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Estafado. Definitivamente había sido estafado, porque no había otra explicación. La mujer que había firmado contrato como virgen... tenía un hijo.

-¿Usted comprobó que era virgen?- el abogado a su lado le preguntó con sutileza.

Giovani que no salía de su aturdimiento y rabia interior lo fulminó con la mirada. No, no lo había comprobado. Había estado tan desesperado que con solo escuchar no uno ni dos veces que ella era virgen, había corrido hacia ella para que firmara... y ahora estaba en esa encrucijada.

-Demonios- maldijo corriéndose el cabello hacia atrás- KAMIL- gritó sabiendo que su guardaespaldas entraría.

Y lo hizo unos segundos después.

-¿Qué ocurre Ceo?- su rostro se había trasformado en una leve mueca. No era normal escuchar a Gionavi gritar de esa forma.

-¿Dónde está esa maldita mujer?- dijo con los dientes apretados. ¿Qué se pensaba ella? ¿Qué podía sacarlos los millones, así como si más?

Kamil fue a responder cuando el celular de este sonó. Era consciente que la primera acción era responder a su jefe, pero el nombre que vio en la pantalla lo hizo levantarlo rápido en dirección a Giovani. Este apretó los labios en una línea fina y se apretó el entrecejo.

-Dame paciencia, que hoy no es mi día- murmuró para sí mismo, pero tanto el abogado como Kamil supieron el estado en que estaba. Agarró el celular de su guardaespaldas y respondió él mismo. Después de todo, no podía dejar pasar la llamada de uno de sus mejores clientes.

Casi 10 minutos después colgó soltando un sonoro suspiro.

-Ceo, usted quería...- Kamil se acordó que le había preguntado algo antes de la interrupción, pero se calló la boca.

-Olvida lo que te pregunté. Tenemos una junta que ir a atender ahora. Mañana... iré personalmente a la casa de esa mujer y le haré darme explicaciones- Giovani tenía un dolor de cabeza que apenas podía concentrarse. Y, lo peor es que ya había perdido el tiempo, por lo que su nueva socia ya debía haberse ido. Mal momento para ser interrumpido.

Kamil simplemente asintió sin replicar y obedeció. Giovani no tenía el mejor día y el que se cruzara en su camino correría la misma suerte. Se preocupó un poco por la mujer y se preguntó que ella había sido capaz de hacer para ponerlo tan molesto.

***

Isabela, en cambio, no pensaba en nada en lo que acababa de ocurrir. Llegó corriendo a la escuela después de tomar un taxi y casi tropezar con sus zapatos de tacón alto. Ni siquiera sentía que le doliera. Entró y fue directo a donde sabía que Allen estaría: la enfermería.

Se detuvo delante de la puerta y tomó un profundo suspiro y se pasó la mano por el cabello empapado de sudor y tocó. Segundos después una mujer le abrió la puerta y ambas se miraron.

-Buenos días- la voz de Isabela salió agitada y sus ojos buscaban a Allen por encima del hombro de la mujer.

-Buenos días, pase por favor- le indicó y ella corrió al interior a una de las dos camas de la enfermería, donde una de ella estaba ocupada por el niño.

Isabela se detuvo a su lado y pasó su mano por la frente. Su fiebre no era tan alta como otras veces pero si lo suficiente para debilitar al cuerpo infante. Ante el tacto en sobre su piel Allen abrió los ojos lentamente.

-Bella, te demoraste- le dijo con voz apagada.

-Lo siento, estaba resolviendo lo que hablamos anoche- le sonrió y se inclinó para darle un beso- vamos a casa pronto.

Allen asintió lentamente con la cabeza.

-Isabela- la voz de la enfermera a su espalda le llamó la atención y ella se giró para caminar hasta donde estaba.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora