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Mirar el castillo en aquella mañana nublada era terrorífico. Múltiples recuerdos de su última estadía entre esas paredes de piedra y granito le dejaban un mal sabor de boca, nunca creyó regresar a pisar esos páramos o a ser recibido por todos los sirvientes con una inclinación de respeto. Algunos le sonreían asombrados de verlo otros guardaban la compostura porque lamentablemente no era un buen momento.

Cerca de la puerta principal JiYong se acercó a él con los ojos hinchados que gritaban no haber descansado en horas. Le tomo la mano dándole apoyo moral, porque a pesar de todo él era el esposo del rey, si algo pasará no le darían las condolencias a las concubinas sino a él. Su lugar seguía seguro al menos en el corazón de los demás, fieles a las leyes divinas que los habían unido.

—He venido en cuanto me dijeron ¿Cómo se encuentra?

—Mal—suspiró detonando cansancio—. No ha despertado, su pronóstico no es bueno, entra a verlo por tus propios ojos querido, creo que está vez mi sobrino no será capaz de burlar a la muerte.

Tragó tratando de eliminar el nudo en su garganta. De la mano de JiYong, mano derecha de su alteza, entró al castillo que había decorado años atrás, le maravilló encontrarse con que todo estaba justo como lo dejó. Las paredes llenas de pinturas y retratos coloridos, las estatuas en las esquinas al igual que las antigüedades y las cortinas color vino con listones dorados, todo parecía igual, sin embargo, no destinaban en él los mismos sentimientos, de inmediato se sintió ajeno, por completo sofocado. No le gustaba estar ahí.

Caminaron por los pasillos cerca de personas que les hacían reverencia y algunos sirvientes quienes les preguntaban sobre sus comodidades. Era su trabajo, pero se sintió atacado ¿Cómo él podría estar cómodo en una situación como esa?

Llegaron al pasillo de sus pesadillas, suspiró temblando, los mejores y peores momentos habían pasado en esa habitación, pero ahora todo parecía tan lejano que no podía recordar con exactitud lo que antes sintió, en todo lo que podría pensar era en Namjoon. Al llegar se dió cuenta de que Jackson permanecía en la puerta con una mirada afligida, a su lado se encontraban dos de las concubinas, Jisoo le observó con una mueca, la otra chica, una castaña de ojos tristes hizo una reverencia.

—Ellas aquí no es nada, tu papel es siempre estar a su lado—dijo JiYong en su oreja—. No las dejan pasar.

SeokJin no pensó ver a su hermana en esa situación aunque debió intuirlo. Reanudaron su caminata hasta que las chicas estuvieron tan cerca que pudo ver que la segunda, a la cual no conocía era la concubina embarazada.

—No tenías permitido volver—dijo Jisoo con voz dura sorprendiendo a Jackson y a JiYong por su insolencia.

SeokJin miró a la pelinegra con el seño fruncido aquello le había calentado la sangre porque ella no era nadie para decirle qué tenía o no permitido hacer. —Creo que has olvidado cual es tu posición en el castillo, yo soy el esposo del rey y tú su amante Jisoo.

La chica bajo la mirada humillada, suspiro y le miró tajante. —Podremos ser sus amantes, pero al menos, nosotras sí le damos hijos que llevan su sangre.

—No dejan de ser bastardos, ahora muévete—dijo con desdén—. El rey necesita de los cuidados de su esposo, Jisoo no olvides que sigues siendo mi hermana menor, me debes respeto—sonrió ladido—. Han pasado años y sigues siendo una niña caprichosa.

—¡Tú no vas a entrar! —gruñó al borde de la locura producto de sus celos enfermos.

—¿Y quién me lo va a impedir? —preguntó con una ceja alzada—. Busca tu papel en este juego querida porque lo estás perdiendo, el rey llegó y mientras yo esté en este castillo tú y las otras zorras serán tratadas como lo que son, unas cualquieras, muévete antes de que haga que te arrepientas. No tienen permitido estar en el castillo sino en el palacio. Largo.

Jackson hizo que Jisoo se moviera, está estaba perpleja de lo que había escuchado, SeokJin estaba molesto, pero no podía hacer nada, paso cerca de ellas sintiendo una punzada en su corazón ¿Por qué lo odiaban tanto? Sus ojos se encontraron con los de la chica que había permanecido en silencio y algo en ellos le desagradó.

Cuando entró y vio a Namjoon soltó el aire que había acumulado y de pronto el enojo quedó en segundo plano. Este se encontraba en cama, se acercó para verlo de cerca, su rostro locuaz era ahora una máscara pálida de enfermedad y agonía. Su tonalidad era grisácea, tenía círculos negros bajo los ojos y sus labios estaban amoratados y resecos. Tocó su frente caliente por la fiebre y tomó su mano con fuerza.

—Mi tonto rey—susurró por lo bajo.

JiYong quien seguía perdido en la escena anterior se acercó a su lado poniendo una mano en el hombro ajeno.

—Nunca en la vida lo he visto tan quieto...lo odio, odio este momento en el que no escucho su voz o puedo ver sus ojos—las lágrimas recorrían sus mejillas hasta el mentón cayendo en las manos entrelazadas—. No estoy listo para esto JiYong, no estoy listo para verlo morir. No puedo.

—Lo sé, comprendo a la perfección como te sientes, pero Jin, este es el momento en donde debes de demostrar que eres fuerte, lo vas a necesitar.

Negó sollozando. —Lo que viste afuera es lo único que puedo hacer, amenazas vacía sin sentido. 

—Te has vuelto fuerte Jin y te necesito enteró este momento—dijo con pena, su propia agonía lo estaba aniquilando, pero eso no era lo que el reino necesitaba en esos momentos.

—¿Por qué me has llamado? No sólo tiene que ver con el hecho de que Namjoon está enfermo ¿Verdad?

JiYong negó. —Es algo que incluso tu quedarás sorprendido—explicó caminando por la habitación—. SeokJin quiero que sepas que creo en ti.

—Sólo dilo—le miró fijamente, sus manos estaban temblando.

—Namjoon te ha nombrado el representante real en caso de que él esté indispuesto.

Sus ojos se abrieron y su ceño se frunció poco a poco. —No entiendo...eso no tiene sentido.

—Jin eres el rey, tú debes liderar el reino, todos estamos en tus manos.

—No me puedes pedir eso—negó a punto de sollozar—. No cuando me siento deshecho, no cuando mi esposo y padre de mi hija va a morir. No JiYong.

—Es tu deber Jin—le dijo con una mirada de disculpa—. Por esto fueron entrenados, ambos, como iguales, para que el día que se necesitara tú tomaras el lugar de Namjoon, sé que te duele, pero en este momento Scarlanding está en tus manos y espera por ti. El mismo Namjoon confiaba en ti.

SeokJin posó su vista en Namjoon y su mandíbula tembló, sus ojos se cerraron y comenzó a sollozar. Sabía que era su deber, pero no podía, el dolor era peor de lo que había imaginado. Lo estaba perdiendo.









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Bueno nos leemos pronto ❤️

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El Rey Del Recuerdo *Namjin* Место, где живут истории. Откройте их для себя