64 (sixty-four)

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Lo cierto es que Pelayo hasta ahora había tenido poco protagonismo y eso es algo que no se podía consentir. La improvisación es lo que tiene, que aunque a veces quieras darle un papel importante a un personaje al final te acaba llevando un poco por donde le da la gana. De hecho, si por mí hubiera sido habría metido a mucha más gente en el fanfic (por si no hubiera ya bastante) lo que pasa es que no he acabado encontrándoles hueco.

Que Pelayo se haya enterado de todo no es malo, más bien lo contrario. Sabemos que no dirá nada y además ahora contamos con la experiencia de un señor que tiene 150 años en cada pierna. Me da pena Marcelino, que es el único que sigue viviendo en la ignorancia (de los que pueden reconocer a Amelia porque ni Manolín, ni Marisol ni Ciriaco saben nada obviamente), pero tiene que entender que tiene la boca como un buzón de Correos y era necesario tomar precauciones. Aunque bueno, nunca se sabe lo que te puede deparar el futuro y no podemos descartar del todo que pueda liarla igualmente porque es impredecible como una escopeta de feria. Se acabará enterando, pero ya veremos cómo se toma que toda la familia lo supiera y no le dijeran nada.

Todas estas introducciones (o monólogos, como lo queráis llamar) me las imagino como una voz en off antes de pasar a la primera escena con letras que van saliendo poco a poco como en la intro de Star Wars (lo único que he visto de Star Wars, la verdad). ¿Que la introducción sería medio episodio? Sí, ¿y qué? Si total, la serie me la van a cancelar por homofobia haga lo que haga.

Leonor y Luisita se sientan en el sofá.

— Bueno, pues soy toda oídos.

— No sé ni por dónde empezar.

— Por el principio es lo más lógico.

— Ya.

— No sientas que te estoy obligando a contar nada. — le aclara. — Si no quieres hacerlo no hace falta, yo lo único que quiero es ayudarte.

— Si lo sé, lo que pasa es que estoy muy agobiada con este tema. No sé qué hacer, no sé cómo comportarme, ni cómo asimilarlo, ni –

— A ver, tranquila. — se acerca y le agarra las manos. — ¿Tan grave es?

— Para mí sí.

— Pero me has dicho antes que esa chica no te había hecho nada.

— Es que no tiene que ver con lo que haya hecho, más bien... con ella en sí.

— No entiendo por dónde vas, Luisi.

— ¿Recuerdas el último verano que pasamos en el pueblo de la abuela? — Leonor asiente. — ¿Y te acuerdas de mi amiga Amelia?

— Sí, ¿pero qué tiene que ver ella en todo esto?

— Que he descubierto que esta chica que he conocido es... ella.

Leonor ahora mismo flipando y repasando mentalmente quién puede habérselo chivado.

Mi primer sospechoso sería Ignacio.

— Pero... ¿estás segura? ¿cómo lo sabes?

— Anoche dormimos juntas y... le vi una marca de nacimiento que era igual a la que tenía mi amiga.

— Ya.

— Y ahora yo... pues... no sé cómo enfrentarme a esto. Sigo sin creerme lo que ha pasado, han sido tantos años que...

— Bueno, es normal, necesitas tiempo.

— Sí, pero tampoco puedo estar rehuyéndola toda la vida. Al final se va a dar cuenta de que algo me pasa.

— Ahí tienes razón.

— Por no hablar de que no sé cómo va a reaccionar cuando se lo cuente.

Este es el momento en el que Leonor se da cuenta del papelón que tenemos encima. ¿Qué debería hacer ella? ¿Decirle a Amelia que Luisita lo sabe para prevenirla? ¿Contarle a Luisita que ella ya sabía que era Amelia? Aunque bueno, eso implicaría que pudiera pensar que Amelia ya sabía que Luisita era Luisita y entonces Amelia no podría explicarse.

7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora