Zemunin

248 26 13
                                    

BRYAXIS

Había tardado tres semanas en encontrarla. La bruja arrogante había sido bastante cautelosa en las tierras de Hiberno, tanto que había tenido que torturar a unos cuantos seres del bosque para que le dieran su paradero.

– Supe que me estabas buscando. – dijo una voz melodiosa en medio de la oscura cueva.

– Los chismes vuelan rápido. – se limitó a decir Bryaxis.

El podía verla a través de la oscuridad. Sus ojos completamente dorados, su cabellera blanca, su traje oscuro de cuero. Seguía siendo la misma diosa que el había odiado y amado por tanto tiempo.

Zemunin chasqueo los dedos y la cueva se iluminó, haciendo que sus ojos brillaran aun más con las llamas de la luz mágica.

– Ciertamente. – habló con una leve sonrisa y dos lechuzas se pararon en sus hombros, le susurraron algo al oído y se volvieron a ir. Bryaxis vio su rostro, algo si había cambiado en el.

– La ultima vez que te vi...– Susurró Bryaxis mientras se acercaba cauteloso. – No tenias...– Bryaxis toco su mejilla, allí donde la diosa tenia una cicatriz, desde el labio hasta el ojo izquierdo. Zemunin aceptó la caricia, como si fuese el respiro helado de la propia neblina de inverno, porque eso era Bryaxis en su forma real, bruma oscura y solo eso.

– La ultima vez que me viste fue hace un milenio Bry. Obviamente las cosas han cambiado, pero veo que tu sigues siendo la misma bruma gris de siempre. – Bryaxis se alejó de ella como si le hubiese dado una cachetada. ¿Había pasado tanto tiempo encerrado en esa biblioteca?

– ¿Quién te hizo eso? – preguntó con la voz ronca. ella sonrío mostrándole los colmillos y luego se adentró en la cueva.

– Por lo que se, ya no esta en este mundo, por lo menos no del todo. – hablo con tranquilidad. – ¿Te apetece un té?, las lechuzas acaban de traer hojas de Salma.

Bryaxis sonrío perlinamente y asintió con la cabeza. Zemunin no había olvidado que a él le gustaba esa alga tan peculiar, que solo crecía en las lagunas del norte.

La acompañó en silencio por los pasillos rocosos de la cueva y descubrió que Zemunin tenia un ambiente bastante acogedor. Había alfombras de distintos colores, una sobre otra y cuadros, muchos de ellos. Los cuadros eran especiales, escenas pintadas de todas las guerras, masacres, batallas y peleas que ella había iniciado. Reconoció la guerra de los 500 años, la batalla de Hiberno y Prythian, otras batallas menores sin importancia y luego un retrato, el único retrato en todo ese pasillo largo.

Una joven mujer con alas blancas y ojos dorados. La cabellera la tenia lacia y rubia. Era similar a Tessrin, muy similar, pero tenia un aire mucho más pacifico.

– Tuve una hija. – hablo Zemunin entregándole la taza de metal, mientras admiraba el cuadro con frialdad. Bryaxis materializó una especie de garra para sostenerla. – su nombre era Zafrina, era mitad Serafin.

– Pensé que eras estéril. – hablo Bryaxis, evitando mostrar el reconocimiento en su voz. Ahora entendía de donde habían heredado los ojos dorados, así como la rabia y las ganas de ver arder el mundo.

– Quizás lo era contigo. – dijo con una sonrisa lobuna.

– Posiblemente.

Zafrina era de esas hembras que siempre hacían comentarios filosos, dejándolo casi desangrado al final.

El silencio y la incomodidad se apoderaron de la estancia, pero Bryaxis aun no estaba dispuesto a hablar.

– ¿Me lo preguntaras o no? – preguntó con molestia.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now