XIII

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Moviendo sus hombros sintió algo de dolor, Baji había sido bastante bruto al estirarlo, todo le dolía.

—¿Estas bien, Takemicchi-kun?—Emma a su lado lo miro preocupada, él negó.

—Estoy bien, Emma-chan, tranquila.—Gentil respondió, gran error, los ojos de la Sano brillaban, y eso lo hacía recordar uno de los cambios más significativos, para él, que había provocado.

—Emma, deja descansar a Takemicchi, lo vas a asfixiar con tu melosa presencia.—Mikey hizo una fea mueca con ambos brazos tras su cabeza, su hermana le saco la lengua en respuesta.

—¡A Takemicchi-kun no le molestó!, ¿Cierto?

Esos brillantes ojos miel le eran difíciles de ignorar.

—Cla... Claro que no, Emma-chan.—Derrotado soltó, y la joven Sano sonrió alegremente.

—Tch. Como sea, el abuelo te llama, Emma.

—¡Ya vuelvo, Takemicchi-kun!—Moviendo su brazo, la pequeña les dio la espalda, momento que aprovechó Mikey para jalar la manga del Hanagaki.

—Vamos, Takemicchi.

—¿Mikey-kun?, ¿A dónde?—Sin respuestas lo jalaron fuera del dojo, sólo siguiendo los rápidos pies de Mikey y como éste no le soltaba la muñeca, pasaron por el patio del Sano.

Árbol tras árbol, los cerezos estaban en flor, hace años no les prestaba atención a esos árboles.

Por su carrera estos caían con prisa, siendo empujados por el viento, era un espectáculo que en los azules ojos de Takemichi brillaban sin asomó.

Precioso, encantador, nostálgico.

Cuando sus pies se detuvieron fue consciente de donde estaba.

—¡Taran!—Con los brazos extendidos, en una colina pequeña, pero de un verde preciosos, estaban rodeados.

De preciosos cerezos.

Con sus pies descalzos sintió la textura del césped bien cuidado y de un color encantador. Y en su nariz la fragancia que le daba tranquilidad.

—¡Es genial en esta época!, Quería mostrartelo ya que eras el único que no lo había visto, Takemicchi.

La expresión alegre de Mikey lo hacía sonreír ampliamente, el pequeño Manjiro era un niño que disfrutaba de los pequeños placeres de la vida como ver los cerezos en flor...

—Es hermoso.—Con el viento empujándolo su cabello se desordeno un poco, y con Mikey frente a él de repente, le fue extendido algo.

—Bienvenido al dojo, Takemicchi.—Con un lápiz en la mano lo tomó.

Había un Taiyaki en la punta inferior del lápiz.

—¡Ahora estamos a juego!—Enseñando su lápiz de Dorayaki le sonrió mostrando esos grandes colmillos.

Hanagaki Takemichi miro el lápiz en su mano, y lloró.

Con una carcajada tan grande, que hacía a Manjiro confundirse un poco.

—Me encanta.—Viendo el objeto, río con unas pequeñas lágrimas en sus ojos.—Gracias, Mikey-kun.

Manjiro aveces se preguntaba porque el niño lloraba por todo.

Pero que fuera un llorón...

Le gustaba.

—No es nada, bebé llorón.

—¡No molestes!—Sin quitar su sonrisa se quejó, apretando el lápiz en su mano.

—Takemicchi llora tanto que se quedara sin lágrimas algún día.

Comienzo | MitakeWhere stories live. Discover now