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Pasó sus dedos de arriba abajo por la fina tela húmeda de la braga tocando los labios inflamados y palpitantes hasta llegar al botón sensible. Solo tuvo que presionarlo para que ella cerrara los muslos de golpe atrapando su mano entre ellos.

-Shhhh- él mordió el lóbulo de su oreja soltando su seno y desplazándola su otra mano entre los muslos para abrirlos. Estos cedieron bajo la respiración agitada de la mujer- Eres más sensible de lo que imaginaba.

No lo mostraba de todo, pero el Ceo se encontraba más ansiado que otras veces. Contra la espalda de ella su erección palpitaba grande y dura pidiendo atención. Algo que por el momento no le daría. Ahora estaba enfocado en darle placer a la mujer por fin dócil en sus brazos.

Y no lo pensó dos veces para meter su mano por debajo de la tela de la braza desplazándola hasta el sexo caliente y palpitante. La sensación directamente contra su piel fue exquisita. Ella estaba suave y húmeda.

Recorrió los labios hinchados otra vez acariciándolos sacando gemidos por parte de ella evitando a conciencia tanto su interior como su botón más sensible. Estaba jugando con ella, preguntándose si era posible que ella le rogara por más, pero conociéndola bien, sabía que no sería así.

Por lo que no la hizo sufrir más y acarició el borde de su interior. La encontró muy estrecha a pesar de la humedad y apenas pudo introducir la punta de su dedo sin que ella lo detuviese aguantando su muñeca.

-Duele- ella se quejó intentando cerrar sus piernas nuevamente.

Por un segundo a Giovani se le había olvidado que ella era virgen. Claro que le dolería. Ella apenas se había tocado esa zona y él solo había dejado volar su mente queriendo enterrarse dentro de ella por unos segundos.

-Lo siento- le beso la mejilla como disculpa y corrió sus dedos hacia arriba para acariciar el clítoris palpitante.

Esta vez ella se estremeció entre sus brazos y el agarre en su muñeca disminuyo. Lo acarició primero con movimientos circulares, para después presionarlo de un lado a otro mientras Isabela temblaba entre sus brazos.

Sabía que solo con eso ella podría tener un delicioso orgasmo, pero él quería que ella sintiera aún más y que se olvidara de todo, y él sabía perfectamente cómo.

Con un rápido movimiento abandonó la parte de atrás de la mujer haciendo que ella cayera en la cama confundida y se pudo entre las piernas de ella quitando ágilmente la braza

-Giovani ¿qué?

Ella retrajo sus piernas con vergüenza y confusión

EL Ceo se relamió los labios ante la inocente reacción y agarró cada tobillo para estirar sus piernas y después aguantar los mulos de ella entre sus brazos. Se inclinó y antes que ella protestara enterró su boca en el sexo de la mujer.

Isabela apenas pudo contener el grito al cubrirse sus labios. Aquello la había tomado por sorpresa. Que alguien le estuviera haciendo aquello era una locura, pero que se sintiera tan bien... le estaba dando hasta miedo. Podía sentir como la lengua de Giovani y sus labios se movían alrededor de su sexo estimulando incluso su entrada, esta vez sin dolor.

-Giovani, espera- su vientre comenzaba a calentarse y ella conocía esa sensación.

El hombre entre sus muslos no la escuchó, por el contrario, se aferró a ella de una forma casi como si tuviese hambre y devorara un delicioso platillo.

La espalda de Isabela se arqueaba sobre la cama. Su piel estaba erizada y perlada de sudor, se estremecía completamente y más cuando la sensación en su vientre aumentaba y comenzaba a desplazarse hacia abajo.

Apretó el cabello de Giovani entre sus dedos mientras jadeaba cuando ya no pudo resistir más. Su vista se puso en blanco y una sensación placentera la recorrió completamente mientras el orgasmo la asaltaba por todas partes. La boca de Giovani se mantuvo contra su sexo aun estimulándola durante la poderosa ola que la atacó hasta dejarla temblando, jadeando y casi sollozando de la sobre estimulación.

Solo cuando el Ceo estuvo conforme con la casi muñeca de trapo sobre la cama que no se podía mover, él la soltó y se relamió los labios mientras se limpiaba la barbilla. Se enderezó sobre sus rodillas admirado el espectáculo de la mujer jadeante y apenas sin conciencia que estaba debajo de él.

Una sonrisa surcó su rostro. Había hecho un buen trabajo.

Se inclinó sobre Isabela y le dejó un beso en la mejilla.

-¿Y bien? ¿Ahora puedes dormir?- el tono coqueto y sensual bailaba en sus tono de voz.

La mujer no tenía fuerza para soltar algún comentario característico de ella porque no podría mentir. Porque si, estaba tan satisfecha que podría dormir todo un día entero sin preocupaciones.

-Pues duerme, yo te limpio y cuido- le dijo Giovani dándole otro beso en la mejilla viendo como los párpados cansados de ella ocultaba la mirada brillante y satisfecha.

Pero antes de hacer lo que él le había prometido él tenía algo que atender primero. SU erección dolía dentro de sus pantalones. Sin embargo, no le molestaba en absoluto. La sola vista de Isabela deshecha debajo de él había sido suficiente para tenerlo satisfecho a él.  

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora