Bienvenida

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TESSRIN

Se inicio una discusión, con gritos tan fuertes que Tessrin tuvo que dar un paso atrás. Hace algún tiempo ella había estado en una discusión como esa, con un gran Ilaryano frente a ella, gritando a Caladrial. Esta vez era una fae morena, gritándole a Laia. Sin embargo, esta vez era diferente, Tessrin no iba a escapar. Simplemente se quedó allí, observando la dinámica de la pequeña corte de su hermana, si eso podía llamarse corte. Gritos, gritos y mas gritos. Todos parecían desesperados. Algunas frases le hicieron dar cuenta del por qué.

"Eso es todo, nos quedaremos para siempre dentro de Balhala"... "Sin el libro estamos muertos"

Entendió que Laia había de alguna manera molestado tanto a Dorael que no podía salir de Balhala y no solo ella, sino también toda su gente. Botó el aire de sus pulmones, ¿hace cuanto tiempo estaba encerrada allí?

"Entienden que yo se que clase de cosas le gusta ¿verdad? O ¿ya olvidaron quien vivió con el durante cinco años? El no dirá que no, ella es rubia y tiene los ojos dorados y además sabe hacer runas. "

Tessrin salió a la superficie con esa frase. Una frase que dejó a todos en silencio y con incomodidad. Tessrin vio a su hermana y no pudo evitar pensar lo peor y sentir nauseas por ello.

– ¿A que te refieres? – preguntó Tessrin.

– No te metas en esto, asquerosa...– La fae morena no terminó la frase. Tessrin tomó el control de su cuerpo y la cayó.

– ¿A que te refieres? – Volvió a preguntar y el tono de su voz fue tan autoritario que nadie en la sala hizo ningún movimiento. Ella no quería sonar así, quería ser dulce y buena con su hermana, pero nada de eso ocurrió.

Laia volteo después de unos segundos, para verla a la cara.

– Descubrió como se podía utilizar mi don. – susurró su hermana sin poder verle a los ojos. Sin darle más tiempo para preguntar, su cuerpo comenzó a transformarse. Tessrin jamás había visto una transformación de ese tipo, tan perfecta. Entendió al fin, porque Ianthe la quiso desde un principio, entendió todo, pero no tuvo tiempo de asombrarse por ello, sino por lo que vería a continuación.

Laia se hizo aun mas alta, su cabellera se hizo casi tan blanca como la nieve, su rostro se redondeo y cambio por completo. Ahora era una mujer con rasgos asesinos y ojos dorados. Ahora era Zemunin.

Se quedó sin aliento.

– Me obligó a convertirme en ella y a servirle como solo su preciada mujer podía servirle.

Tessrin intentó no llorar, pero no lo logró un par de gruesas lagrimas cayeron por sus mejillas. Se las secó con rapidez.

El odio le carcomía las venas como lava hirviente. Jamás en su vida había sentido un odio tan profundo, ni si quiera por su hermano.

– ¿Cuantos años tenias?

– ¿A caso eso importa? – preguntó Laia intentando bromear con una ligera sonrisa, pero la sonrisa solo demostró unos ojos tristes que le golpearon aun mas fuerza. Tessrin se mantuvo en silencio, esperando una respuesta. – Trece. – habló y eso fue todo.

Su vista se nublo mientras sus manos tapaban su boca para evitar salir el grito que se estaba generando en su pecho. Quería matarlo, cortarlo en pedazos mientras lo quemaba vivo.

– Tranquila. Eso fue hace mucho... – habló Laia acortando el espacio entre ambas, había vuelto a su forma normal.

Las manos de Tessrin comenzaron a cerrarse y abrirse, dejando sus nudillos blancos. Su mirada ya no era borrosa sino completamente roja, como si solo quisiera ver sangre.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora