LXXIX

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Takemichi callo un quejido ante un golpe en la espalda.

—Sueltate, Hanagaki Takemichi.—El hombre mayor apuntó su espalda.—No estés tan tenso, apenas estás calentando, sólo relájate y respira.

Takemichi asintió, nervioso, había sido difícil entrar a aquel lugar, pues el señor se había retirado hace bastante tiempo, y porque le rogó incontables veces que lo aceptará lo consiguió.

Claro después de combatir donde el señor mayor literalmente lo dejo en el piso más veces de las que podía recordar.

Era estricto e impaciente, pero el como se movía era precioso y elegante, había gran técnica que le había interesado y cautivado.

—¿Por qué no puedes relajarte...?—El señor tenía una expresión curiosa, Takemichi no comprendió.

—Estoy relajado.—El señor le dió un golpe que el Hanagaki esquivo inmediatamente.

—Estas tan relajado como cazador en el bosque sin su escopeta.—El señor suspiro.—Niño, necesitas relajarte si quieres aprender sobre el Tai-chi.

—Lo intento...—Takemichi sobó su cuello, parte de él olvidó como relajarse quizás.

—En el Tai-Chi no hay lugar para la impulsividad.—Sosteniendo el brazo de Takemichi lo extendió.—Y para evitar sucumbir ante ella hay que despejar la mente.—Con movimientos leves cambiaba la posición del Hanagaki.—Para lograrlo ponte erguido, con los pies separados en línea con los hombros, y coloca la mano en tu abdomen, un poco por debajo de tu ombligo.—Observando al muchacho en posición sonrió.—Inhala y exhala por la nariz, notando que esa zona se mueve.

Takemichi así lo hizo. Inhalando y exhalando.

—Relajar cada una de las partes de tu cuerpo, de manera que sólo hagas fuerza con los pies para mantenerte erguido.—El señor de gran edad lo hizo, sosteniéndose con sólo un pie todo su cuerpo.—Empieza por las partes más pequeñas, como dedos y orejas, y ve avanzando hasta estar completamente relajado, Hanagaki Takemichi.

—Creo que-...—Takemichi sin poder terminar fue empujado, cayendo al piso.—¿Eh?

—Muy bien, estabas relajado, pero demasiado.—El señor volvió a posicionarse, en un solo pie.—Intenta empujarme.

—Pero...

—Hazlo.—Obediente lo hizo, un pequeño empujón que no movió al señor.—Imagina que tus pies y el suelo están unidos por largas raíces, convenciéndote a ti mismo de ello hasta que no puedas prácticamente separar los pies del suelo.—El señor arrastró sus pies por el piso de manera elegante, haciendo un circulo.—Puedes moverte, pero nunca caer.

Los ojos de Takemichi brillaron, era tan asombroso.

—Necesitas relajarte más, niño, hace estiramientos, tu cuerpo es muy tenso, necesitas flexibilidad.

—¡Si, trabajaré duro!

—Ojala mis nietos tuvieran un poco de tu convicción, y no sólo el talento.—Suspirando, el señor sonrió.—Sigue calentando por tu cuenta, debo encargarme de algunas cosas, Hanagaki Takemichi.

—¡Si, señor!

Viendo al hombre mayor irse, tomó aire, ésto era diferente al karate, mucho, quizás por ser más brusco, ésto era suave y más delicado.

No acostumbraba a tener su cuerpo sin la guardia alta desde hace mucho tiempo...

"Hanagaki... Takemicchi... Desde ahora eres mi perra."

Cayendo al piso sobó su cabeza. No evito reír, su primer encuentro con Mikey había sido...

"Quería que estuviéramos juntos."

Comienzo | MitakeWhere stories live. Discover now