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Pues sí... la psicóloga es Benigna. Allá por el capítulo 7 dije que Benigna no podía faltar en esta historia así que era cuestión de tiempo que fuera ganando el protagonismo que se merece. ¿Quién mejor para hacer de psicóloga que la señora con más fama de entrometida de todo el barrio? Además, que es la mejor amiga de Manolita... ¿será capaz de guardar el secreto profesional? Menos mal que Amelia no sabe nada de la amistad de su psicóloga y su ya casi suegra. No sabéis lo que me ha costado mantener el secreto desde el capítulo 13 cuando mencioné que Amelia iba a terapia... muy orgullosa de mí misma, la verdad. Me hace especial ilusión que sea ella porque me hace recordar la telenovela de las tardes donde Amelia también iba muchas veces a pedirle consejo sentimental, al final todo queda en casa. Antes de comenzar con la consulta, me gustaría matizar que esto es un fanfic y que el objetivo principal es entretener. No tengo ni idea de psicología, por lo que no recomiendo usar ninguna de las técnicas de Benigna ni pretendo ridiculizar la profesión, todo parecido con la realidad será fruto de la más absoluta de las coincidencias. Habrá sesiones más serias y otras que lo serán menos, como todo en la vida. Aclarado esto, comenzamos con la charla.

- Buenas días, debes de ser Amelia Ledesma.

- Sí – se sienta.

- Encantada, Amelia, yo soy Benigna Castro.

- Encantada.

- Le he echado un vistazo a los informes de tu antigua psicóloga, la señorita Katherine Taylor, ¿verdad?

El ojo que tiene Amelia para las psicólogas... así está la pobre.

- Sí, era ella.

- ¿Cómo te has sentido durante este mes que has estado sin terapia?

- Bueno... al principio bien pero hace unos días me pasó algo que no me esperaba y que no sé cómo llevar.

- ¿Qué pasó? Desde el principio.

- Pues yo me vine a Madrid por trabajo, estoy actuando en un musical en la Gran Vía y –

- ¿El de Moulin rouge? – interrumpe pronunciando moulin rouge tal y como se escribe.

- Eh... sí.

- ¿No serás tú la que canta lady marmalade? – también con pronunciación de Oxford.

- Sí, soy yo – responde confusa.

- Ay, hija, pues qué casualidad – exclama arrancando una hoja de su cuaderno - ¿Tú me podrías firmar un autógrafo para mi Virginia? Que fue a verte el otro día y no para de hablar de ti.

- C-claro... - lo firma y le devuelve el papel.

- Muchas gracias, no veas lo contenta que se va a poner. Es que quiere ser artista, ¿sabes? Ahora está trabajando en la panadería del barrio, en la plaza de los Frutos, es una chica muy guapa con rizos por si te la encuentras por ahí.

- Ah... qué bien.

- Bueno, ya te la presentaré, ya verás que os lleváis fenomenal.

Amelia asiente sin saber muy bien qué decir.

- Perdona, que me pongo a hablar y no paro, sigue contándome.

- Sí... pues que vine a trabajar y el día del estreno, después de la actuación una chica se coló en mi camerino.

- ¿Una fan? Qué recuerdos de mi juventud... yo hice lo mismo en un concierto de Raphael.

- A ver, no exactamente... vino a darme el teléfono de una amiga suya que me quería conocer.

7Where stories live. Discover now