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Giovani había tenido que recurrir a lo seguro sabiendo contra qué y quienes se estaba enfrentando. Lo peor después de más averiguaciones después de mover a su personal no había dudas de la participación de su familia en todo aquello y su misión por destruirlo. Lo que más le preocupaba era lo que pudieran hacerle a Isabela para lograr su cometido. Es que no importase lo que fuese. Si les tocaban un solo dedo a ellos dos les haría pagar a todos ellos con creces.

-Estás muy tenso- el hombre que iba delante de él sentado en el auto le dijo con tono tranquilo.

Giovani miró a Antony, un viejo amigo de negocios y uno de sus mayores accionistas, actual vicepresidente del Estado del país en donde vivían y quien era la persona con más influencia y poder que podría pedirle ayuda.

-Mi esposa e hijo están en peligro, no puedo tranquilizarme- dijo con los dientes apretados.

-¿Quieres que los destruya? Solo necesito un chasquido de mis dedos.

Y Giovani lo sabía bien. Era un hombre peligroso, con contactos con la mafia y personas sumamente influyentes. No había llegado por si solo a su posición por gusto. Incluso su influencia en la presidencia del país era fuerte. Era una persona que la necesitabas de aliado y que desearías morir antes de tenerlo de enemigo. Giovani había tenido suerte de estar en buenas relaciones con él.

-Puedes hacer con ellos lo que te dé la gana una vez mi familia esté en mis brazos. Igual... con mis padres y hermanos.

Antony alzó una ceja.

-Al parecer esta vez cruzaron la línea de tu paciencia para que me estés pidiendo eso. Siempre preferías dejarlos de lado, ignorarlos o enfrentarlos tú mismo, pero ahora...

-Atentaron contra la vida de la persona que amo y aún lo hacen. Secuestraron a mi hijo. Confabularon en mi contra solo por dinero. Esta vez no me puedo hacer el de la vista gorda.

Antony inclinó la cabeza alzando los hombros.

-Como quieras. Te dije hace tiempo que debía darle un escarmiento a tu familia, pero te negaste por tan buena persona que eres. Solo no me digas que me detenga en el último momento. Sabes que no tengo todo el tiempo del mundo para ayudarte-

Giovani asintió sabiendo que era así. Antony tenía su forma de hacer las cosas y si lo dejaba en sus manos les daría un escarmiento a todos, sobre todo porque también se estaba viendo afectado. Tenía mucho invertido en los negocios con él. No se atrevería a perder ni un centavo por culpa de otras personas.

El auto se detuvo en la entrada de la casa que la familia Market había alquilado supuestamente para vacacionar. Una hermosa residencia algo alejada de la ciudad, en donde si ocurría algo nadie se enteraría. El chofer del auto bajó la ventanilla de parte de Antony y este se asomó ligeramente dando la indicación de que los dejaran pasar.

El hombre de la entrada se mostró algo nervioso ante la llegada de visitas a ese lugar y dio las indicaciones de que avisaran. Se demoraron algunos minutos en abrir y ambos hombres se miraron.

-Kamil, ten todo preparado- Giovani le dijo al hombre que iba sentado adelante al lado del chofer.

Al llegar a la entrada de la casa el auto se detuvo y bajaron los cuatro de este y tres escoltas del auto negro que los seguía.

-¿A qué puedo deber esta agradable visita?- Cristina había salido seguida de su hijo y nuera.

Los tres se mostraban tranquilos y con una leve sonrisa. Todo por el contrario de los recién llegados. Antony fue el primero en sonreír cortésmente y hablar.

-Me enteré que estaban en la ciudad y vine personalmente porque tengo un tema que conversar con ustedes.

Vio como la ceja de la mujer mayor bailó por unos breves segundos.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora