Attor

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TESSRIN

Tessrin apareció detrás de los soldados y fue como si no se hubiese ido jamás, seguían explicándole las costumbres aburridas del lugar. Sintió alivio mientras comenzaba a prestar atención y seguía avanzando detrás de ellos. Caminaron por las callecitas, siempre las más limpias, siempre las más aburridas.

Tessrin comenzó a realmente hastiarse de la monotonía.

– Llévenme al mercado. – Ordeno, tal vez en esa zona habría algo más divertido que en esas calles bien pavimentadas en silencio.

– ¿Estuviste callada todo este tiempo y ahora quieres ir al mercado? – preguntó uno de ellos suspicaz. Tessrin se encogió de hombres.

– Estuve siendo paciente por cortesía, pero ya pasó más de una hora y estoy aburrida, ahora llévenme al mercado. – ordenó nuevamente mientras se plantaba en el piso.

Los guardias compartieron miradas cómplices y segundos después tomaron otra dirección. La estaban llevando al mercado. Tessrin sonrió ligeramente mientras sentía como sus cuerpos se tensaban y se ponían en alerta. Estaban entrando a un lugar no tan amigable.

Pronto comenzó a ver mucha más gente en la calle, mendigos en las esquinas y vendedores ambulantes.

No habían llegado ni a la mitad del camino cuando comenzaron a escuchar gritos. Uno de los soldados que la escoltaba fue corriendo a ver lo que ocurría, regreso segundos después.

– Hay una gresca entre humanos y bestias, mejor vámonos. – habló el soldado a sus compañeros.

– ¿No se supone que ustedes ponen orden en esta ciudad? – preguntó Tessrin plantándose en el piso.

Uno de ellos cometió el error de reírse. Tessrin quiso romperle el rostro en ese momento, pero se contuvo.

– Vámonos – ordenó otro al escuchar que los gritos aumentaban y la tomó del hombro. Tessrin los escuchó bien: Latigazos, gritos de horror y risas crueles.

Se quedo quieta, recordando por un segundo los latigazos que le dio Ianthe hace ya muchos años. El guardia volvió a jalarla y ella solo tuvo que levantar el rostro para que el titubeara con el agarre. Sus forma bestial había salido a relucir tan imponente que se alejaron de ella.

No esperó, desplegó sus alas y salió de allí. La gente gritaba mientras se hacia a un lado y ella hacia caer todo lo que estaba a su paso, sus alas eran tan largas que llegaban a cubrir casi toda la callecilla.

Llegó hasta el origen del sonido. En la entrada del marcado, en medio de toda la gente, había un attor sin alas, frente a un poste de madera grueso. Ella vio el látigo levantarse en el aire. Escuchó el látigo golpear la piel, sintió la sangre salpicar. Quiso vomitar. Escuchó los gritos de la gente horrorizada y a los otros attors reírse.

No. – pensó y en un latido de corazón se tamizó detrás del ser que estaba siendo torturado. Sus alas la protegieron del siguiente impacto. sintió el dolor en medio de su espalda, donde sus plumas no la protegían, pero no le importó, solo vio la espalda de aquel humano, destrozada.

Era una espalda pequeña. Un niño, eso era. Tan pequeño y frágil que ni si quiera debía de pasar los 13 años de vida.

Giró tan rápido como pudo y agarró del cuello al attor. Era más alto que ella, pero ni si quiera le importó.

– ¿Por qué haces esto? – le preguntó mientras sentía como sus garras se iban incrustando en su cuello.

– Es un ladrón. – habló el attor, confuso por lo rápido que estaban ocurriendo las cosas.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now