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—La bebé crece bien—sonrió Irene mientras mecía a la pequeña que estaba por despertar. 

SeokJin quien se encontraba a unos pasos de distancia tomando el té asintió distraído, habían pasado algunos días desde que nació JiEun y habían ordenado que nadie cuidaría de ella a excepción de él, se encontraba mucho mejor, en dos días iría por sus hijos a la Villa de su padre, pero estaba inseguro de haber tomado la decisión correcta, las cosas con Namjoon estaban bien, sin embargo aún quedaban cabos que atar, mostrarle su mayor tesoro a Namjoon era un verdadero acto de confianza, ella era todo lo que tenía y lo que en verdad quería en ese mundo, si se veía lastimada él podría morir de la desgracia. 

—¿Pasa algo mi señor? —preguntó su dama.

—Nada, sólo....no es nada—le sonrió—. Lleva a la niña con la nodriza, yo aún no puedo alimentarla.

—De inmediato—hizo una reverencia y se alejó.

SeokJin se quedó mirando a la nada, en su pecho crecía una enorme opresión, estaba preocupado y en su mente sólo se encontraba la imagen de su hija, cerró los ojos esperando que no fuera nada, que estuviera tomando la decisión correcta y que su hija pronto se encontrará en sus brazos.

















Namjoon se encontraba en su oficina hablando con sus consejeros y generales, Hoseok le explicaba la estrategia que estaban por usar para encontrar la cede del ejército rebelde, él escuchaba atentamente, aunque su interés en el tema era genuino su mente divagaba, últimamente las cosas estaban cambiando y el ambiente era tan tranquilo que parecía irreal, era como la calma antes de la verdadera tormenta, esperaba que los dioses hayan tomado su sufrimiento como una prueba de su fortaleza y ahora le dejarán gozar de lo que estaba construyendo. SeokJin y él estaban distantes, pero bien, no se gritaban u odiaban, su esposo estaba molesto porque se había negado a ver a JiEun, o incluso a reconocer su existencia, pero si no hablaban de ella o de Ailee, las cosas entre ambos marchaban bien.

—Si vamos por el este podríamos encontrarlos—dijo con la mano en la barbilla—. ¿Qué piensas Namjoon?

El nombrado suspiró. —No sé si seamos capaces de encontrarlos bajo esa estrategia, es la más obvia, es imposible hacerlo, es mejor ir por el oeste.

Jackson asintio. —Concuerdo con el rey es...

La puerta fue tocada, los tres hombres levantaron la vista. —Abre—le dijo al sirviente que se mantenía al lado de esta. 

Se sentó derecho y miró como un hombre apurado entraba, no lo reconoció, entrecerró los ojos y sus guardias se pusieran a la defensiva

—¡Mi señor! —dijo el hombre inclinándose. Estaba agitado, sudoroso y temeroso.

—¿Quién eres tú y a qué has venido? —preguntó con frialdad.

El hombre levantó la vista. —Vengo de la Villa Kim—explicó de inmediato—. Hay un problema mi señor, uno muy grave.

—¿Qué ocurre? —actuó atento al escuchar de donde provenía, un mal presentimiento albergo su pecho.

—Señor...mi amo me ha mandado a entregarle esto con suma urgencia. 

Con una seña le indicó a su sirviente que recibiera el recado, cuando lo hizo lo llevo a sus manos, el sello era de los Kim por lo que no tardó en abrirlo. Leyó las primeras líneas y sus ojos se abrieron aterrorizados, sus manos temblaron y su gesto se endureció, arrugó la hoja con coraje, era como si su peor pesadilla se hiciera realidad, nada se comparaba a ese momento de angustia real. Tragó sintiendo la inestabilidad de su cuerpo.

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Where stories live. Discover now