El fin

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CALADRIAL

Cal no sabia cuantos días u horas habían pasado, solo quería que acabara. Le habían dado un tónico para que no pudiera utilizar su magia, le habían quitado la piel de los brazos y la espalda, le habían roto cada hueso del cuerpo y los habían vuelto a reconstruir para seguir rompiéndolos nuevamente. Se habían metido en su mente casi hasta el punto de quebrarla para saber los secretos de Tessrin, se había mantenido fuerte en ese sentido, lo había hecho por ella, pero ya estaba demasiado cansado. En ese momento el dolor era tan fuerte que el solo quería que su corazón dejara de latir y al fin tuviera paz.

Así que no puso resistencia mientras le quitaban la piel de las piernas, simplemente se dejo llevar por la inconsciencia, intentando mantener el secreto de Tessrin hasta su muerte.

– No dejes que muera, Súfulo. – Escuchó una voz casi aburrida.

– ¿Que? – preguntó Súfulo con hastío, el maestro de torturas, el ser mas despreciable en ese horrible lugar. Era un alto fae de cabellera larga y negra amarrada en una coleta. Sus facciones parecían de una deidad hermosa, pero sus actos eran dignos de un demonio. Tenia a Cal amarrado a una mesa con fuertes correas que tensaban sus brazos y piernas.

– Básicamente la niña rubia puso en jaque al maestro, no puede morir, se dará cuenta de ello.

– Pero la hemos estado observando estos días. No siente a su compañero.

Cal rio roncamente mientras escupía sangre. ¿Había dicho que también le habían destrozado el rostro con garrotes?

– ¿De que te ríes princesita? – preguntó con sorna Súfulo.

– Matará a Dorael, destrozará todo Balhala y ustedes serán los primeros en ser quemados. –habló y recibió un duro golpe en la cabeza que lo llevó a la inconsciencia en un segundo.

TESSRIN

Fue escoltada a tirones hasta su habitación, donde fue lanzada sin reparos. Cayó al piso de mármol frio y gritó con todas sus fuerzas mientras sentía como sus venas quemaban y la rabia llegaba hasta sus ojos dorados.

Volvió a rugir con rabia, dejando que todo de ella aflorara. Dorael creía que estaba un paso delante suyo, pero Tessrin había planeado su destrucción por mucho tiempo como para no ver todas las posibles opciones. Noches interminables hablando con Bryaxis mientras todos los otros dormían le habían enseñado que es lo que tenia que hacer en esa posición. Sacó sus garras y se miró las manos. Seria doloroso si, pero lo soportaría si de eso dependía el exterminio de Dorael.

MALACHI

Tanto Mal como Laia habían escuchado a Dorael y el arrebato de Tessrin. Ambos se habían puesto en jaque en ese momento.

– Tenemos que salir de aquí ahora. – Le susurró Laia. Mal asintió con la cabeza y comenzaron a caminar como sombras, tan sigilosos que la guardia dorada no los vio. Apenas estuvieron fuera del castillo de Dorael, Laia le tendió la mano para que hicieran el salto hasta su propia fortaleza. Mal negó con la cabeza.

– Escúchame bien, todos tienen que saberlo.

– Lo se. – habló con hastío y silbó. De pronto tanto aves como ratones comenzaron a aparecer entre las sombras. Su gente siempre estaba allí para ella.

– Las cosas se han adelantado, el levantamiento es mañana. – habló y eso fue todo. Los animales desparecieron en la noche para esparcir la noticia. Cal le sonrío mientras ella lo miraba con satisfacción.

– Me encargaré de que mi gente este lista para salvar a Caladrial mañana. La tuya ya sabe el plan, así que solo espera la señal de Tessrin y comienza.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora