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«No sé» no era precisamente una respuesta que alguien como Giovani le gustaba escuchar. Y menos cuando era a una pregunta como la que había hecho antes.

-¿Cómo que no sabes?- él quitó el brazo de sus ojos y fulminó con su mirada a Kamil.

El hombre moreno negó con la cabeza.

-Ella salió del vestidor, agarró al niño y se fue rápidamente. Mi trabajo es protegerlo, no podía caerle detrás a ella.

Giovani abrió la boca para replicar, pero regañar a Kamil no lo llevaría a nada, él tenía razón.

-¿Ella dijo algo?- había reconocido de que se había propasado con ella.

Kamil volvió a negar.

-Ella estaba... casi llorando. No parecía estar bien- dijo sinceramente como siempre.

-Demonios- maldijo Giovani dando un golpe en el asiento. Acaso tendría que disculparse con la mujer por lo que le había dicho ¿era en serio? Él no solía disculparse. Él lo hacía todo medidamente para no tener que hacerlo.

Acaso Isabela lo haría rebajarse a ese nivel. Gruñó frustrado. No, no lo haría. Los dos tenían un contrato de por medio. Ella nunca había prohibido el contacto físico, así que... eso era lo que se decía una y otra vez, aunque solo hacía que el peso en su pecho se hiciera más grande. Cerró los ojos e intentó no pensar en el tema.

-Primero, vamos a encontrarlos y llevarlos a la casa- dijo sacando su celular y entregándoselo a Kamil que sabía la contraseña para acceder- El teléfono que le di a ella tiene un GPS vinculado al mío, por lo que al buscar su IP al momento te saldrá su ubicación. Vamos hacia allí, en el camino pensaré que hacer- concluyó sintiéndose agotado.

Y Kamil encendió el auto sin decir alguna palabra más. Eso era un problema de Giovani por buscar a una mujer que él no pudiera controlar. Ahora que asumiera las consecuencias.

***

Allen... era un niño muy inteligente. Gracias a eso, desde muy pequeño sabía cuándo hablar y cuando no. Y en ese momento sabía que no era buena idea sacar a Isabela de sus pensamientos. Ella no parecía estar del todo bien.

A lo largo de los años que había estado a su lado había aprendido a comprenderla. Era una mujer que, aunque pareciera muy fuerte por fuera, por dentro luchaba constantemente y estaba seguro, que si ella pudiera vivir más tranquila sonreiría mucho más de forma sincera. Algo que en los últimos años hacía cada vez menos.

Y él también se culpaba de ello. Ella tenía que trabajar duro debido a su difunta mamá y a él mismo. Hbaía tenía que abandonar sus sueños para criarlo y cuidar de su salud, cuando ella misma tenúa complicaciones también.

Y parece que sus pensamientos se reflejaron en su rostro, pues Isabela, que estaba sentada en uno de los columpios del parque para niños que estaba cerca del distrito, secó la única lágrima que corría por su mejilla. Sonrió levemente y alzó la mano en dirección a él.

Allen, que había estado sentado en el juguete de resorte frente a ella, pero sin jugar como tal, se bajó del caballo de madera y se acercó, dejando que los brazos de su madre adoptiva lo cargaran en su regazo.

-¿Por qué pones esa cara? Te estás culpando de nuevo- Y cómo siempre, ella casi podía leerle la mente. No como su verdadera madre a la que casi no recordaba pues ella pasaba más tiempo fuera de la casa que atendiéndolo. Era joven y soltera, no se lo recriminaba. Esa era una de las razones por las que estaba muy unido a Isabela, ella siempre había estado a su lado, aunque nunca había intentado quitarle el lugar a su amiga.

-Bela, si no quieres hacer esto, vemos la forma de que rompas el contrato. Yo puedo usar mi cabeza para buscar un trabajo y ayudarte. Puedo dormir en una pequeña cama contigo. Sé calentar la comida y puedo aprender a cocinar para cuando llegues tengas un plato caliente. Puedo limpiar la casa y quedarme solo cerrando todo bien para que nadie entre. Puedo...

No pudo seguir. Los dedos de Isabela se posaron sobre sus labios.

-No tienes que hacer nada de eso- le dio un beso en la frente- Eres un niño. Sé que entiendes bien la situación, pero quiero que disfrutes de tu niñez el mayor tiempo posible. Yo estoy bien, no tienes que preocuparte.

Pero Allen estaba renuente. Esa terquedad la había aprendido de ella.

-Si me preocupo. Hoy estabas llorando cuando saliste del vestidor. Él te hizo algo ¿verdad?

Ella no podía decirle al niño lo que Giovani le había hecho como tal. Conociéndolo era capaz de volver solo a la mansión para darle una patada en la entrepierna. Era un niño con un genio... complicado.

-La verdad es que pasó algo... pero ya sé cómo resolverlo- intentó lidiar lo mejor posible con la situación. Solo me tomó con la guardia baja, nada más.

Y no mentía del todo. Al parecer Giovani deseaba luchar con armas de fuego. Bueno, ella no era de hacer trincheras. Si él quería jugar sucio, tendría que aclararle algunas cosas. Él era un hombre difícil y ella también. Llorar y tener un tiempo para pensar al aire libre le había hecho ver la realidad desde otro punto de vista.

Allen se quedó mirándola por unos segundos.

-¿Estás segura que puedes lidiar con todo esto?

Ella asintió y le dio un beso en la mejilla.

-¿Quieres ver como domo al rottweiler que hay en esa mansión?- le dijo ella sintiéndose mucho mejor ahora y más fuerte. Si tenía que luchar por Allen haría lo que fuera... pero a su manera.

El niño sacudió su cabeza con una sonrisa sádica en sus labios. Ambos solían siempre estar en una sintonía aterradora para muchos.

-Si eres tú Bela, estoy seguro que lo harás con facilidad si te lo pones en plan- el niño miró por encima del hombro de ella- Plan que puedes iniciar ya. Tu Sugar Daddy viene caminando hacia acá.

Isabela no necesitó girarse para verlo. Por el contrario, cerró los ojos y enfocó su expresión facial, relajando los músculos tensos y demostrarle a él que ya no estaba afectada por él. Cuando los abrió había un brillo peligroso en ellos.

Cómo mínimo lo haría disculparse con ella. No era una mujer a la que pudiera tocar y besar pagándole como una prostituta. Ella había hecho un contrato, no se estaba vendiendo por dinero y eso tendría que aclarárselo bien a él.

Por lo que se levantó después de soltar a Allen y caminó para ponerse frente a él. Lo miró desde abajo sin mostrar ápice de miedo o vergüenza.

-Isabela... -Giovani comenzó a hablar, pero fue interrumpido.

-Sino viene a disculparse primero... mejor piense su respuesta. No aceptaré menos.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora