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Isabela salió huyendo de la oficina lo más rápido que pudo sintiendo sus rodillas temblar... qué decía, ¿rodillas solamente? Su cuerpo era un temblor andante y su boca picaba tanto que apenas la sentía.

Ese había sido su primer beso... pero que primer beso.

No era ingenua, solo que normalmente el primer beso solía ser un poco más, un poco más... recatado por así decirlo. No uno como el que acababa de recibir donde casi la había devotado y le había llegado a la garganta con mucho ahínco. Y Giovani había sido insistente. Pensó incluso que se asfixiaría en su momento.

Se detuvo un momento para tomar aire. Su corazón palpitaba en su pecho y se apretó por encima de la ropa. Su cara ardía. Era difícil reconocer que se había sentido realmente bien cuando la tocaba y besaba, incluso una sensación rara se albergaba en su vientre bajo. Sacudió la cabeza. Debía centrarse. Había sido solo un beso. Al menos en su mente quedaría como que el primero había sido bueno.

-¿A dónde va?- una voz familiar llegó a ella y al mirar por encima del hombro vio a Kamil caminar hacia ella.

Ella puso más distancia del hombre moreno.

-Yo me voy- sabía que él siempre estaba con Giovani y después de lo que había pasado y le había hecho no tenía cara para verlo al menos de momento. Quizás una hora después no tendría problemas, pero ahora, con la vergüenza que tenía, mejor no.

-No puede irse- Kamil negó- usted y el señor Giovani tienen que salir a comprar ropa, son las indicaciones que tengo.

Isabela retrocedió.

-Mejor otro día- recordando el dinero en su nueva cuenta y celular. Allen no era un niño derrochador y lugares tan caros como los que solía de seguro comprar Giovani lo agobiarían.

-No- Kamil fue directo- Siempre cumplo lo que me dicen- el hombre se acercó a ella con intenciones de cargarla sobre su hombro si fuese necesario.

-No dejes que escape Kamil. Llévala al auto de todas las formas que conoces si es necesario- la puerta de la oficina de Giovani se había abierto y este estaba parado recostado en el marco con cierto brillo en sus orbes azules. Estaba de muy humor, porque... quien no lo estaría después de un beso así.

Se pasó el pulgar por los labios mirando fijamente a Isabela, provocándola. Ella apretó los suyos como queriendo ocultarlos, descubriendo su intención, sin embargo, no era una cobarde y no caería en las trampas de su jefe tan fácilmente.

-Está bien- dijo entrecerrando los ojos. No iba a huir de él, si había que convertirse en el cazador para cazar al lobo feroz, pues bueno- Quiere jugar, juguemos. Lo espero en el auto- y diciendo esto dio media vuelta en dirección al elevador que abrió y cerró con ella adentro.

Kamil se giró en dirección a Giovani que alzó los hombros con despreocupación.

-Solo es una tigresa mostrando sus garras. Es linda ¿verdad?

Kamil no estaba muy convencido.

-¿Está seguro que puede lidiar con ella? No es el tipo de mujer con quien usted estila tratar.

Giovani sonrió.

-Eso es lo que la hace más interesante, Kamil. Puedo jugar con ella sin cansarme porque nunca sé cómo va a reaccionar. Y ahora ve con ella, asegúrate que me espere en el auto. Yo bajo en diez minutos, tengo que hacer una llamada importante, es posible que tenga que salir de viaje dentro de poco.

Kamil asintió y siguió el mismo camino de la mujer, mientras Giovani ingresaba a la oficina pensando en cómo seguir molestando a Isabela. Verla enfrentándolo y fulminándolo con la mirada era más excitante de lo que imaginó. Lo mejor de todo, es que él mismo estaba descubriendo facetas de su personalidad que no conocía.

Meter a Isabela en su vida definitivamente había sido una excelente decisión. De solo imaginarla en la cama, debajo de él luchando por ver quien tomaría el control lo ponía duro. Se pasó la mano por su rostro. Vaya dos meses le esperaba.

***

Isabela salió del elevador con sus manos en su rostro cubriendo su enorme sonrojo y saliendo rápido de la empresa caminando tan rápido que pensó que rompería sus zapatos de aguja. Una vez que salió se quedó quieta procesando todo en su cabeza, cada suceso, cada palabra, cada sensación... y soltó un gritó tan desaforado que las personas que pasaban alrededor de ella la miraron como si estuviera loca.

Porque así estaba en ese momento. Loca.

-Giovani, inmóvil. Muérete- dijo ella alzando la cabeza y volviendo a esconderla en su rostro. Mi primer beso- se lamentó- Mi maldito primer beso se acaba de ir así.

-¿Es el primer beso tan importante?-

-AAAAAAHHHH- esta vez ella gritó y saltó del susto.

Esta vez su pie falló con el borde de la acera y si no fuera porque Kamil se movió rápido y la agarró de la cintura ella se hubiera caído. Isabela se aferró a la chaqueta de él de la impresión y la mala sensación. Ahora, tenía que lidiar también con el dolor de su tobillo. Vaya día de m... estaba teniendo.

Kamil la ayudó a estabilizarse y la soltó tan rápido que ella volvió a tambalearse.

-No tengo pulgas para pegar- dijo ella con una ceja alzada.

Kamil solo entrecerró sus ojos.

-Pero el perro que está detrás de usted si las tiene, y nada buenas.

Y antes de que ella pudiera responderle, él se deba vuelta y caminaba hacia el auto negro estacionado a unos metros de ellos.

-Oye... espera- Isabela lo siguió queriendo preguntarle algunas cosas, pero dentro del auto, su mente se quedó en blanco.

Poco después, donde ella había recostado su rostro en su mano sobre el borde de la ventaba del auto, abrió la boca con una pregunta.

-Oye- su voz llamó la atención de Kamil que la miró por el retrovisor.

-¿Tú jefe siempre es así?

-¿Así como?- Kamil quería que ella fuera más específica, después de todo Giovani era un hombre con un carácter particular, y a pesar de todos los años que llevaban juntos, aun había veces en que no lograba comprenderlo.

Isabela suspiró.

-Como si todo lo que quisiere lo pudiera tener. Incluso sin el consentimiento de los demás.

Kamil se quedó pensativo.

-Por lo que conozco de Giovani es un hombre con sus cualidades y defectos. Uno de ellos no es obligar a los demás a hacer lo que él desee. Tiene otras formas de hacerlo. Digamos que de entre su familia, es lo más decente.

Los ojos de Isabela se abrieron.

-Entonces... me imagino que debo estar preparada para cuando vaya a visitarlos.

Esta vez Kamil se giró hacia ella y su mirada fue penetrante.

-Y si puede ir con un arma mejor. Su vida puede peligrar estando ahí.

Y tras eso la espalda de Isabela se empapó de sudor. ¿Dónde demonio se había metido?

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora