Astrid - I

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Cal

Cal corrió hacia la oficina de sus padres, ni si quiera le preocupaba volver a verlos desde su ultimo encuentro, solo quería ver a Tessrin y saber que estaba bien. No podía saber lo que había ocurrido, pero el vinculo entre ellos le había hecho sentir la decepción y luego la molestia. Al llegar se dio cuenta que en la estancia solo estaban Az y Rhysand hablando con normalidad. Buscó rápidamente a Tessrin y a su madre, pero no había rastro de ellas en la habitación. El pecho comenzó a arderle por la adrenalina aglomerada. ¿Dónde diablos estaba su compañera?

– Tranquilízate, están hablando. – dijo Rhys al darse cuenta de la actitud tensa de Cal.

Su actitud fría y distante le hizo dar cuenta que su padre estaba molesto con él. No lo culpó, los había tratado realmente mal en la casa de la montaña. Cal también debía de estar molesto con él, por no haberle contado todo lo que había ocurrido. Por no haberle dicho que el había matado a la familia de Tamlin y que su madre había sido su pareja.

– ¿Y no estas preocupado? – Pregunto Cal con la voz neutral. Rhysand negó con la cabeza mientras se servía una copa de un liquido de color bronce brillante.

– Mi Gran Señora le patearía el trasero. – habló.

Cal mostró los dientes. Era extraño sentirse así, tan animal frente a su padre. Rhys le sonrió, pero no había nada de felicidad en ese gesto. Dos extraños, esos 20 años los habían convertido en eso.

– Así que es tu compañera. – continuó con tranquilidad fingida. Podían sentirse incomodos uno frente a él otro, pero Cal sabia cuando su padre estaba tenso, lo notaba en la fuerza que utilizaba para sostener la copa en su mano derecha, en sus nudillos blancos y en su otra mano dentro de su bolsillo. – La hija de Tamlin....– Votó aire con fuerza. – Solo la Madre sabe por qué lo hizo. – Cal frunció el ceño. Odiaba que su padre mostrará ese carácter, resignado a que la hija de Tamlin entrara en esa casa, en su casa.

– ¿Tienes algún problema con eso? – preguntó. Rhys bebió un largo trago de ese extraño licor, mientras Azriel desaparecía entre las sombras y los dejaba asolas. Un hombre sabio. Su padre miró por la ventana, hacia Velaris, tomándose todo el tiempo para responder.

– Antes de que tu nacieras, toda la tierra estaba en una paz muy tensa, muy frágil. Tamlin estaba destruido totalmente, por la perdida de sus tierras, de su gente y de Feyre. Lo necesitábamos para mantener La Paz, pero el estaba completamente roto y no podía, ni tenia la fuerza para sanar, hasta que llegó Zafrina.

Era la primera vez que escuchaba el nombre de la madre de Tessrin y por extraño que pareciese, no le gustó. Quizás fue la forma en que su padre pronuncio su nombre, con tanta naturalidad, como si la hubiese conocido, o por el hecho de que ya estaba muerta.

– Ella curó sus heridas, al fin esa Corte de mierda comenzó a rehacerse. Todo por una mujer, todo porque Zafrina puso el empeño suficiente para sanar a Tamlin. Deje que fueran felices, no me metí cuando supe que tuvo dos hijos gemelos, tampoco me metí cuando supe que Zafrina había muerto. Ni si quiera cuando sus fronteras se cerraron. Porque no tenia ganas de lidiar con Tamlin otra vez....

– Por que te sentías culpable. – se descubrió diciendo con rabia. Rhysand volteo y lo observó a los ojos, en sus ojos azul noche había pena y remordimiento. – No tuviste nada que ver ¿verdad? ¿Tu no metiste a Zafrina allí como parte de una de tus tantas estrategias? Dime que no lo hiciste.

– No. – dijo secamente, sin nada de convicción. Cal no le creyó. – No me metí porque lo único que quería hacer cuando lo veía era matarlo. Porque a pesar de todo el tiempo que había pasado, no podía perdonarlo, aún seguía viendo a mi madre, a mi hermana en esos ojos verdes. Aun veía como había dañado a tu madre con esas manos, en esa casa. Así que no me juzgues cuando veo a Tessrin y veo el recordatorio presente en esos ojos verdes y en esa cabellera rubia.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now