavera, como si fuese una especie de copula de acero transparente.

Durante 20 años nadie logró derribarla. La Corte Primavera se mantuvo en silencio y no importaba cuanta gente volara sobre ella para intentar ver a los aldeanos o al propio Tamlin, nadie vio a nadie allí dentro.

Todas las cortes intentaron deshacer el hechizo, pero nadie lo logró. Así que la dejaron allí, latente. Cuando Tessrin y Cal salieron de su propia maldición, Rhysand creyó que al fin la Corte Primavera sería liberada, pero no fue así. El muro seguía inquebrantable, como diamante puro.

– ¿Quieres ir a ver? – le preguntó Cal con sequedad. Había estado frio y distante desde que se había enterado de cuanto tiempo habían estado metidos en esa pesadilla. No lo culpaba, despues de todo había sido la culpa de Tessrin que ambos terminaran metidos allí.

– No. – dijo con la voz parca.

Durante 20 largos años había estado con una maldición que le limitaba hablar, moverse y hasta sentir de verdad. Durante todo ese tiempo no había podido sentir pena, amor u odio, solo sentimientos vagos.

Cuando salió de allí, todos los sentimientos volvieron, ahogándola. Intentó mantenerlos a raya todo lo que pudo, pero la realidad es que quería estar sola y llorar y gritar, tanto como quisiera.

– ¿Qué es lo que quieres hacer? – preguntó Rhysand con la voz neutral. Quiero encontrar a Laia y largarme de aquí. Pensó ella al ver al Alto Lord de esa corte.

Ese hombre era parecido a Cal. Cabello oscuro, ojos azules tendiendo a morados. Solo que cada una de sus facciones terminaba siendo más dura, quizás por su antigüedad o porque en ese momento estaba tan tenso con su presencia, que si la tensión hubiese sido visible, lo empañaría todo.

– ¿Tessrin? – Insistió. La muchacha sacudió la cabeza. Le estaba costando mucho mantener la concentración en ese lugar. Suponía que su cerebro se había acostumbrado a divagar en la pesadilla.

– ¿Podrían darme una habitación? Estoy cansada. – Se limitó a decir.

– No puedo tamizarlos a todos al mismo tiempo, así que será un viaje algo largo hasta Velaris.

El pánico comenzó a apoderarse de ella. Cal lo entendió.

– Papá, no es necesario que vayamos hasta allí. – Intervino rápidamente. – Podrías llevarnos a la mansión de Keir. – Su padre frunció el seño.

Ella no sabia quien era Keir o si en esa mansión había una vista a las estrellas o era igual de cerrada que esa lúgubre catacumba. Lo único que sabia es que quería estar lo más lejos de toda la familia de Cal. Había visto el rostro de esos dos semi fae, como la habían visto como si se tratase de un ser repugnante y vil. No quería sentir el mismo peso con sus familiares.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum