Secretos

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Apenas Tessrin se tamizó, Cal perdió el control. Fue como si la correa que estuviera atada a su instintos desapareciera con su compañera, desbordando su rabia animal por todo el lugar. Ni si quiera pensó mucho cuando se lanzó por la mesa y golpeó a Cassian. El primer golpe fue limpio, nadie se lo esperaba, ni si quiera él. Luego los puñetazos y patadas continuaron y Cassian se convirtió en uno de los peores contrincantes que había tenido en mucho tiempo. No se inmuto, no lo hizo al igual que él.

Cal escucho los gritos de Mor, la desesperación en su voz, eso se estaba yendo de sus manos, pero él simplemente no quería parar.

– ¡Por el Caldero de la Madre! – Gritó su madre.

Luego llegó su poder.

Ambos fueron separados violentamente por una fuerza sobre natural. Cal quiso levantarse pero un peso abrumador cayó sobre él, tan fuerte que ni si quiera pudo levantar la cabeza. Solo vio los pies de Cassian, quietos al igual que los suyos.

El poder de Feyre Archeron estaba encima suyo, demostrándole por qué era temida por tantos y por qué era la Gran Señora de esas tierras.

– En mi casa nadie va a pelear de esa manera. – Rugió con la voz fría y calculada, como una daga tan filosa que hubiese podido cortar montañas. Todos se quedaron en silencio. Hasta Rhysand que ya estaba presente, fue sensato y cerró la boca.

– Vuelve a hablar de esa manera a Tessrin y juro Cassianque tendrás un destierro bastante desagradable a esas tierras frías que llamas estepas ilaryanas. – le gruño. Cassian se mantuvo en silencio, aun con el rostro ensangrentado, ni si quiera pudo gruñir. La magia de su madre era simplemente abrumadora.

– En cuanto a ti Cal, vas a controlar tu temperamento de macho recién emparejado o te mandó a ese mismo basurero.

Cal sabia que ella lo decía en serio, realmente lo hacia y también entendía que su madre estaba tan furiosa en ese momento que podría deshuesarlo vivo si no cumplía con sus ordenes. Tomó aire y aflojó un poco su poder para que Cal pudiera levantar la cabeza. Fue en ese momento en el que Cal vio las miradas de sus padres, estaban conversando mentalmente. El rostro de Feyre se tensó de una manera diferente, ahora había preocupación en las facciones de su madre. Giró a ver a Cal y se arrodillo ante él, como cuando Cal era pequeño y su madre le curaba una herida o estaba a punto de decirle una mala noticia.

– ¿Si te quito el campo de fuerza por un instante podrás comportarte?– Preguntó con tranquilidad fingida en la voz. Cal asintió con la cabeza y sintió como su cuerpo volvía a ser suyo.

– ¿Tess? – fue la primera pregunta que hizo. La mando por el vinculo y no recibió nada a cambio. Feyre lo leyó en su rostro.

– Se ha ido, no esta aquí, ni en Velarys.

El cuerpo de Cal se tensó en ese instante, el muchacho desplegó las alas para ir a buscar, pero el agarre mágico de su madre volvió a cubrirlo.

– Todos nos encargaremos de buscar a Tessrin mientras ustedes dos arreglan sus asuntos.

No hubo tiempo de replicar. Todos desaparecieron de la estancia en un parpadeo y lo único que Cal pudo escuchar fue la risa amarga de Amren y las blasfemias de Mor.

– Bastardos. – Gruñó Cassian, aun sentado en su misma posición. El campo de fuerza les limitaba gran parte de los movimientos en ese momento.

Cal sonrío amargamente, conocía muy bien ese castigo, su madre lo utilizaba cuando era pequeño y peleaba con Melrin. Los metía en una habitación hasta que hablaran.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now