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-¿Estás segura de esto?- Giovani puso un mechón del rojo cabello de la mujer que estaba arrodilla entre sus piernas. Ni en sus más locas fantasías se hubiera imaginado a Isabela hacerlo, al menos por sus propios medios. Más bien se había visto a él caso rogándola cuando él no lo hacía con nadie, pero esa mujer tenía algo... que la hacía diferente.

-No me trates como una niña. Se lo que estoy haciendo- refunfuño Isabela con la mirada fija en el bulto cubierto delante de ella.

-Si como no- Giovani bufó por lo bajo agarrando la barbilla de la mujer y alzando su rostro para inclinarse y darle un beso sobre sus labios- Por eso estabas viendo un vídeo de cómo hacerlo.

Las mejillas de ella se pusieron casi del mismo color que su cabello.

-No estaba entre los planes que te enteraras que estaba viendo ese tipo de video. Se suponía que estabas trabajando. Además, tú de seguro estás acostumbrado a este tipo de cosas y yo al menos no puedo quedarme de brazos cruzados.

Giovani alzo la ceja.

-Ahora resulta que la culpa es mía- él se enderezó y corrió su cabello húmedo hacia atrás.

Se había dado una ducha muy rápido ya que la situación lo ameritaba. Claro había cerrado la habitación con llave en caso que a ella le diera la locura se escaparse. Eso no lo permitiría.

En ese momento lo único que lo cubría era una bata de felpa que no hacia demasiado para ocultar la erección que ya tenía. Es que la imagen delante de él lo tentaba a mil a romper el contrato y tener sexo de una vez por todas con Isabela. El vestido se pegaba a sus curvas y uno de los finos tirantes se había corrido por un brazo casi dejando a la vista uno de sus pechos. Esa imagen le era familiar. Claro cuando él había ido por primera vez a la casa de ella y que de paso le había cerrado la puerta en la cara. Ella no lo respetaba

-Sólo no te vayas a molestar en medio de esto y me la arranques con los dientes-

Sino cierras la boca de una Vez te juro que eso es lo que hare. Amenazo ella con sus labios tensos. Giovani alzo una mano en son de paz. Era un hombre muy perspicaz y por alguna razón se olía que ella no simplemente le quería hacer eso por amor al arte, sino que tenía otro fin. De seguro le preguntaría después, para no destruir la atmósfera. Isabela parecía muy centrada, aunque de lejos se notaba que no sabía qué hacer.

-¿Puedes hacerlo tu sola? ¿Estás segura y no es juego?

Isabela alzo ligeramente la mirada

-No sería la primera polla que me meta en la boca- intentó sonar desinteresada.

Eso hizo que Giovani se tensar y el fuego de los celos palpitara dentro de él.

-Al parecer ya tienes mucha experiencia a pesar de ser virgen- su voz salió grave.

Isabela inclinó la cabeza y sonrió de lado con una mueca amarga.

-¿Experiencia? La verdad no creo que mucha para hacer una mamada, pero si en intentar arrancarla con los dientes- recordó aquella vez en que había sido encontrada por aquel hombre enviado por la familia de Allen- pero eso fue hace mucho tiempo, así que no te afanes con el tema.

Los ojos de Giovani se abrieron de la impresión.

-Acaso...

-No pasó mucho- ella recostó su cabeza sobre uno de los muslos de él con algo de la mirada perdida- Ya te dije que pasó hace mucho como para no tenerlo en cuenta- mintió con la última parte.

Giovani apretó los labios y le acarició la mejilla.

-Ojalá pudiera haberte ayudado en ese tiempo.

-No puedes ayudar a todos Giovani- ella le quitó importancia al asunto- Si en ese momento nos hubiéramos conocido no estaríamos en el estado que nos encontramos ahora. Las cosas pasan por algo.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora