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Se miraron por un largo momento, ambos en completo silencio, los minutos parecían horas, mediante sus pupilas no dejaban de expresar el monumental disgusto que tenían por el otro y lo incómodos que estaban al tenerse cerca siendo que años atrás corrían por el castillo de la mano, siendo pasionales e inseparables. Recuerdos que quedaban enterrados en el pasado bajo una nube de dolor. 

—¿Disolución? —preguntó con una ceja alzada—. ¿Divorcio?

—Sí, te quedarás en este palacio, pero perderás todos los beneficios en la línea de sucesión—declaró con voz fría—. Sólo acepta ante la corte perder tus privilegios y yo te dejare en paz, para siempre.

SeokJin rió por lo bajo. —¿Qué es lo que pretendes con esto? ¿Tiene que ver con tu bastardo?

Namjoon apretó la mandíbula molesto. —No hables porque esa linda boquita que tienes puede terminar reventada, no digas estupideces y sólo dime que te presentaras ante el consejo a renunciar a ser mi esposo y al rey de Scarlanding.

—¿Crees que te tengo miedo? Ya sé la clase de demonio que eres—negó—. No te daré nada, menos si es para desposar a tu zorra, yo no pierdo mi lugar, porque aunque las pasees por todas partes el pueblo sabe que yo soy el rey—soltó con suficiencia—. Y eso no va a cambiar por una zorra cualquiera. Me declinó a tu oferta.

El rubio negó molesto, pero puso una sonrisa traviesa, estaba impresionado de la lengua viperína de su esposo a quien había olvidado, pero no tanto como para recordar que era un sumiso ¿Tanto había cambiado? Se acercó hasta tomar asiento frente a él, interesado del espectáculo que estaba dando.

—¿Qué quieres? Te doy lo que me pidas, con tal de no tener que verte por el resto de mi vida—sonrió terricamente—. Sólo acepta y aléjate como la desgracia que eres.

SeokJin aspiró con fuerza al tener tan cerca al hombre que había amado y odiado con pasión. Le daba asco su presencia, porque le hacía recordar lo que había sufrido por su crueldad e indiferencia, por su injusticia.

—Nada—sonrió falsamente—. Estar atado a mí es tu maldito castigo, disfruta de tu desventura, porque yo no me iré a ningún lado. 

Namjoon gruño antes de levantarse y de manera rápida tomarle de los cabellos estirando hasta hacer su cabeza hacia atrás, se agachó para mirarlo con rabia muy cercano a sus labios, el pelinegro tembló de miedo, sus ojos se fijaron en aquellos duros y llenos de locura. 

—Escúchame bien pequeña escoria, tú y tus malditos bastardos sufrirán las consecuencias, si no me das lo que te pido—sus ojos no mentían y eso le aterrorizó—. Soy capaz de matarte—rio y con esto le heló la sangre—. Mi favorita tendrá un varón y él no podría acceder al trono si tú estás en el camino, tú sabes que haré todo lo posible para sacarte del camino no por nada has estado recluido aquí tantos malditos años, serás la puta que eres y cobrarás tus servicios, como lo has hecho antes.

SeokJin se encendió al escucharlo hablar de esa manera de sus hijos,  con el ceño fruncido y sin importarle la mano que le imposibilitada, tomó a Namjoon del cuello arañando un poco su clavícula en el proceso. Lo empujó al piso haciéndolo caer de la sorpresa y se puso sobre él tomándolo con ambas manos del cabello, Namjoon hizo una mueca antes de darle un puñetazo en la mandíbula que SeokJin le regresó sin dejar de estas sobre él. Ambos se miraron jadeando, heridos y desafiantes.

—¡Nunca vuelvas a hablar de ellos! Tú sucia boca no está hecha para nombrarlos, hazlo de nuevo y yo mismo te asesinaré mi rey—gruñó cerca de su rostro—. No te daré nada, así que alejate de mi y cuida a tu bastardo.

—Al menos ese sí es hijo mío—rio sofocado, pero SeokJin pudo alcanzar a ver un destello de dolor en sus ojos, fue tan rápido que le dejo perplejo con la suficiente distracción como para que Namjoon se volteara quedando sobre él, tomó sus manos con fuerza marcando sus muñecas.

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora