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Isabela solo pudo ratificar algo, ese hombre besaba como el mismo paraíso, no, mejor, aun, como el infierno, porque ese fuego que estaba creciendo dentro de ella no era para nada normal. Incluso sus piernas estaban temblando y solo se mantenía estable por el fuerte agarre del brazo de Giovani alrededor de su cintura. Hasta los desagradables recuerdos de la tarde se habían esfumado y aunque pensó que sentiría repulsión contra los hombres después de... con él no fue así. Tampoco era que iba a ir de boca en boca viendo si de verdad le daba asco el sexo opuesto.

Y Giovani no había alardeado cuando había dicho que haría el beso más profundo. Toda la boca de ella estaba invadida por la lengua de él a tal punto que no sabía dónde empezaba una y terminaba otra. Sentía que se asfixiaba por la intensidad y por la saliva que se acumulaba en si cavidad y corría por el borde de esta.

-Ah, Ah- jadeó Giovani cuando la soltó sin separarse un poco- Respira por la nariz, ya te lo dije- su voz sonaba llena de excitación y ella fue consciente del estado de él dado que por su cercanía pudo notar el bulto que apenas el pantalón podría contener.

Ella respondió como una mujer sin experiencia en el ámbito sexual e intentó alejar la cadera, pero la mano de él se corrió hacia su nalga y la presionó más sí.

-No te voy a hacer nada, esto es una reacción fisiológica normal- murmuró él agarrando su labio inferior y chupándolo- Tú también debes estar algo mojada así que estamos a mano.

Ante aquellas palabras el rostro de Isabela se volvió aún más rojo de lo que estaba y bajó hasta su cuello. Quiso separarse de él, pero los labios del Ceo estaban de nuevo sobre los de ella haciendo su magia y su cabeza dejó de pensar.

Por suerte, él estaba preparado, así que detuvo la mano de ella cuando se levantó peligrosamente hacia él una vez terminó el beso, dejándolos completamente jadeando, sudados y hasta cierto punto frustrados.

Maldito contrato, sino fuera por él la llevaría a su cuarto, o mejor, la follaría allí mismo en plena sala.

-Hicimos un acuerdo- él llevó la mano de ella a su boca y lamió sus nudillos- No entiendo tu agresividad contra mí.

Isabela no le respondió. Su cara estaba encendida de la vergüenza y solo había respondido por inercia, porque decir que había detestado el beso sería falso, pero que aún pudiera sentir la erección palpitante de él pegada a su ingle, y que ella estuviera húmeda debido a él... dios, no se reconocía. Y pensar que había estado años sin interesarle el sexo.

Iba a protestar cuando un sonido interrumpió entre ellos. Giovani alzando una ceja, bajó la mirada hacia el vientre plano de la mujer.

-Si tenías hambre solo tenías que decirlo.

Ella apretó los labios.

-Si como no. No fui yo quien sorprendió a una mujer en una casa ajena con la luz apagada y le dio un susto de muerte.

Giovani relajó sus hombros.

-Soy original, cariño- usó el apodo con un deje íntimo y se sintió demasiado bien en su boca- Vamos a la cocina- declaró antes que la calentura de su miembro se le fuera a la cabeza y le abriera las piernas ahí mismo. Demonios dos meses iba a tener. Y apenas se habían casado.

Oh sí. Tenía que darle noticias a ella. Así que la cargó en brazos haciendo que ella se aguantara de su cuello ante el rápido movimiento que la asustó.

-Giovani- protestó Isabela- puedo caminar sola- no estaba acostumbrada a ese contacto, contacto que el hombre hacía cada vez más atrevido.

-Aprovecha hoy el servicio de la casa. Estoy de buen humor y lo que soltaré después te pondrá las piernas de gelatina.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora