Despedida

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Tessrin

Le mostró el recuerdo y no hubo vuelta atrás. Su furia se desbordó tan rápido que la dejó helada, con una frialdad antinatural y calculadora. Sus ojos se hicieron dorados, como los de su hermano y no volvieron a ser los mismos. Ya no era esa rabia que le hacia destruir todo en ese mismo instante, no, ahora era una rabia diferente que la hacia querer ver arder todo con lentitud.

Su compañero la había traicionado, con lo único que ella anhelaba tanto como respirar: Encontrar a Laia. Eso había roto algo en ella, que posiblemente no se curaría jamás.

– ¿Sabes algo más? – le preguntó Tessrin con sequedad. Su hermano se encogió de hombros.

– No. – dijo con desdén. Cada vez se hacia mas fuerte, cada vez mostraba su verdadera personalidad malcriada y petulante. Ese fae que le daba repugnancia.

Tessrin miró sus uñas y luego lo miró a él.

– Una lastima ¿sabes? Porque descubrí que ella es la única que puede sacar a tu ejercito y a ti de esta burbuja. – le habló.

Fue la primera vez que vio a su hermano tan sorprendido como cuando era pequeño y le descubrían las mentiras. Tessrin sonrió con malicia.

– ¿Creíste que no me enteraría? – preguntó. Su hermano apretó los dientes y los puños.

– Hubiese sido divertido que no lo hicieras. – dijo con mofa fingida.

– ¿Sabes que es lo divertido? Yo podría irme a Continente y dejarlos, a ti y a Cal. Olvidarme de ustedes para siempre y no volver jamás.

Lo dijo con tanta convicción que Ezra comenzó a asustarse.

– No puedes, no lo harías.

– ¿Qué me impide hermano? ¿Tu? No siento nada por ti y mientras estés allí dentro no representas peligro alguno.

– Tu compañero. Lo hostigaré en sueños, haré que se vuelva loco sino me sacas de aquí. – Tessrin sonrió y negó con la cabeza. Verlo desesperado era gratificante.

– Después de lo que acabas de decirme, puedes matarlo si quieres. – Dijo sin mucho animo, sabia que Ezra no lo haría.

– Son tus tierras. No podrías dejarlas. – Gruñó con un tono de desesperación. – Y TODA TU GENTE.

– Son TUS tierras. Lo han sido toda la vida, lidéralas en tu burbuja de pesadillas por toda tu eternidad, ya no me importa.– Habló con hastío – Adiós hermano. – se despidió y comenzó a obligarse a despertar.

– ¿Crees que no quiero? – preguntó con rabia y desesperación. – Pero no puedo, no hasta que tu mueras ¡perra! – lo dijo con tanta rabia contenida que al fin Tessrin comprendió el odio de su hermano hacia ella. Se abalanzó sobre Tessrin para atacarla, pero la atravesó como si solo fuese niebla. Tessrin lo miró boquiabierta y antes de poder decir nada, despertó.

Saber que ella era la primogénita lo cambiaba todo.

La rabia fría que recorría su cuerpo seguía manteniendo su mente concentrada. Hizo que un pedazo de papel y una pluma aparecieran en sus manos, escribió rápidamente una nota de despedida.

Fue hacia el armario de la habitación. Se observó por un instante, ensangrentada y con los ojos completamente amarillos.

Eso es raro. – Pensó.

Hizo que su magia desapareciera la sangre y que nueva ropa apareciera en su cuerpo, y por más que quiso, no pudo cambiar el color de sus ojos.

Frunció los labios al ver los ojos de su hermano en ella. Odiaba la sensación de que el estuviera aún presente.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora