55 (fifty-five)

488 49 8
                                    

— ¿Le has dicho a mi padre que venías?

— No, me habría estropeado la sorpresa. Ya le conoces. – apura el plato.

— Pues menuda alegría le vas a dar.

— Luego me pasaré por el bar a saludar. Antes tengo que ir al hotel y dejar mis cosas.

— ¿Cómo que hotel?

— ¿Qué pasa?

— Pues que no hacía falta, te podías haber quedado aquí que sabes que no me importa.

— Da igual, si he pillado una oferta y se me ha quedado baratísimo.

— Pero aún así... Manolín se está quedando a dormir pero podrías haber dormido conmigo y ya.

— ¿Y soportar tus patadas toda la noche? Ni hablar.

— Oye – le da un manotazo en el brazo. – Que yo no hago eso.

— Han sido meses durmiendo juntas, guapa, claro que lo haces. Lo que pasa es que estás dormida y no te das cuenta. – Luisita frunce el ceño molesta y Laura la mira con una sonrisa. – Va, no te me enfades. Si yo te lo digo todo con muchísimo cariño, ya lo sabes.

— O sea que lo sigues manteniendo.

— No, lo retiro. Estaba de broma. – dice para contentarla.

— No, así no me vale. – Laura ríe. – No te rías.

— Yo que te iba a invitar a cenar esta noche por ahí... — a Luisita le cambia la cara. — ¿Qué?

— Que he quedado para cenar aquí en casa con Amelia.

— Vaya, vaya... así que viene la novia.

— No es mi novia.

— Tiempo al tiempo. – le da un trago a la cerveza. – Si hace falta os doy un empujón.

Pues no vendría mal darle un poco de ritmo a este asunto.

— Ni se te ocurra meterte, que nos conocemos.

— ¿Yo? – hace el gesto de echarse la cremallera. – Si tú dices que no me meta, no me meto.

— A ver si es verdad.

Se mantienen la mirada.

— Te gusta mucho, ¿no?

— Sí. – admite. – No quiero que se estropee.

— No se va a estropear, ya verás.

— Estás más segura tú que yo.

— Bueno, es que confío en tu criterio. Siempre has tenido buen gusto – le guiña un ojo. – y si te ha gustado por algo será.

— Ya, bueno... no me fiaría yo de mis gustos.

— ¿Por qué dices eso?

— Nada, da igual. – le esquiva la mirada.

— Luisi, mírame. – ni caso. – Luisa Marg—

— Otra como Manolín, lo que me faltaba – se queja.

—Va, pues cuéntamelo entonces.

Luisita suspira.

— Conseguí el número de Amelia.

— ¿Amelia...?

— Sí, Amelia mi amiga del pueblo. Bueno, aunque de amiga ya poco.

— ¿Pero qué ha pasado?

7Where stories live. Discover now