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El ceño de Giovani se arrugó tanto que su hermoso rostro se desfiguró en una mueca poco agradable. Sus ojos azules se volvieron tan oscuros que era difícil diferenciar sus pupilas de sus iris. Estaba realmente molesto. No le gustaba la forma en que la mujer le hablaba, lo miraba, el tono que usaba con él.

No lo respetaba para nada.

Y eso lo desquiciaba. Para alguien como él que siempre había recibido respeto desde niño y mucho más después de solidificar su posición, aquello era inaudito. Se inclinó hacia adelante, recostando sus codos sobre sus rodillas y con su mirada fulminando a Isabela, la cual no pareció inmutarse.

-Tienes una lengua muy directo, pequeña- su tono era plano.

Isabela por su lado volvió a sonreír copiando su posición.

-También se lo dije antes, he tratado con personas de su mundo, sé cómo son y si muestras un ápice de debilidad te tragan completo.

Giovani analizó cada una de las palabras y la chispa de la duda creció dentro de él. Alzó una ceja. Si las cosas eran como ella decía podía entender porque ella siempre era tan arisca.

-¿Con quienes te has relacionado?- no pudo evitar preguntar y se dio cuenta que lo había hecho incontinentemente.

-Parte del trato. No voy a decir nada. No es como si me pudiera ayudar de todos modos- ella se enderezó cruzando los brazos sobre su pecho e inclinando la cabeza.

Giovani respiró profundo.

-Por lo visto no confías en nadie.

-Un poco en mi sombra, pero estoy segura que no vino a preguntar sobre mi vida privada. Ya se lo dije, no lo estafé. Sí, tengo un hijo, es adoptado legalmente, es todo lo que tengo, soy virgen, me casaré con usted, no estoy violando nada.

El Ceo también se enderezo. No había mucho que discutir con ella. Era una mujer dura de roer. Y legalmente... era como había afirmado, no había violado ninguna cláusula. Él no había redactado el contrato correctamente. Un error de principiante que ahora no podía revocar. Eso significaba que sí, tendría que acoger a la mujer junto a su hijo, porque estaba seguro que ella no lo dejaría atrás.

-No me gustan los niños- afirmó él.

Isabela se tensó ligeramente en su asiento, aunque se mantuvo lo más quieta posible.

-Allen es un niño muy tranquilo e independiente. No causa problemas. Si no quiere que aparezca delante de usted creo que con el tamaño de su casa no será un problema.

Giovani no estaba para nada convencido.

-Si se enteran que tienes un hijo mi familia cuestionará aún más. Todo lo que planeé con el contrato será por gusto.

-Yo puedo fingir ser hermano de Bela- una voz más infantil interrumpió la conversación.

Los dos adultos miraron al niño que acababa de ingresar a la sala y que había angustia en su rostro.

-No acose más a mi mamá por favor- fue lo otro que dijo con voz temblorosa.

-Allen- Isabela lo llamó con voz suave y extendió un brazo.

El niño se acercó a ella y se abrazó a su cuello mientras ella le daba un beso en la coronilla.

-Todo está bien, tranquilo. No me está acosando. Solo estamos conversando. Estás a salvo- ella le decía en un tono tranquilo completamente diferente a como se había dirigido a Giovani, pero no era eso lo que al hombre le interesaba.

-¿Ustedes están en peligro?- la pregunta de él hizo que Isabela se pusiera aún más tensa- No me vayas a responder que por el contrato no me vas a decir. Vas a ser mi esposa y vivirás en mi casa, tengo que saber a qué me enfrento.

Ella se mordió el labio inferior.

-Ahora nadie nos está acosando ni nada parecido, es algo del pasado que ha tenido siempre nervioso a Allen. Ya nos mudamos de donde vivíamos- ella respondió intentando mantener la mayor cantidad de datos posibles sin decir- No puedo decirle más. Solo estaremos dos meses casados por lo que no deseo involucrarlo, ni a usted ni a nadie más. No es algo con lo que pueda lidiar.

-¿Y tú puedes hacerlo?- él cuestionó.

-Llevo haciéndolo durante casi seis años y sigo aquí- la respuesta de ella fue absoluta.

Al parecer para que él se enterara de más detalles tendría que observar muy bien a ellos dos y descubrir las cosas. Y él tenía, además, sus propios métodos para descubrir los secretos. Por ahora no presionaría más. Eso incluyendo el parecido con él. De la boca de ella no saldría nada, pero es que era tan parecido a él que daba miedo. Y eso era lo que le preocupaba. No era del tipo de hombres que soliera estar acostándose con mujeres y dejando hijos regados.

-Entonces, tú fingirás ser el hermano de ella- se dirigió a Allen que se había calmado y estaba sentado al lado de Isabela.

-Puedo hacerlo- asintió con la cabeza.

-Allen es un niño con un coeficiente de 154. No cometerá errores- explicó Isabela con un brazo sobre los hombros de él de forma protectora.

Ante la mención de ello Giovani abrió ligeramente los ojos. Con razón le había dado esa respuesta antes.

-Me imagino que debes haber saltado grados con tu inteligencia.

Allen miró a Isabela primero antes de responder.

-Para aumentar grados tendría que cambiar de escuela, y otra escuela es más cara. Bela tendría que trabajar el doble.

Giovani miró a la mujer mas no dijo nada referente al tema, se imaginó que pagarle una escuela de más alto nivel no era algo que pudiera darse el lujo, en cambio se levantó.

-Me voy- se pasó la mano por el cabello corriéndolo hacia atrás. Lo que había venido a confirmar ya lo había hecho, lo demás... vendría con el tiempo. Dos meses podría parecer poco tiempo, pero mientras más estaba en esa habitación con la mujer, más interesante le parecía. Quizás fueran los dos meses más entretenidos de su vida.

Isabela le hizo seña a Allen para que se quedara sentado. Estaba aliviada de no recibir más preguntas por parte de su jefe y lo siguió hasta la puerta. Este se giró antes de abrirla

-Recoge las cosas lo antes posible, se moverán mañana para mi mansión. Solo toma lo necesario, lo demás está allá, no debes tener mucho que guardar por lo que no necesitas tanto tiempo- le dijo por encima del hombro- Y segundo, pide el traslado de Allen para la escuela que te mandaré más tarde en un mensaje.

Isabela se detuvo en seco.

-¿Qué?

Giovani se giró y dio un paso hacia ella casi pegando su cuerpo al de ella y bajó su rostro.

-Si mi familia se entera del niño al menos tiene que estar en una escuela de alto nivel para que no digan nada respecto al tema. Y vivirán en mi mansión para acallar cualquier rumor.

Isabela alzó la cabeza y fue a dar un paso atrás, pero él le agarró de la mano y se inclinó aún más hasta que sus labios estuvieron cerca de la oreja de ella.

- No tengo intenciones de perder mi imperio por lo que tomaré las medidas que crea necesarias. Incluso si tengo que descubrir tus secretos.

Isabela se quedó quieta, pero en vez de acobardarse por el tono usado por él, se mantuvo firme y relajó una falsa sonrisa, esa era su mejor arma.

-Puede intentar descubrir lo que desee, no creo que encuentre mucho- ella se susurró- Y no creo tener que decirle que ya debe 300 dólares. Me agarró de la mano.

Giovani se enderezó y sus ojos se enfocaron en el rostro de la mujer.

-Eres realmente difícil de tratar. ¿Lo sabías?

-Lo sé- fue lo último que afirmó ella antes de ser soltada.

El hombre no dijo más y sacó su billetera del pantalón. Tres billetes de 100 dólares fueron depositados en la mano de la mujer y después salió del apartamento. Cuando la puerta se cerró Isabela solo pudo desmoronarse en el suelo con el corazón latiendo a mil por los nervios, apretado el dinero en sus manos, y con una fragancia de colonia cara que se negaba a dejarla.

Si, ella sería difícil de tratar, pero su futuro esposo... no se quedaba detrás.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora