Encuentro

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Tessrin

– Bueno...– Habló Mal tendido sobre la matra que utilizaba para dormir. Habían decidido descansar antes de partir. Tessrin se acurrucó a su costado, sintiendo su calor.

– ¿Bueno? – preguntó.

– Estoy esperando que me digas que soy sensacional por haber pensando en todo. – Habló y sonrió socarronamente.

– Estaba pensando en decirlo, pero creo que tu ego ya no merece más flores. – respondió Tessrin y sonrío.

– Oye. – gruñó y se puso ligeramente encima suyo. Amaba cuando Mal se ponía así, como si no tuviese problema alguno, como si solo existieran ellos dos.

– Tu cabello te queda mejor así. – Le dijo Tessrin, no se lo había cortado mucho, pero ahora veía en todo su esplendor esos hermosos ojos color avellana.

– Me sonrojas mi amor. – susurró rosando sus labios.

Tessrin sintió los latidos de Caladrial acercarse y no pudo evitar dar un beso rápido a Mal y quitarlo de encima.

– Deberíamos de dormir, por lo menos un poco. – se limitó a decir mientras se recostaba muy pegada a él, para que no se diera cuenta.

– Cuando estoy a vísperas de una batalla, nunca puedo dormir. – habló y fue la primera vez que Tessrin sintió su preocupación. Se apegó más a su cuerpo, como si eso pudiera darle fuerzas.

Tessrin logró conciliar el sueño después de un largo momento en el que solo pudo pensar en los latidos pausados de Mal y la respiración intranquila de Caladrial al otro lado del campamento. Fue casi una tortura para ella, pero no se movió de su lugar.

Tuvo un sueño intranquilo, Caladrial estaba en peligro mortal solo por ser su compañero. Lo intentaba mantener oculto, pero su olor los delataba. El vinculo seguía allí y Dorael podía sentirlo, al final terminaban atrapándolo.

Oscuridad y gritos de dolor se mezclaban con sus propios gritos angustia, mientras ella intentaba desesperadamente en liberal a Cal, no había nada que lo salvara si descubrían que él era su compañero.

Solo había una cosa que podía salvarlo.

La runa apareció en medio de la oscuridad, tan segadora y potente que parpadeo por unos segundos antes de verla con claridad.

Era una nueva runa, tan delicada y perfecta y a la vez tan potente.

– Es hora. – le habló Cal pateando ligeramente su bota.

Tessrin abrió los ojos con sorpresa. Mal estaba aun dormido a su costado.

– Amor, es hora. – le susurró. Mal gruñó mientras abría los ojos con pesadez.

– Mierda. – susurró y se levantó de un salto. Tessrin sonrío. – Me dormí– comentó mientras se rascaba la cabeza.

Aún había rayos de sol que calentaban el lugar, pero en general la temperatura comenzaba a descender. Era extraño saber que en un momento llegarían al desierto y si bien era un horno de día, en las noches solía ser tan frio como en las montañas.

– Los acompañaré hasta las puertas ¿verdad? – preguntó Ítaca. Tessrin aun somnolienta asintió con la cabeza y le dedico una ligera sonrisa mientras comenzaba a recoger su matra. – Estuve revisando mis cosas y encontré esto. – hablo entregándole una bolsita de terciopelo de color crema. – Creo que Bryaxis lo dejó para ti.

– ¿Qué es? – preguntó mientras abría la bolsa. La joven banyaen se encogió de hombros.

– ¿Botellitas diminutas? – respondió con una pregunta.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now