Atacados

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TESRRIN

– Limpia todo y hasta que no termines, no podrás salir de aquí. – le dijo Malachi mientras la empujaba por las escaleras. Luego le lanzó todo el material que ella necesitaría haciendo que el balde de metal le golpeara la cabeza y le empapara el cuerpo.

– Imbécil. – le gruñó Tessrin mientras se ponía de pie y se limpiaba la ropa con las manos. Malachi solo sonrió con malicia y le cerró la puerta. – ¡Ahora necesito agua! – le gritó mientras volvía a lanzar el balde de metal contra la puerta.

Se quedó allí, esperando a que Malachi volviera a aparecer por lo maleducada que había sido, pero él jamás volvió. Sin embargo, despues de un rato cara de ratay un hombre aparecieron trayendo más agua y esponjas. Le sonrieron mostrándole los dientes podridos, generando un chicotazo de alerta en Tessrin.

La joven dio das pasos hacia atrás, sintiendo una extraña sensación de temor en su pecho. No tendría por qué temerles, despues de todo eran simples e insignificantes humanos, pero aun así su cuerpo estaba alerta.

– Al final si subiste, pequeñita. – dijo con una voz melosa mientras se acercaba peligrosamente, el otro hombre prefirió mantenerse alejado. La joven fae dio dos pasos hacia atrás y se golpeo contra uno de los pilares de madera.

– No estoy ebria, así que aléjese de mi. – dijo con la voz seca. El hombre volvió a sonreír, el otro también rio, de una manera tan aborrecible que Tessrin supo que no se irían de allí sin antes tener lo que querían, lo sintió en sus entrañas. Y supo porque su cuerpo tenia miedo, era el hecho de que hablaran de ella como habían hablado de las sirenas en esa cantina, de que le hicieran lo mismo.

– Prefiero que estés consciente. – dijo perversamente. Tessrin tragó saliva. Podía atacarlo en ese instante, podía, pero no lo haría. No podía demostrar su fuerza o su magia, el Suriel había sido claro con eso, pero si podía defenderse como humana. Aun que siendo sincera, una simple humana de su tamaño jamás hubiese podido defenderse en esa situación.

– Las olas golpean fuerte, nadie va a escuchar si chillas. – hablo el otro hombre y acortó el espacio tan rápido que hasta Tessrin se sorprendió. Aspiró su aroma. – hueles...– Tessrin no dejó que culminara la frase, simplemente lo empujó con poca fuerza. El hombre calló de bruces en el piso, haciendo caer uno de los baldes de agua.

– ¿Pero que diablos de pasa? – Preguntó cara de rata y la abofeteó. – Eso no se le hace a alguien que quiere darte cariño. – Tessrin bajo la cabeza, intentando contener la rabia que tenia bajo su piel, tan caliente como la propia lava, quería matarlos. Posiblemente lo haría en ese instante y ni si quiera le importaría las consecuencias.

– Mírame – Pidió cara de rata y le levantó el rostro apretando su quijada con fuerza. Tessrin lo miró, realmente lo hizo. Las marcas de cicatrices en su cara hocicuda, sus ojos negros y redondos como tiros, el corté en medio de su nariz roja.

Algún día te matare, pero hoy no será el día.

– Te dije que te alejaras de mi. – dijo con frialdad y con un hambre casi imparable de hacerle daño.

Algo en esa frase fue diferente, salió de su pecho, retumbando sus pulmones y su centro.

Su voz fue tan impotente, calculadora y fría a la vez que cara de rata simplemente se alejó.

El otro hombre lo vio con confusión, se levantó e intento abalanzarse sobre ella.

– Para. – ordenó Tessrin y el hombre paró. Lo sintió en ese instante, ese poder que jamás habría creído tener, estaba allí. Era capaz de controlar humanos. – Rompe su nariz con tu puño. – dijo con frialdad. – y tu. – dijo mirando a Cara de rata – Quédate quieto.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now