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La neblina que cubría aquel laberinto le hizo toser, en su garganta sentía ácido, el sabor de la sangre prevalecía en su boca, con ojos cansados miró a se alrededor donde no había nada más que piedra y hiedra, las hojas marchitas crujían bajo sus pies descalzos, dirigida la vista al frente, donde un pequeño campo de rosas rojas y amarillas descansaban apacibles, fue incapaz de mantenerse quieto, el olor repugnante del ambiente le hacía cubrir su rostro cansado y húmedo. Era asqueroso, como si algo se estuviera descomponiendo.

A lo lejos escucho una risa, un pequeño sonido infantil, miró a su costado donde una niña corrió levantando con sus pies el polvo y las hojas, quiso seguirla, pero el insaciable sentimiento de culpa le detuvo por completo. Gritó, pero ella no le escuchaba, siempre era lo mismo, ella pasaba y él no podía alcanzarla.

Escuchó después su voz, aquella dulce y melodiosa voz que le llenaba de satisfacción, el viento traía consigo un cúmulo de recuerdos que le hacían jadear y estremecerse, el vello de sus manos se levantó trayendo consigo aquella característica sensación de ahogo.

—Eres el amor de mi vida Jinnie—escuchó su propia voz salir de su boca sin poder controlarla.

—Y tú el mío, mi rey—rieron a su costado..

SeokJin....en lo único que podía pensar para mantenerse al margen de la locura, era en ese hermoso pelinegro al cual escuchaba aclamado las mismas respuestas. Bajo la miraba a sus pies sucios y ensangrentados.

"Debes despertar"

—Lo intento—susurró grave.

—¿En qué piensas? —dijo de nuevo, a su alrededor el frío le llenaba, pero no sé quejó, pues lo único que pudo ver fue al hombre de sus sueños sumido en la seriedad.

Comenzó a temblar. —Lo siento—fue lo único que pudo decir.

SeokJin suspiró. —Extrañaba las rosas aqui—siguió como si no le hubiera escuchado.

—Recuerdo que fue mí idea plantarlas—recordó—. Lo hice para ti.

—Sí—susurró—. Lo sé.

—No quiero que te vayas—dijo al fin aquello que su corazon deseaba—. Me siento solo aqui..

—No me quedaré, lo siento—respondió con una sonrisa triste—. Tú tampoco deberías quedarte, te esperan.

Namjoon le miró confuso.—¿Entonces para qué has venido? ¿Por qué me torturas de esa manera?

—Porque me has llamado y yo siempre te escucho—dijo sin gota de arrepentimiento—. Te debo lealtad.

—¿Y amor? —susurró temeroso—. ¿Me has dejado de amar?

La frialdad de la mirada del pelinegro lo descoloco, sus manos comenzaron a temblar. —Eso ya no existe entre los dos.

—Este es tu hogar y el de mi hija.

Parecía que el nombramiento de su pequeña le molestó porque le miró con odio, rió sonoramente. —¿A la misma que odias? Dices que no es tuya....¿La quieres hacer sufrir como a mí?

—No...—murmuro—. Ella... Yo quiero estar con ella, quiero conocerla.

—Ella no puede estar aquí Namjoon, ella es vida tú eres odio. 

Este le miró confuso. —¿Qué.....eso No es cierto?

—No trates de ocultarlo por favor—suplico—. El amor no existe...tú ya no existes.

Lo tomó de los hombros sintiendo tanta desesperación que su cuerpo vibraba, le miró con los ojos perdidos y lo acercó a su cuerpo. —Yo te amo como la primera vez, por favor no me dejes, sácame de aquí, no quiero morir. Te quiero a mi lado.

—Mentiroso—sonrió ladino.

—No miento, jamás lo haría—sollozo volviendo a llorar como lo hacía cada que esa visión se presentaba ¿Que significaba?

—Entonces soy yo quien no te cree—dijo helado—. Liberame.

—Te demostraré que nadie es mejor que tú, porque eres mi rey y ambos estamos unidos, cometí un error por la lujuria, pero te necesito—susurró cerca de su oido—. No te dejaré ir, no me dejes solo. Tengo miedo.

Le miró con lágrimas en los ojos. —Por favor, simplemente despierta. Te necesitamos.

Bajo la mirada a su cuerpo y se dio cuenta que este tenía un vientre redondeado, subió la mirada con asombro y miedo.

—No sé como, dime qué hago.

Escuchó entonces un lamento, miró a sus espaldas y vio a una rubia llorando sentada cerca de las rosas. Con miedo se acercó, ella seguía sollozando sin poder detenerse. La tomó del hombro, cuando está volteó cayó de espaldas de la impresión.

—Rosé—dijo con miedo porque la chica sangraba de la boca, ella le observó antes de comenzar a vomitar sangre, retrocedió arrastrándose en las hojas y la tierra.

—Despierta Namjoon—dijo SeokJin.

—Ella... ¿Por qué ella? —balbuceo incoherente.

—Ella está muerta—susurró de nuevo—. ¡Despierta!

—¡No! ¿Que está pasando? —gritó lleno de miedo.

SeokJin apareció a su lado y lo tomó de los hombros mirándolo a los ojos, estos ya no eran castaños sino negros, hoyos sin vida, a su lado había un niño que lloraba desnudo mientras se abrazaba a una máscara de oso.

—Despierta—susurró de nuevo muy cerca de sus brazos—. Aún no es tiempo.

—Yo...—temblo sintiendo todo su cuerpo doler.

—Abre los ojos y verás, sólo tienes que mirarlo a los ojos, si lo haces entenderás, pero tienes que despertar.

El viento soplo con fuerza levantando las hojas secas, observó con horror como el rostro angelical de su SeokJin se volvía gris, sin vida, como si estuviera muerto.

—¡Por favor, para esto!

Desesperado trato de soltarse de su agarre sin éxito. Forcejeaba mientras en su mente se reflejaban las perturbantes imágenes de un granero, de la sangre y de un bebé. Negaba llorando.

—¡No!

—¡Despierta!










Namjoon abrió los ojos y miró la luz de su habitación. Se quejó del horrible sabor de boca que tenía. No podía moverse, estaba confundido, no sabía si se encontraba despierto o soñando.

—Namjoon—escuchó que le llamaban antes de sentir náuseas. Miró a su lado y lo vio. Completamente despeinado, con una pijama roja y esos ojos castaños que le observaban con asombro. —Despertaste ¡Jackson llama al médico!

¿Qué estaba pasando?

De nuevo cayó en la inconsciencia, pero está vez no vio o escucho nada.





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El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora