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Giovani miró su reloj dándose cuenta que era entrada la tarde. Alzó la cabeza de los documentos que estaba trabajando.

-Kamil, llama a Isabela. Tengo que entregarle una cosa y dile que recoja que vamos por Allen.

Kamil dejó lo que hacía y asintió.

-¿Iremos a un lugar en específico?- le preguntó.

-Primero a la tienda que reservé esta mañana y después por el centro nuevo de lujo que abriero. Mu futura esposa no puede presentarse en fachas normales.

Kamil alzó una ceja ante Giovani y se acercó a él.

-Parece que se divierte con esa mujer

El Ceo se dejó caer hacia atrás y sonrió.

-¿Tanto lo parece? Es que ella... es divertida. Es rebelde, no se queda callada, siempre sabe como responderme, es dura- se quedó callado unos segundos- Me excita.

Kamil se esperaba esa respuesta.

-Nunca comentó que se sentía así antes, y mucho menos con Samantha.

Giovani chasqueó la lengua.

-No sé por qué, pero con Isabela es diferente. Todo fluye más natural ¿sabes? No es como si tuviera que estar fingiendo ser el hombre duro y perfecto, de mucho dinero. Eso a ella no le importa. Me siento ligero cunado estoy con ella.

Kamil lo analizó un momento.

-¿Se está enamorando de ella?

Giovani negó al momento frunciendo el ceño.

-Una cosa es que una mujer me excite y me haga sentir relajado y otra muy diferente es que esté enamorado de ella- casi gruñó.

Kamil solo sonrió ligeramente.

-Si usted lo dice- hizo una leve reverencia con la cabeza y acto seguido se dirigió a la puerta saliendo de la oficina.

Giovani se pasó la mano por el rostro. ¿Enamorado él? Para nada. Esa mujer podría volverlo loco y poner su cuerpo como una cafetera, pero no volvería a cometer el error de que le gustara alguien, aunque se aun poco. Al final esto solo era una calentura temporal. Una vez se divorciara de Isabela, de seguro follarían y cada uno por su camino. Si, seria así.

***

Isabela terminó la reunión planificada con su equipo y al salir de la sala donde estaban se encontró que Kamil la esperaba. Se imaginó la razón. Se acercó a él.

-Giovani ya está esperando por mí- fue una afirmación.

El hombre grande asintió con la cabeza.

Isabela de todas formas necesitaba hablar con él. Así que fue a recoger sus cosas dado que saldrían temprano y fue en dirección a la oficina de Giovani. Al parecer él no había tocado todavía el tema que se iban a casar dado que no había escuchado nada sobre el tema en la oficina. Porque conociéndolos a todos, ella estaría en boca de todos, para bien o para mal.

Ya era de conocimiento público que Samantha, la secretaria del Ceo no había asistido. Eso era bueno, no tenía la menor intención de entablar una conversación y menos una discusión con ella. Así que cuando salió del elevador fue directo a la oficina de él, junto a Kamil. Este le abrió la puerta y la dejó pasar quedándose fuera.

Y estar junto con él, en aquella misma oficina, por algina razón no le gustaba mucho. Sobre todo, dada las insinuaciones de él hacia ella.

-¿Vas a quedarte todo el tiempo allí parada?- le espetó Giovani al verla aun pegada a la puerta.

-Creo que la distancia no es tan grande. Puedo escucharlo desde aquí- ella alzó los hombros intentando quitarle importancia.

La forma en que la miraba en ese momento era sumamente profunda.

-¿Ocurre algo?- ella le preguntó intrigada.

-¿No tienes nada que decirme?- él se levantó de su asiento, agarró una caja blanca y pequeña de encima de la mesa y comenzó a acercarse a ella.

Isabela pensó que se refería a un tema de trabajo.

-Bueno sí. Revisé los archivos dentro de la computadora que tengo ahora y encontré archivos cifrados. Mandé el disco duro al área de informática para que se encarguen de ello. Además, ya hice una planificación sobre como trabajaremos en la auditoría.

Mientras ella hablaba Giovani seguía acercándose a ella hasta que se detuvo delante. Su cuerpo apenas separado a un metro lo que hizo que ella se pusiera tensa mas no retrocedió. Eso sería demostrarle que la intimidaba con su presencia, y en cuanto lo hiciera sabía que perdería toda la dignidad frente a él.

-No me refiero a eso, aunque es importante, no lo dudo. Sino a algo más.

Ella se quedó pensativa.

-No recuerdo algo más que tenga que decirle.

Giovani entrecerró los ojos. Si ella no le decía solo tenía que averiguarlo por sus propios medios. Por el momento solo la estudiaría.

-Toma- le ofreció la caja blanca que anteriormente había agarrado de su escritorio.

Ella miró su mano.

-¿Y eso es?

-Lo que ves, un celular y dentro también una tarjeta de crédito. Todo lo que me cobres será transferido directamente, así como los 3 millones cuando se termine el contrato. Es una cuenta a tu nombre, y el celular tiene el servicio enlazada a tu número de celular. Usa este, ese cacharro que tienes apenas si debe servir.

Ella apretó los labios.

-Ese cacharro, como lo llama usted me ha sacado de varios apuros, pero ya que insiste en que use celular nuevo... ella agarró la caja con mucho gusto, abriendo la tapa y encontrando dentro la tarjeta también junto al celular de gama alta y de buen tamaño. Debía costar unos buenos cientos de dólares. Mientras no sea ella la que lo gastara no se quejaría.

Del orgullo nadie vive y ella tenía necesidades que atender. Pleno siglo 21, hay que ser prácticos.

-Gracias- ella agradeció con una falsa sonrisa- espero que su cuenta bancaria esté bastante llena, pues como van las cosas serán más de tres millones para cuando terminemos con el divorcio.

Y Giovani sabía muy bien a que se refería. Sin embargo, sus ojos hacía rato se habían fijado en la tentación que esa misma mañana lo había atrapado. La comisura de sus labios se amplió y sacó su celular.

-En ese caso, hagamos una trasferencia grande que no me dolará para nada- movió los dedos sobre la pantalla de su celular mucho más caro que el de ella y cuando terminó le mostró la pantalla con la imagen de una transferencia a la cuenta de ella donde había varios ceros.

Ella lo miró sin comprender bien, aunque ese número le resultó familiar, porque esa misma cifra la había escrito en el contrato. Sus ojos se abrieron y lo miró.

-No lo haga- ella le dijo en tono de advertencia y retrocediendo hasta que su espalda se pegó a la puerta.

Giovani inclinó la cabeza, guardando el celular y sonriendo pícaramente.

-¿Qué no lo haga? Pero si ya pagué.

Y diciendo esto agarró con fuerza la cintura de Isabela para pegarla a su cuerpo y buscar sus labios con los suyos. Esos labios que tanto le habían rondado la cabeza, y que ahora eran suyos.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora