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SeokJin miraba su té con tranquilidad, una que alertaba a quienes estaban alrededor, que no estaban acostumbrados a verlo en silencio, su mirada analítica era una fachada que cubría la inseguridad de su corazón, reproducía en su mente una y otra vez aquellas imágenes de la noche anterior, cuando estuvo en la misma cama que su esposo, cuando fue tocado con aquellos dedos largos y fríos y que sus besos se reencontraron con los cálidos belfos que le recibieron con excitación.

Sabía que estaba yendo a un rumbo del que no podría salir ileso, es por eso que se negaba a aceptar algún sentimiento de aquel acto, todo había sido algo carnal, nada más, tenía que mentalizarse y asegurar que no había sentido nada, que su cuerpo no vibró desde dentro hacia afuera por ser tocado de esa manera, no era justo, no para él.

—Debí darle esas gotas—susurró para sí mismo.

Se recriminaba haberse mostrado débil frente a él, jamás debió permitirlo, pero, tampoco pudo evitarlo, su encuentro con el pasado hizo que viejas heridas se abrieran dejándolas a carne viva, sangrando y ardiendo, Namjoon era ese ácido que abría hasta la más diminuta marca, quien incitaba un doloroso juego del que saldría lastimado.

—Mi señor, ha llegado esto para usted—dijo uno de sus sirvientes entrando con un arreglo de flores, rosas rojas, sus damas miraron animadas aquel regalo.

—¿Quién lo mandó? —dijo Joy con los ojos brillantes.

—Son hermosas—asintió Wendy.

SeokJin las observó fijamente, hasta que estas llegaron a la mesa que estaba frente a él, entrecerró los ojos al tiempo que tomaba una nota, al abrirla supo de quien venían, la perfecta caligrafía se lo dijo a gritos.

Gracias por tus servicio, tan complaciente como siempre.
Algunas cosas no cambian.
Nos vemos está noche, esposo.
NJ.

Arrugó la hoja al tiempo que la lanzaba al piso, sus damas se quedaron expectantes, miró al sirviente que le había llevado las flores con severidad, aún sabiendo que él no era el culpable.

—Tíralas—ordenó—. No quiero verlas.

El hombre asintió antes de tomarlas e irse, se quedó en silencio, ellas, al verlo comprendieron que aquel regalo no era bien recibido. Irene acercó un poco de más té a su alteza.

—Tome, es bueno para los nervios.

—Claro, porque ahora estoy a punto de explotar—suspiró tomando la taza—. Es una burla, ese hombre es una burla total.

—¿Qué pasó en la noche? —preguntó Joy con curiosidad, haciendo la pregunta que nadie más se había atrevido a hacer.

—Pasó que tuve que entregarme a él—chasqueo la lengua—. Y lo odie, cada segundo que pase a su lado fue un asco.

—Lo siento mucho mi señor—suspiró Irene con preocupación.

—Pero, al mismo tiempo, fue excitante—bufó—. Es bueno en la cama no lo negaré, por cierto, dile a Mirna que me el té para evitar un embarazo.

—Señor, pero, ¿Eso no es en contra de lo que se le pidió en la corte?

—Lo es—sonrió ladino—. Pero, de ninguna manera aceptaré tener un hijo de él. Así que da la orden y que sea rápido, porque hoy en la noche volveré a verlo. Namjoon cree que me tiene, pero no, él jamás volverá a tenerme.

—Mi señor ha venido alguien a verlo—dijo una sirvienta entrando a la sala.

—Cansado de las sorpresas—negó antes de levantarse—. Esperen aquí.

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Where stories live. Discover now