Flor de cerezo

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Cal

Despertó en medio de la oscura noche, sintiendo una opresión en el pecho que no lo dejaba respirar con normalidad. Vio a Tessrin instintivamente, creyendo que ella podría estar en peligro, pero ella dormía plácidamente a su costado. Intentó calmarse acurrucándose a su costado y tratando de dormir nuevamente, pero la sensación seguía allí, manteniéndolo intranquilo. Al final se dio por vencido, se levantó sin hacer ruido alguno, se vistió y se tamizó sin pensar a donde llegaría, atraído por una fuerza extrañamente conocida.

Observó la habitación con extrañeza y cuando vio a Mal frente a él, sentado al costado de los grandes ventanales abiertos, el alma se le cayó a los pies. Por alguna extraña razón había sentido su pena y dolor como si hubiese sentido a su propia compañera.

Mierda

– ¿Qué haces aquí? – le preguntó con asombro mientras lo observaba de pies a cabeza con tristeza pero también enojo. Cal pudo tamizarse nuevamente en ese momento, pero no lo hizo, se plantó allí y lo confrontó como pocas veces lo había hecho con alguien a quien supuestamente tenía que odiar.

– Se que algo va mal, sé que no puedes estar tranquilo con el hecho de que Tess se acueste conmigo, yo no lo estaría. – Mal le sonrío con tristeza pero no replicó. – ¿Qué te pasa?, di algo. – le gruñó. – Trata de ser humano y no un perfecto idiota. – continuó. Quería que mostrara emociones, quería que salieran de él y lo confrontara, tal vez un golpe o una estocada de fresno, algo que le demostrara que el Malachi que él había conocido hace unos meses aún seguía en ese cuerpo.

En cambio él solo mostró su pie. A simple vista se veía normal pero luego Cal pudo notar que los dedos del pie eran blancos como el mármol y no se movían, se acerco más.

– ¿Qué es esto? – preguntó al ver la piel convertida en piedra liza, como el mármol.

– La maldición que tengo hará que me convierta en piedra poco a poco. El avance de la roca será rápido, pero la muerte será lenta, como la de mí madre. – habló ido, con tanto dolor que Cal lo sintió en su propio corazón. – ¿Sabes? cuando la piel se convierte en piedra, ya no hay nada que la atraviese. Quise clavarle una daga en el corazón cuando la vi sufrir, pero fue demasiado tarde, tuve que verla morir lentamente durante meses.

– Malachi...

– Ha iniciado ya y solo sé que Tessrin no debe quedarse con alguien que esta muriendo de esta manera, ella ya tiene suficiente como para tener también el deber de matarme cuando esto avance. Es mejor que te tenga a ti, para que no sea duro cuando yo desaparezca.

– ¿Desaparecer?¿Qué dices? Encontraremos una solución, esto no puede terminar así. – exclamó con desesperación. Malachi negó con la cabeza.

– Durante un tiempo pensé que había una forma de quitármela, hasta llegué a atrapar a un Suriel y él me dijo que no había nada que pudiera hacer, mi destino ya estaba marcado en ese entonces y lo sigue ahora. Me acostumbre a la idea, pero ahora que tengo a Tessrin, me aterra saber que yo.... – se le quebró la voz y miró hacia la ciudad nuevamente. – No quiero que ella me vea como yo vi a mi madre. Me iré antes de ello.

– Eso la destruiría.

– La destruirá más verme sufrir, sé que no será capaz de matarme. No dejaré que pase por eso. No lo haré.

– Quédate y juro que yo lo haré cuando llegue el momento. – Mal lo observó por un largo instante y luego se acercó a él. Solo lo abrazó, un gesto que le llenó el corazón de un sentimiento que solo había sentido con una persona, su mejor amigo Melrin. Cerraron ese pacto en silencio. Una promesa de muerte que nadie más sabría.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónOnde histórias criam vida. Descubra agora