36 (thirty-six)

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Luisita volvió a la mesa después de hablar con Amanda y siguió dándole vueltas a lo que le había dicho. Miró a Amelia otra vez, que estaba riéndose con las anécdotas que Sara había empezado a contar del teatro y la vio más guapa que nunca. Desde el principio le pareció una chica guapísima, pero esa noche, en ese momento... tenía la sensación de que algo era distinto. Ya no sabía si era el alcohol o el lío que tenía en la cabeza después de haber recordado a su Amelia... ¿Su Amelia? ¿Debería seguir llamándola así? ¿Amelia seguiría considerándola su Luisita? Quién sabe... se había preguntado demasiadas veces si Amelia pensaba en ella y si la echaba tanto de menos como ella llevaba haciendo todo este tiempo. ¿Merecía la pena seguir empeñada en cumplir esa promesa que en su momento parecía inocente pero que llevaba persiguiéndola tantos años?

"- Amelia... ¿tú crees que nos vamos a querer siempre?

- Sí – respondió Amelia con firmeza, mirando las estrellas.

- ¿Pase lo que pase?

- Pase lo que pase.

Luisita se giró, apartando la vista del cielo y fijándola en su amiga.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo. – dijo mirándola también.

Luisita sonrió.

- Yo también te lo prometo, Amelia."

- Luisita – dijo Amelia sacándola de sus pensamientos.

- ¿Eh? ¿Qué pasa?

- Que si vienes a bailar.

- ¿Contigo?

- Las tres, lo digo para que no te quedes aquí sola.

Dudó un momento y de pronto escuchó de fondo el "Que nunca volverá, que nunca ha estado allí, que todas las promesas que hizo no eran de verdad" de aquella canción de El sueño de Morfeo y el mundo se le vino tan encima que apuró lo que le quedaba en el vaso y se lanzó a la pista. No quería pensar, no quería ser consciente de esa realidad en la que Amelia no iba a volver, ni a estar allí, cumpliendo la promesa que se hicieron. Estaba demasiado cansada y solo esperaba que si quedaba algo de la Amelia de aquellos años supiera perdonarla... porque en cuanto acabó esa canción y empezó a sonar Atrévete de Chenoa todo explotó. Antes de que pudiera darse cuenta estaba bailando en frente de Amelia, que al principio la miró de una forma que no supo descifrar, mientras parecía que se dedicaban la letra la una a la otra. Ya estaban demasiado cerca como para poder parar aquello. Se miraron intensamente cuando la canción bajó el ritmo, escuchando ese "Ven y atrévete, sedúceme, soy lo mejor que va a pasarte... enrédame, conquístame, ven y arriésgate..." que condujo a lo que era inevitable. Las dos llevaban demasiado tiempo conteniéndose las ganas y eso se reflejó en ese beso ansioso y desenfrenado que solo significaba el principio. Amelia se separó con la respiración agitada y la mirada llena de lujuria y dejó que fuera el alcohol el que la impulsara a dar ese paso que por miedo no había logrado dar estando sobria pero que deseaba más que nada en este mundo.

- ¿Vamos a mi casa?

Entraron a trompicones y Amelia la tomó en brazos mientras Luisita le rodeaba el cuello y le pasaba las piernas por la cintura para sujetarse y empezó a alternar los besos en la boca con los besos en el cuello. Fueron hacia la habitación y se tiraron en la cama, Amelia le apartó el pelo y a Luisita ya le sobraba la ropa. No podía más, le tiró del jersey para quitárselo y la morena respondió desabrochándose el sujetador, inclinándose de nuevo hacia ella.

- Amelia... - jadeó.

Y de pronto Luisita se despierta sobresaltada, llevándose una mano a la cabeza por el dolor (es lo que tienen las resacas).

7Where stories live. Discover now