La partida

143 12 22
                                    

Tessrin

Tessrin miró a su grupo al rededor de la mesa, observándola en silencio después de lo que les había contado. Sintió su miedo creciente aun que no lo dijeran. No lucharían con seres normales, serían bestias sacadas de sus peores pesadillas. Sin querer hacerlo vino a su mente el recuerdo de Ezra, ese monstruo deforme que ya no era él. Si él estaba así, no podía imaginar a todos los demás de la Corte.

– Ya se aviso a todas las cortes del Prythian. – Informó Tessrin y vio a Cal. Él se había encargado de escribir las cartas mientras Mal se las dictaba. Todo un trabajo en equipo donde se explicó todo lo que tenían que saber, sin secretos, sin nada más que un claro pedido de ayuda a que se unieran a la batalla.

– ¿Hay alguna respuesta? – preguntó Kaphius.

– Si. – Respondió con una ligera sonrisa.

Debido a su visita secreta, la reina humana había sido la primera en responder, luego vino la respuesta de Corte Otoño y la de Corte Verano. Aun no había respuesta de las demás, pero tenían una semana para responder y recién habían pasado tres días.

– Otoño, Verano y la corte de las reinas están dentro y protegerán sus fronteras. – habló Mal.

– También mi Corte, pero nosotros sí los acompañaremos a la batalla. – Dijo Cal.

– ¿Cómo hicieron para que las reinas aceptaran? – preguntó Mor. Tessrin la fulminó con la mirada y solo se limitó a sonreír lobunamente.

– Yo me encargué personalmente de que entendiera la importancia de esto. – Se limitó a decir y miró a su hermana, que agarraba firmemente la mano de Mor.

– Quiero agradecerte por lo que has hecho. – Le habló, ni si quiera había tenido tiempo de hablar con ella en privado, solo habían llegado e iniciado esa reunión de emergencia. Laia se veía cansada y aun estaba en el vestido de Tessrin, pero sonrió con calidez y asintió con la cabeza. – Laia no puedo seguir dilatando las cosas. Quiero contarte lo que pasó con Ezra. A todos ustedes.

– No Tess, necesitas mi sangre, necesitas que yo lo siga amando. No arriesguemos eso. – Se limitó a decir su hermana. – Estoy bien, en verdad no quiero saber. – Se limitó a decir.

Tessrin quiso decir algo más, pero se mordió la lengua.

– Hay cuatro runas, sé donde están y por lo que e visto se necesitan desactivar al mismo tiempo. Eso quiere decir que habrá cuatro grupos y cuatro personas de confianza en cada uno de ellos que sepa poner las runas.

Todos se observaron y ella vio la preocupación en sus rostros por el hecho de que tendría que separarse. Tessrin observó a Cal, habían tenido esa discusión durante tres días y la respuesta de Cal siempre había sido la misma.

– Si alguien más que no sea de nuestro grupo de confianza sabe que las runas funcionan solo por la sangre que ellas dos tienen, serán cazadas de por vida. – Habló Cal con intensidad mientras miraba los ojos de cada uno de ellos. – Es por eso que hemos decidido esto: Mi padre hará la marca por uno de los flancos marinos, Laia tu lo harás por el otro, Tessrin y Mal lo harán desde el lado de las reinas y yo estaré en Otoño.

– ¿Te separaras de tu compañera? – preguntó Mor. Tessrin apretó la mano de Cal con fuerza. La decisión había sido dura, hasta se había negado al principio, pero él tenia razón, nadie debía de saber cómo funcionaban sus runas, era peligroso.

– Sí, pero solo por un rato, se tamizará para luchar con nosotros apenas se rompan las barreras. De todas maneras, todos tenemos que llegar al castillo de Tamlin. – respondió Malachi.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónKde žijí příběhy. Začni objevovat