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Le guiaron por un extenso pasillo, era una parte del castillo que poco conocimiento tenía de su existencia. Estaba temeroso, sin embargo, decidió que no lo demostraría, si ellos veían que de algunas manera estaba sobre afectado le incriminarían. Como la reina Taeyeon le había enseñado, un miembro de la realeza jamás mostraba debilidad. 

Jackson le escoltaba por las celdas hasta la más alejada del pabellón, habían mandado a acondicionarla para su alteza, con el fin de que estuviera cómo aunque bien sabía que eso era imposible. Los guardias abrieron la celda, SeokJin tragó y entró, esta estaba bien iluminada, había tan sólo una cama con cobijas y almohadas cómodas, velas y agua para lavarse el rostro.

—Jackson quita esa cara—dijo al momento de mirar al hombre con una sonrisa ladina.

—Lo siento mi señor—hizo una reverencia afligido.

—Sé que lo sientes, pero por el momento no hay mucho que podamos hacer—suspiró. 

—¿Piensa lo mismo que yo?——le  preguntó en voz baja cuidándose del oído de los curiosos guardias.

—Sí, esto no es una coincidencia por eso debes estar cerca de tu señor—dijo con templanza aunque por dentro, en su mente la paranoia estaba circulando sin salida—. Alguien tomará ventaja de esto, no entiendo por qué, Namjoon es un desgraciado, pero no tiene enemigos potencialmente peligrosos. Hay que tener cuidado, podrían intentar algo entre el caos. 

Jackson suspiro asintiendo. —Cuando él despierte esto se arreglará, estoy seguro de eso mi señor, usted no permanecerá mucho tiempo aquí, apuesto mi vida a que el señor Kwon esta buscando la manera de sacarlo. 

—Sólo nos queda esperar—sonrió ladino—. Mientras tanto permanece al lado de tu rey ¿Entendido?

—Sí su alteza—hizo una reverencia de respeto antes de salir de la celda y dejar que esta sea cerrada por los guardias.

SeokJin observo por última vez los ojos de la mano derecha de su esposo y sonrió, caminó alrededor agradeciendo que por lo menos hayan limpiado aquella fría celda, no había ninguna ventilación, el sol no entraba y dejaba aquel lugar como una cárcel de hielo. Recordó entonces el norte, sólo una vez había estado ahí, cuando fueron por el pequeño Jeon Jungkook. ¿Cómo estará llevando su vida? ¿Y Yoongi? ¿Alguna vez podría volver a verlos? esperaba aunque sea llegar a ver por última vez a los tres reyes juntos. 

Se recostó en la cama de metal y lloro, porque estaba asustado y confundido, en su mente se repetía la escena de Namjoon cayendo inconsciente al suelo, estaba preocupado y enojado, no quería sentirse de esa manera, porque mucho tiempo atrás se prometió no volver a dejar que su corazón sufriera por Namjoon, el ser que le había lastimado tanto, pisoteando su orgullo y sobajando su mente. Era en esos momentos de terrible amargura donde realmente extrañaba estar en los brazos protectores de su padre. 

—¿Y si regreso a mi hogar? —se preguntó en voz baja.

Tal vez aceptar la disolución del matrimonio era lo mejor, él podría irse con sus pequeños y vivir en sus tierras, reencontrarse con su padre a quien no veía en años. Sí salía con vida de aquello le diría a Namjoon su decisión. Aunque eso le doliera como si le arrancarán el alma, estaba perdido.










—Mi señor—llamaron tras la reja.

SeokJin escuchó los ruidos que le hicieron abrir los ojos, no supo en qué momento se quedó dormido. Se sentó en la cama y con la poca luz que había miró tras la reja, sus ojos se abrieron y la comisura de su boca se expandió dando una enorme sonrisa de felicidad.

—¡Mark! Por todos los cielos no puedo creer que seas tú—dijo acercándose lo suficiente como para que sus manos tomarán los barrotes de su celda—. ¿Qué estás haciendo aquí?

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Where stories live. Discover now