18 (eighteen)

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- Te voy a echar mucho de menos... - dijo Amelia, al borde del llanto.

- Y yo a ti... - la abrazó – pero piensa que vamos a hablar por teléfono todos los días.

- Claro... por teléfono – fingió una sonrisa.

Amelia sabía perfectamente que eso no iba a pasar, su padre no lo iba a permitir. Esa era la última vez que la iba a ver y no podía hacer nada para evitarlo. Todo acababa ahí.

- Y puedes venir a casa de visita, yo te dejo quedarte en mi habitación.

- Me encantaría...

- Tengo muchos juguetes, y mis amigas del cole son muy simpáticas, seguro que os lleváis muy bien – dijo creándose mil escenarios en su cabeza de todas las cosas que quería hacer con Amelia.

- Seguro que sí.

- ¡Luisita, hija! Ya están todas las cosas en el coche – se escuchó de fondo.

- ¡Ahora voy, mamá! ¡Un momento, que me estoy despidiendo de Amelia!

Amelia veía cómo el tiempo iba corriendo en su contra. Cada segundo que pasaba sentía una punzada en el corazón más fuerte que la anterior. Nadie te prepara para despedirte para siempre de una de las personas más importantes de tu vida, y menos con tan solo 10 años. Quería decirle tantas cosas que no se veía ni capaz de verbalizar... pero tenía que intentarlo, porque era ahora o nunca.

- Luisita... yo... - dijo con dificultad, sin poder reprimir más las ganas de llorar.

- Amelia... - la volvió a abrazar – no estés triste, jo... si pronto nos vamos a volver a ver – intentó animarla, secándole las lágrimas.

- Ya... pero yo...– continuó, tratando de recobrar un poco la respiración. – Luisita... yo... te quiero mucho. Y... te voy a querer siempre. Pase lo que pase.

- Yo también te quiero mucho – le respondió con una tierna sonrisa – Nos lo prometimos, ¿recuerdas?

- Sí... - hizo una breve pausa, intentando buscar las palabras adecuadas – eres... muy especial para mí.

- Tú para mi también, Amelia.

- No te olvides de mí, por favor... - le suplicó antes de lanzarse a sus brazos de nuevo.

- ¿Por qué me iba a olvidar de ti? – preguntó extrañada, aún en el abrazo.

- Lo siento, hija, pero nos tenemos que ir, que se nos va a hacer de noche en la carretera. – interrumpió Manolita, acercándose a donde estaban.

- Vale, mamá...

- Amelia, cariño... - le dijo al verla llorar desconsoladamente – no te preocupes, que vais a poder hablar muy a menudo. En cuanto lleguemos a casa llamamos para que sepas que el viaje ha ido bien, ¿vale?

- G-gracias... - contestó secándose las lágrimas.

- Ya le he dicho que puede venir a casa cuando quiera – dijo Luisita.

- Claro que sí, nosotros encantados de recibirte. – esbozó una sonrisa.

Las niñas se abrazaron por última vez. Amelia intentó exprimir al máximo ese momento, consciente de que no se volvería a repetir nunca. Luisita, en cambio, ya empezaba a contar las horas para volver a abrazar a su amiga otra vez.

- Hasta pronto, Amelia, luego hablamos, ¿vale? – se despidió, a punto de empezar a caminar junto a su madre en dirección al coche, donde el resto de la familia las esperaba.

7Where stories live. Discover now