El Rey Del Recuerdo *Namjin*

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El consejo miraba a los reyes con una mezcla de incertidumbre y curiosidad, estaban seguros de que estos les darían la noticia de que en el vientre de su alteza había un heredero creciendo, era lo que todos esperaban y lo que vendría bien a Scarlanding, que sus reyes engendraran herederos sanos para la corona, era crucial, pero, el semblante mortificado de ambos, disminuía las posibilidades de tranquilidad, algo no estaba bien y ellos iban a saberlo de sus propias bocas.

—Los hemos convocado, porque necesitamos comunicarles la decisión que hemos tomado—dijo Namjoon quien estaba mirando de frente a los miembros del conseno, SeokJin estaba a su lado guardando silencio—. Está es tan decisión que hemos pensado y analizado teniendo en cuenta el bienestar de Scarlanding.

Seungri le observó dubitativo. —¿Estás seguro que esto es por el bienestar de Scarlanding y no del tuyo?

—Basta con ver la cara de su alteza para saber que esto no puede significar algo bueno—soltó Vernon sin dejar de mirar a SeokJin quien intentó cambiar su semblante haciendo todo más evidente.

—Debemos aprender a separar las cosas—bufó Leeteuk—. Nuestro rey, siempre ha visto por el bien de Scarlanding, no podemos poner en duda su capacidad para tomar buenas decisiones que ayuden al reino.

Namjoon apretó la mandíbula con fuerza, porque la noticia que les traía ese día, no beneficiaba a Scarlanding, porque ningún reino podría beneficiarse del divorcio de sus reyes, no cuando uno de ellos era la adoración del reino y había hijos de por medio. SeokJin estaba tenso, podía sentirlo desde su lugar, sabía que él estaba pensando lo mismo.

—Por favor mis señores, los escuchamos—interrumpió JiYong, sin despegar la vista de SeokJin.

—Desde el momento en que nací, mi crianza fue dirigida a llevarme por el camino del bien, para convertirme en el rey que Scarlanding necesita, sin embargo, en el camino ha habido algunos inconvenientes que han puesto en tela de juicio mi mandato, uno es, la forma en la que mi padre me dejó el reino, no juzgo su decisión, puesto que es lo mejor para su salud, pero, eso puso en duda mi reinado—aclaró su garganta—. Durante años, he visto por el bien de mi reino, por el crecimiento de mis ciudadanos, porque sin ellos, el reino no es nada, busco el bienestar de todos, sobre el mío, desde niño supe que este era mi destino y que debía compartirlo.

SeokJin estaba atento a cada una de sus palabras, una de las cosas que admiraba y que siempre destacaba de Namjoon era su capacidad para dirigirse hacia los demás, con vehemencia y claridad, siendo tan formal y convicente, desarrollaba tan bien el papel como rey, que no tenía la menor duda de que Scarlanding era lo que era en esos momentos por él.  Lo admiraba, a pesar de lo que había sucedido entre ambos, la admiración que tenía por su reinado y por la persona en la que se había convertido no había cambiado.

—SeokJin y yo estuvimos emparejados desde la cuna, mi madre lo eligió de entre decenas de hijos de nobles, porque sabía que nuestra unión beneficiaban al reino y además porque vio en él lo necesario para la enorme labor de ser mi esposo y reinar a mi lado, aprendimos juntos, vivimos juntos y reinamos juntos. He de admitir que no he sido justo con su alteza, me he equivocado y eso se ha visto reflejado en todos ustedes, es por eso, que esta tarde después de semanas de deliberación, hemos tomado una decisión.

Namjoon miró inseguro a SeokJin quien le observaba fijamente, perdido en sus memorias, en sus palabras que no eran más que una realidad dolorosa, que se habían insertado entre ellos, porque sí, habían sido educados para reinar juntos, desde niños se les inculcó ese destino y el sentimiento de culpa por no lograrlo de la manera adecuada. Sus ojos se encontraron y se reflejaron en el otro, eran similares, es por eso que sus personalidades empataban juntas, Namjoon se percató de algo, el dolor y la inseguridad, SeoKjin no estaba seguro de lo que iba a suceder. Entonces, él le reflejó que se encontraba de la misma manera, inseguro de sus decisiones, torpe y temeroso de estar alejando al amor de su vida nuevamente, de no ser capaz de cumplir sus promesas.