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A la hora del regreso Isabela notó que iban directo a la mansión, no de camino

-Me llamaron de la escuela que terminarían temprano y le dije a Kamil que lo fuera a recoger – explicó Giovani leyendo unos papeles en su mano- No te dije antes porque estabas inmersa en el trabajo y de seguro querrías ir corriendo directo a la casa.

-No soy el tipo de madre fanatizada con su hijo que tiene que tenerlo a la vista las 24 horas del día- protestó Isabela.

Giovani levantó la mirada alzando una ceja.

-Eso se lo dices a otra persona, no a mí que tengo que estar casi mendigando tu atención.

Isabela sonrió de lado.

-¿Celoso?

-¿Tú también? Kamil ya me dijo lo mism...- se dio cuenta de lo que había dicho y desvió su atención de nuevo a los papeles- No tengo razón para estar celoso de un niño- murmuró la última parte sacando un leve bufido por parte de parte de Isabela que lo había escuchado.

Pronto la sonrisa se desvaneció de su rostro cuando recordó que se estaban acercando a la casa y que ella tenía un contenido en su celular que quería ver... y lo más seguro ponerlo en práctica. Aunque no sabía cómo tocar ese punto. Estaba segura que, si le decía a Giovani sobre el tema él no pondría trabas de ningún tipo, las trabas las tenía ella en su cabeza. Había aprendido con él que hacer cosas relacionadas con el sexo se sentían bien, quizás demasiado bien, entonces... porqué aún no podía permitirse disfrutar por completo de ello.

Una vez llegaron a la mansión se encaminaron hacia la entrada escucharon las risas del Allen en la parte de atrás junto con el ladrillo de Kiki. Así de escandalosos estaban siendo los dos. No era algo que a Giovani le molestara a pesar de que le gustara la tranquilidad, solo que su casa era grande y un niño como Allen divirtiéndose de esa forma era extraño de ver y a la vez agradable. Así también Kiki tenía con quien soltar toda esa energía que acumulaba. El mayordomo los recibió con una gota de sudor corriendo por su sien al abrirles la puerta.

-Veo que Allen y Kiki lo están pasando bien- Giovani se quitó la chaqueta y la dejó en los brazos de él. Isabela a su lado lo seguía y le entregó su bolsa al hombre cuando este se ofreció a llevarla. Algo a lo que no estaba acostumbrada.

-Si, ellos están jugando. Kamil los está vigilando. Usted sabe que Kiki puede ser un poco tosco a la hora de jugar.

-Iré a saludar- Isabela sonrió contenta por las risas de su hijo cuando fue detenida por la voz del mayordomo

-Creo que no es buen momento para que vean a los dos- Rafael se mostraba algo nervioso, sobre todo por el desastre que ambos hicieron. Para cuando Kamil se había dado cuenta era demasiado tarde.

Eso preocupó a Isabela, porque entonces la situación sería absurda, pues su hijo sonaba riéndose. A menos que...

-¿Qué pasó?- preguntó preocupada pero no esperó respuesta y fue casi corriendo hacia la parte de atrás soltando los zapatos de tacón a mitad del camino. Maldijo que la casa fuera tan grande en ese momento. Al salir al patio se quedó estática y junto a ella Giovani que venía detrás.

-Bela- escuchó su nombre por parte de Allen que al verla salió corriendo en dirección a ella. Detrás de su pequeño cuerpo venía una bola de pelo que tenía todo menos el color dorado natural de su pelaje. Estaba completamente manchado de todo al igual que el niño. Incluso el cabello negro del menor tenía color marrón.

-QUIETO- tanto Isabela como Giovanni hablaron a la vez haciendo que Allen y Kiki se detuvieron en seco antes de llegar a ellos.

-Belaaaaa- Allen protestó con un puchero al no poder abrazarla y a su lado el perro dio un ladrido también de protesta. Se estaban volviendo rebeldes.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora