LXVII

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Había tenido suerte.

Dijeron.

Tenía una familia de buena posición económica, un padre responsable, una madre hermosa que se encargaba del hogar.

Y él era un genio para su corta edad.

Dijeron.

Él solo sabía que había visto a su padre dos veces en sus 11 años de vida, y que su madre estaba muy enojada.

Tan enojada que no le quedaba de otra que desquitarse con él.

"Iba a ser una famosa actriz, pero mis padres tuvieron deudas y me vendieron al mejor postor, embarazada y vieja ya nadie me quiere, todo por tu culpa."

Nacer escuchando que su existencia era un error fue algo... Fuerte.

Sin un abrazo maternal, o palabras gentiles, todo lo que le quedaba era tener buenas calificaciones para no ser golpeado aún más.

Aprendió a guardar silencio, a no mirar a los ojos y aguantar los golpes.

Sólo eso le quedaba por hacer.

Mientras más crecía más entendía que fue un error.

Sólo quería un poco de amabilidad.

Y la recibió de ella.

Tachibana Hinata.

Hermosa y alegre, inteligente y amable.

La primera persona que lo notó. La primera que lo trató como a un ser humano digno de vivir.

Se enamoró de esas palabras amables y sonrisa encantadora.

La quería. Hasta alguien como ella podría amarlo, pensó.

Pero Hanagaki Takemichi apareció.

Una persona extraña con coraje. Aguantaba golpes, igual que él, pero Tachibana Hinata se enamoró de ese niño, no de él.

Si lo superaba podría ganarse a Tachibana. Si lograba ser mejor que él sería digno del amor de ella.

¿Verdad?

Pero fue nuevamente notado por alguien más.

Hanagaki Takemichi.

Por él hizo amigos. Conoció la amistad y sus propias virtudes.

Él era un niño delicado que jamás podría ser un cinturón negro en karate, pero Takemichi le demostró que no perdía nada intentándolo, que podía levantarse al caer.

Hanagaki Takemichi le hizo no avergonzarse de si mismo.

Pudo ver su propio valor.

Y pudo levantar la cabeza.

Tenía muchos amigos. Y ellos contaban con él. A pesar de ser reservado y listo, nunca se aprovecharon de él.

Al fin podía vivir felizmente.

En casa si guardaba silencio su madre no lo miraría ni haría nada.

Pero entonces Hanma...

—¿Yo?—El más alto se apuntó.—¿Y yo que hice ahora?

—¡Cállate y déjame terminar!—Sobando sus muñecas gruñó, desviando la mirada.—Eras ruidoso, ibas a mi casa... Madre dijo que... ¿Por qué yo podía tener amigos y ella no?, Se desquitó conmigo.

—No eres tan débil, ¿No podías detenerla?, Ya sabes, un golpecito y ya.

—¡Jamás golpearía a una mujer!—Kisaki apretó los ojos.—Y sobretodo... Es mi madre.

—Hmm...—Hanma apoyó su codo en su muslo, dejando caer su mejilla en la palma de su mano.—Entonces tu mamá te hizo todo eso, ¿Le gusta la tortura o algo así?

—¡No hables de esa manera de-!

—¿De ella?—Hanma cubrió su rostro para callar su risa.—Lo siento, pero posiblemente ella te golpeó con un... Palo largo.—Acariciando el abdomen de Kisaki vio las marcas.—A tu mamá si que le gusta fumar, ¿No?

—¡No me toques!—El dolor volvió con el tacto, Hanma arrugó el ceño ante el quejido.

—Lo siento.

—... ¿Ah?—Kisaki alzó una ceja ante aquella seria disculpa.

—No es mi culpa que tu mamá este loca, pero antes de mi estábas bien, a pesar de querer protegerte... Sólo falle otra vez...

Algo sorprendido hizo una mueca, Hanma parecía serio y honesto, Kisaki dudo de si consolarlo o no.

—Sólo son heridas superficiales, estaré bien, no es tu culpa tampoco.—Con una mala sensación se preocupó, Hanma sostuvo su rostro.—¿Hanma?

—Eres diferente, pero aún así eres tú.

—Y tú vuelves a ser raro...—Kisaki sólo pudo hacer una mueca por la cercanía repentina a la cual extrañamente se había acostumbrado.

—Realmente el mundo es un circo a tu lado.

—¿Un cir-...—Su voz se cortó.

Un profundo beso de Hanma lo calló por completo.







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Aquí dándole profundidad a Kisaki porque no tiene en el manga

Ojalá les guste uwur

Comienzo | MitakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora