33 (thirty-three)

822 79 23
                                    

Han sido muchísimas emociones hoy. El reencuentro con Marta, la presión de querer hacer bien una coreografía que se ha tenido que preparar en dos días, la miniescena de película que acaba de tener con Luisita y que no sabe muy bien cómo interpretar aún... ¿Le estará dando vueltas a algo que quizás no sea para tanto? A lo mejor para Luisita no ha significado nada y queda en otra de las 500 casualidades que se han dado en este fanfic y que Amelia está magnificando porque siente cosas por su amiga y además tiene miedo de que descubra que oculta algo. Correremos un tupido velo y haremos como que esto no ha pasado, igual que con el pico que se dieron el otro día (pero que pasó y yo no lo olvido (y ellas tampoco)). Sea como sea, la oferta de Sebastián de tomarse algo para ahogar las penas la piensa aprovechar pero me da a mí que el plan de Amelia es más bien el de beberse hasta el agua de los floreros aunque mañana le toque soportar la resaca. Sinceramente no sé por qué estoy usando tanto el alcohol en este fanfic pero no bebáis mucho que es malo para el hígado y que al final no soluciona nada porque cuando te levantas los problemas siguen ahí y encima te duele la cabeza y todo en general, es una mierda. Total, que Amelia vuelve al camerino e intenta tranquilizarse porque en cualquier momento van a llamar a la puerta (y efectivamente, llaman.).

- ¿Se puede? – pregunta Luisita entreabriendo la puerta para no volver a pillarla cambiándose o derivados.

- Sí, sí, pasad.

- Ameliaaaa, tía – las niñas se abalanzan sobre ella.

- Hola, preciosas – les devuelve el abrazo. - ¿Qué os ha parecido el musical?

- Lo has hecho genial – dice Lucía.

- La mejor de todos – dice Eva.

- Bueno, bueno, es que me veis con muy buenos ojos – ríe pero se nota que se ha emocionado un poco porque estas tres la tienen ya más que conquistada.

- Solo te dicen la verdad – se escucha a Luisita de fondo, que se ha quedado un poco apartada para cederle el protagonismo a las trillizas.

Amelia levanta la vista y se queda un poco (bastante) pillada porque en el intercambio de miradas de antes no había podido apreciar en condiciones lo guapa que iba.

- G-gracias. Estás... guapísima.

Amelia, toma un pañuelo para la baba.

- Gracias – contesta algo tímida. – Tú también.

- Pues ha comprado sirope de chocolate – suelta Aurora.

Que no falte la aclaración.

- Anda que os ponéis pesadas con eso, eh. – dice Luisita intentando que la situación no se vuelva excesivamente incómoda.

- Bueno, ¿queréis que os enseñe lo que tengo por aquí? – Amelia aprovecha y cambia de tema.

- Siiii.

- Mirad, aquí es donde guardan el vestuario – se levanta y las niñas la siguen.

- Qué bonito – dicen ilusionadas.

- Tomad – les pone una boa de plumas a cada una, de colores diferentes. - ¿Ves? Os sientan fenomenal. – sonríe al verlas tan contentas.

- Pues sí – sonríe también Luisita.

De pronto alguien entra, porque siempre tiene que entrar alguien. ¿Quién será? ¿La señora de la mesa 5 ha conseguido engañar al guardia?

- Amelia, ¿te apet- uy, perdón, no sabía que tenías visita – se disculpa Sara.

Claro, ya tardaba en aparecer...

- No pasa nada, dime. Bueno... Sara – la señala – esta es Luisita y sus sobrinas.

7Where stories live. Discover now