Siete días antes

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Tess y Cal

– Tierra a la vista. – gritó uno de sus vigías y el cuerpo de Tessrin se escarapelo de los nervios y el miedo. Sintió los dedos tibios de Cal entrelazarse a los suyos y luego los dedos fríos de Mal entrelazarse a los de su mano derecha.

– Es hora. – susurró Cal, sintiendo el mismo miedo que ella.

– Lo lograremos. – Les habló Mal y les sonrió ligeramente.

Tanto a Cal como a Tessrin se les formó un nudo en el estomago, pero no dijeron nada al respecto. Esos sentimientos tenían que alejarse de ellos si querían vencer esa batalla. Mal le dio un beso en la mano a Tess, le sonrío nuevamente y comenzó a gritar indicaciones mientras todos se ponían en sus posiciones.

Tessrin se quedó un instante más allí, alistándose mentalmente para todo lo que vendría en adelante. Cal le pasó un brazo por los hombros y la acercó más a él.

– Lo cuidaré. – Le susurró. Tessrin lo observó en silencio y luego le acarició la mejilla. Si hablaba comenzaría a llorar, así que simplemente no lo hizo por un largo instante.

Luego ambos desplegaron sus alas y volaron hacia tierras humanas, tenían una reunión a la que asistir. Al llegar descubrieron que habían hecho un claro de por lo menos dos kilometros donde las trincheras de defensa y las zonas de campamentos ya estaban puestas, exactamente como la reina humana lo había prometido en su ultima reunión. En los campamentos ya estaba la gente de Rhys. Un grupo grande de ilaryanos y soldados fae de la Corte de las Pesadillas lucharían en esa zona.

Cal sonrío al ver a su padre y Cassian acercarse a ellos a medida que volaban.

– No se que hiciste con esa reina, pero ha funcionado. – habló Cassian en forma de alago. Tessrin sonrió maliciosamente, pero no respondió. Sabia que Rhys estaba en desacuerdo con el control mental. Pero ella no había hecho ningún tipo de control mental, las runas eran más poderosas que eso. Eran para siempre si ella lo deseaba.

– Me alegra que cumpliera con su palabra. – Se limitó a decir y descendió hacia los campamentos.

Las reinas no lucharían esa guerra, jamás luchaban, pero si habían mandado a sus generales más importantes. Tessrin se sorprendió al saberlo, porque después de todo, ella solo tenia bajo su control a una de ellas.

– Tessrin. – habló uno de los generales. Era un humano alto, de piel canela y cabellera rojiza. Sus pecas resaltaban en su rostro al igual que sus ojos color ámbar. Era humano, pero no parecía serlo.

– Salomón. – le habló con normalidad. Durante todas las reuniones previas, ese humano había sido el más respetuoso de todos los generales humanos.

– Este todo listo, hablamos con las ninfas del agua, han sentido más movimiento de lo normal. – le informó.

– Es entendible, mi hermano debe de haberme sentido. – respondió. Lo cierto era que ella también sentía la vibración bajo la tierra. La magia y fuerza de Primavera llamándola era más fuerte que nunca.

– ¿Y donde esta tu compañero humano? Prometió mostrarme sus armas antes del combate. – Dijo Salomón haciendo que Tessrin sonriera. Mal había sido una pieza clave para que los humanos no los vieran como una amenaza.

– Esta comandando los barcos. Es el encargado de que ninguno se hunda. – habló Cal.

– Así que está mucho más entretenido que nosotros. – dijo Tessrin rápidamente sacándoles un par de sonrisas.

– Pues créeme, odiara no haber venido a esta reunión. – habló Cassian.

Todos entraron a la carpa y Tessrin se encontró con Deblon. Desde que Mal había asesinado a Astrid, Deblon no les había hablado. Pero sabían muy bien que había sido una total vergüenza para él que un simple humano matara a su mejor guerrera. Sin embargo, tanto Cal como Tessrin sabían que su compañero no era un simple humano. No, él era y siempre sería más que eso.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now