Confianza

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Tessrin

Tessrin se había quedado allí durante horas. El frio evitaba que durmiera y eso le agradaba. Temía dormir y despertar nuevamente en la Corte Primavera, temía que todo eso en realidad fuese parte de un sueño. Pero las horas pasaron y el cansancio que sentía cada uno de sus músculos terminó consumiéndola. Se quedó dormida sobre el piso de piedra lisa, abrasada a esa manta de lana.


Estaba en un bosque.

No cualquier bosque.

Era el bosque prohibido.

Lo reconocía por la forma de los arboles retorcidos y la hierba seca bajo sus pies.

Comenzó a respirar entrecortadamente. ¿Seguía metida en la pesadilla?

De las sombras salió alguien. Su ropa harapienta, su cabello despeinado y aún así lo reconoció por sus ojos dorados como el sol.

Tessrin dio dos pasos hacia atrás.

Eso no podía ser posible.

Ayúdanos – habló con la voz rasposa.


Despertó sobresaltada, sin entender muy bien lo que había visto. Vio a su alrededor y el desconcierto se apoderó de ella. Estaba en su cama, cubierta con una colcha mullida de plumas y no en el piso del balcón.

Había un fuerte aroma a caldo de carne, tan agradable que su estomago protestó de hambre y ella olvidó todo lo que había visto en su sueño.

– Hola. – Le dijo Cal con una semi sonrisa y un plato de sopa en la mano. – ¿Qué pensabas al dormir en ropa interior allí afuera? – preguntó pícaramente.

Ella sonrió mientras se recostaba para tomar el plato.

– Excitarte, obviamente. – dijo en forma de broma y Cal casi se atragantó con su propia comida.

Escuchó el carraspeo de una garganta aclarándose. Tessrin levantó la vista y vio a Merlin sentado en un sofá, al otro lado de la mesa. Levantó la mano en forma de saludo. Tessrin solo respondió con la cabeza, no olvidaría la mirada de desprecio que le había lanzado la primera vez que la vio.

– Merlin me comentaba que tenemos que ir a casa. – dijo con tranquilidad. "A casa", la Corte Noche no era su casa.

– ¿Qué hay de malo con este lugar? – preguntó. No quería ir a Velaris y menos conocer a la familia de Cal, tan solo pensarlo le hacia sentir enferma. El muchacho se encogió de hombros.

– Esta mansión no le pertenece a Cal, ni a su padre. – dijo Melrin con frialdad. Tessrin miró a Cal con una ceja arqueada.

– Es complicado. Pero en resumen la Corte de las Pesadillas es administrada por un hombre llamado Keir y esta es su casa.

Tessrin suspiró sintiendo que ya no tenia hambre, dejó el plato a un costado. Deseaba con todo su ser no ir a Velaris, pero también sabia que se volvería loca si se quedaba solo en esa mansión o peor aún, si le obligaban a bajar a esas criptas que llamaban Corte de Pesadillas.

– Bueno, entonces ¿Cuándo nos vamos? – preguntó rendida.

– Mis padres ya se fueron hoy, nosotros nos vamos mañana.

– ¿Cómo? – La idea de ir tamizándose por saltos le causaba nauseas.

– Ya veremos. – dijo él. – No es necesario que lleguemos a Velaris tan rápido.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora