Perdido

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«A donde tu vayas yo iré, porque mi alma es tu alma y tu cuerpo es mi cuerpo. Por lo tanto todo lo mío es tuyo Tessrin »

«Solo estas diciendo esto por el vinculo de compañeros »

«¿Y? Lo voy a tener toda la vida, voy a estar a atado a ti para siempre y eso no me importa»

Las lagrimas cayeron por sus mejillas mientras recordaba ese preciso momento. Había sido tan impulsivo y ciego al decirle esas palabras sin sentirlas.

Tan egoísta.

« Cuando nuestros cuerpos sean uno, quiero que sea porque ambos lo queramos, no porque un instinto animal quiera que nos apareemos, Cal »

Ella se lo había advertido antes, había intentado frenarlo, pero su deseo carnal había sido más grande. Tan grande que había olvidado a Astrid, tan grande que simplemente había decidido ser egoísta y guiarse ciegamente por el vinculo, sin medir consecuencia alguna. Que estúpido había sido al creer que el vinculo solucionaría todo, que por arte de magia el amor crecería entre ambos sin importar que. Así que la había dañado una y otra vez, creyendo que lo soportaría y que a pesar de todo el amor seguiría allí.

Pero ahora, Tessrin te odia Cal.

– Necesito estar solo. – les pidió a sus padres y se acurruco mirando a la ventana. Lo único que quería era tundirse en esa cama y no salir de ella nunca más. Sus padres asintieron con la cabeza.

– Toma esto antes de dormir, evitará que Ezra entre a tu mente. – dijo su padre y le dejó un pequeño frasco con un liquido purpura. Cal ni si quiera respondió.

Apenas salieron de la estancia, Cal tomó la posición.

.....

Esa noche se tamizó y nadie lo detuvo.

Vagó mucho tiempo de salto en salto, hasta que su magia se dreno casi por completo y terminó volando hacia Bajo la Montaña.

Ella había logrado atrae a un Suriel, tan fácil que parecía un juego de niños. Posiblemente él jamás lo lograría, pero aun así lo intentó.

Cazó un venado con magia, simplemente lo estrangulo con manos invisibles, sin hacer el mayor esfuerzo, como si su empatía también se hubiese ido con Tessrin.

La había dañado tanto.

Dejó el cuerpo del venado en medio de una trampa humana que él mismo había creado, guiado por las enseñanzas de su madre.

Esperó y esperó, hasta que la luna se elevó en los cielos y el viento sopló fuerte, pero el Suriel jamás apareció.

– Por favor. – susurró. – Necesito saberlo. Necesito entender si ella aun es mi compañera.

No hubo respuesta alguna. No hubo nada, absolutamente nada, pero aun así esperó.

Posiblemente se quedó dormido por el frío que hacia y despertó con un lamento. Un lamento que hace mucho no escuchaba. Un llanto helado, que extrañamente le reconfortó el alma.

– ¿Azire? – preguntó mientras caminaba adentrándose en el bosque, guiándose por el sonido. Vio el cabello castaño de la hembra, bamboleando como si flotara bajo el agua. – Azire por favor para. – pidió Cal. La mujer volteó a verlo.

Aun tenia la garganta degollada y la sangre por todo el cuerpo. Su rostro era tan pálido como la propia nieve bajo sus pies y sus ojos ahora oscuros, tan oscuros como el propio averno, lo miraban penetrantemente.

– Caladrial. – dijo ella. Su voz ya no era de este mundo, era como el viento de invierno. Posiblemente la muchacha se había convertido en un espectro. – La salvaste y la volviste a hundir. – continuó con la voz profunda. No había rastro de sentimientos en esa voz. Las piernas de Cal temblaron.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora