65 (sixty-five)

507 47 6
                                    

Podría enrollarme y meter aquí cuatro o cinco párrafos kilométricos pero por una vez voy a remar a favor del espectáculo y voy a dejar que los hechos hablen por sí solos.

— Bueno, pasa. Ponte cómoda. — cierra la puerta. — ¿Quieres tomar algo?

— Un agua, si no es molestia.

— Voy. — Luisita se sienta en el sofá hecha un manojo de nervios y Amelia le sirve un vaso de agua. — Toma.

— Gracias. — le da un trago.

— En realidad yo también necesitaba hablar contigo, pero te he visto tan rara esta mañana que no he querido molestar. Luisita, si anoche hice algo que te hiciera sentir mal de verdad que lo siento, no era mi intención.

— Tranquila, si fui yo que... me precipité, perdóname tú a mí.

— No quiero que me malinterpretes, si a mí el beso me gustó, lo que pasa es que por cosas mías no pude...

— Que no fue el momento adecuado y ya está, no te preocupes, lo entiendo. De todas formas yo... quería hablarte de otra cosa.

Amelia la mira confusa.

— ¿Qué pasa?

Luisita suspira, se lleva una mano a la cara e intenta reunir el valor suficiente.

— Antes de nada quiero que sepas que... me ha encantado pasar estos días contigo y que no pretendo entrometerme en tu vida, ni exigirte nada, ni...

— Luisita, no estoy entendiendo lo que me quieres decir. ¿A qué viene esto?

Luisita bebe un poco más de agua.

— Que tú y yo ya nos conocíamos de antes, coincidimos un verano en el pueblo de mi abuela. — dice de carrerilla y sin atreverse a mirarla siquiera.

Mira que Amelia ha sido víctima de innumerables encerronas desde que empezó este fanfic y ha pasado por prácticamente todos los estados de ánimo posibles pero ha desbloqueado uno nuevo que es el de ponerse blanca como el papel y quedarse como si le hubieran dado al botón del pause, es que ni parpadea.

— Bueno, entiendo que te ha pillado de sopetón y... necesitas tiempo para hacerte a la idea. — dice Luisita al ver que literalmente no reacciona. — Siento haberlo soltado así, la verdad es que decir las cosas con tacto nunca ha sido mi fuerte.

Amelia poco a poco parece que va despertando y su cabeza como puede intenta hacer un balance de la situación. En primer lugar, ¿cómo coño se ha enterado Luisita? ¿se le ha escapado a alguien de su familia? En segundo lugar, ¿qué se supone que tiene que hacer ahora?

— Luisita, yo... ya lo sabía.

— ¿Qué?

— Que... ya sabía que eras tú, lo supe desde que te colaste en el camerino.

Cuando levanta la cabeza ve en sus ojos todo aquello que había querido evitar durante años: dolor.

— ¿Me estás diciendo que todo este tiempo lo has sabido y no me has dicho nada?

— Quería decírtelo pero no encontraba el momento y –

— Ya, así que mejor hacer como si nada y jugar con mis sentimientos porque total, ¿qué más da? Si seguramente no te hayan importado nunca. — dice aguantándose las ganas de llorar.

— Eso no es así, yo no...

— Espero que te lo hayas pasado bien riéndote de mí — se levanta — porque se acabó, no quiero volver a verte nunca más. Haz como has hecho todos estos años, que no te costará mucho.

7Where stories live. Discover now