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Isabela se preguntaba cómo había pasado de solo querer saber cómo estaba Giovani la noche anterior, a dormir con él y ahora estar... sin ropa debajo de él y jadeando después de que hubiera hecho que se corriera simplemente rozándose entre sus muslos, como habían hecho aquella noche en la casa de sus suegros. Su brazo cubría sus ojos e intentaba llevar aire a sus pulmones.

Como que Giovani enfermo era más peligroso que estando completamente sano. La fiebre se le había transformado en calentura y como siempre ella terminaba estando en el lugar indicado en el momento indicado, pensaba con ironía.

Sintió como sus piernas fueron soltadas que cayeron en la cama a cada lado del cuerpo del hombre y como este se inclinaba sobre ella lamiendo su cuello. Isabela puso sus manos sobre su pecho y lo empujó un poco para que no lo hiciera y soltó un quejido. Ella temblaba de pies a cabeza y aún estaba muy sensible por lo que la tocara ahora era complicado de procesar.

Giovani por suerte entendió su reacción no como un rechazo y se dejó caer de lado soltando un suspiro de satisfacción. Incluso después de haber sudado creía que su fiebre había bajado y hasta se sentía mejor.

-¿Tienes que ir al trabajo?- le preguntó él mirando hacia el techo.

-Claro que debo, tengo mucho que hacer... gracias a cierta persona- hablaba un poco atropellado.

Giovani frunció un poco su ceño.

-No me imaginé que cuando te pedí eso pusiera tanto peso encima de ti.

-Bueno, cada uno tiene su trabajo, el tuyo es dirigir la empresa, la mía que las cuentas estén limpias y tu maldita empresa es lo suficientemente grande y tiene millones de datos que tengo que analizar y dejarlos listos.

Él se alzó sobre uno de sus brazos.

-Puedo darte más tiempo para ello.

Isabela negó encontrándose con su mirada.

-Ya bastante que soy tu esposa, no quiero que digan que tengo muchos privilegios por serlo cuando realmente el puesto al inicio me lo diste por mis capacidades. Puede que ahora no sea un escándalo, pero después sí. La envidia está en todos lados.

Su comentario hizo que el rostro de Giovani se ensombreciera.

-Puedo despedir a quien hable mal de ti.

Isabela alzó la mano y le cubrió la boca rápidamente,

-No puedes estar botando gente a diestra y siniestra. Además, cuando hay un chisme todo el mundo habla de eso, acaso dejarás tu empresa vacía.

-No tienen derecho a hablar mal de mi esposa.

Tras el comentario de él que sonó bastante serio el corazón de Isabela palpitó, pero de forma diferente. Tanto que sus mejillas se pusieron rojas y se sentó de golpe en la cama cubriéndose rápido con la sábana tapando el desastre de su cuerpo.

-Creo... que es mejor que me vaya a lavar que tengo que despertar a Allen.

Y rápidamente bajó de la cama sin darle tiempo al hombre a que la detuviese y prácticamente salió huyendo de allí.

Giovani se quedó con la mano extendida que había intentado agarrarle el brazo y se dejó caer en la cama soltando un sonoro suspiro.

-Esta mujer es más dura de convencer que al empresario más terco. Que tanto le cuesta aceptarme de una puta vez- soltó él con los dientes apretados.

Pasar la noche con Isabela cuidándolo había sido lo más reconfortante del mundo y más despertar con ella a su lado. Si a eso se le sumaba el casi sexo mañanero que habían tenido no se podía quejar. Eso solo reafirmaba lo que tenía en su mente. Quizás podría extender más el contrato para que fuera su esposa por más dinero o buscar otra excusa para no romperlo, pero de que quería que Isabela se quedara más tiempo en aquella casa y sobre todo con él, era un hecho, y no solo ella. Allen era un niño interesante que hacía que sus días aburridos fueran más entretenidos.

***

Isabela supo que Giovani al final no había asistido a trabajar y que, aunque había llamado a Kamil y este le había informado que su fiebre había bajado necesitaba al menos ese día para recuperarse por completo.

-Bela, estás muy pensativa- Allen le dio una mordida a la hamburguesa en su plato.

Esa tarde después de salir habían pasado por una cafetería que habían inaugurado cerca de la escuela de Allen y él quería asistir.

-Yo... tengo muchas cosas en la cabeza- ella apenas se había comida la mitad de la suya. Entre los dos había dos contenedores con dos más, una para Giovani y otra para Kamil.

-Entre todas esas cosas yo creo que parte tiene que ver con tu Sugar Daddy ¿qué? ¿Ya te flechó?

El comentario hizo que Isabela se pusiese roja y se revolviera el cabello, un poco incómoda. Allen dejó de comer.

-Wao, acepté. Bela tú nunca eres tan expresiva con los temas, pero si vieras tu cara ahora, te morirías de la vergüenza.

-¿Qué tiene mi cara?- ella se llevó las manos al rostro.

-Estás más roja que este tomate- señaló el de la hamburguesa- Te enamoraste de Giovani- fue directo.

Isabela se quedó mirándolo y apretó los labios.

-No sé... si estoy enamorada de él, pero últimamente me late mucho el corazón cuando él me suele decir determinadas cosas o cuando... ah estoy hablando con un niño de 10 años- se recordó ella dado que los momentos donde más le ocurrían esos episodios era cuando Giovani solía estar cerca de ella, muy cerca.

-Yo a ustedes dos los veo como tórtolos desde hace rato. No entiendo porque no acaban de salir como novios si ya están casados- Allen comenzó a comer de nuevo- Además mira las ventajas que tendrías de tener un novio rico y si te aburres de él, le exprimes plata antes y después lo botas como perra empoderada que eres.

La boca de Isabela se quedó abierta tras las frases icónicas de su hijo y se recordó que la mentalidad de él era mucho más avanzada a la de su edad.

-Creo que voy a tener que ir a la escuela a ver de dónde sacas esas cosas.

-Bueno, hazlo, pero primero acepta a Giovani como novio oficial. Creo que es lo único que les falta que ustedes hasta se besan. Quienes dicen no ser nada y se besan.

El sonrojo de Isabela aumentó y se puso aún más nerviosa cuando imaginó como podía ser el escenario de ella proponiendo salir con Giovani. No creía que ella lo pudiera hacer, pero si ceder cuando el Ceo fuera más... romántico de lo habitual y lo estaba haciendo mucho últimamente.

Y así volvieron a la casa para Isabela encontrar estacionado un auto que le pareció familiar, en la entrada de la mansión. Acaso eran ideas suyas. Dejó a Allen en el patio que fue directo a donde estaba Kiki que lo estaba esperando. Estaba seguro que si se mudaban a la nueva casa Allen se robaba el perro con él y después daba uno de sus tantos discursos para convencer a Giovani de que ya estaba en esa casa no se iba.

Sin embargo, sus pensamientos no estaban tan ubicados en eso. Al entrar encontró a Rafael tenso en el lobby.

-Buenas tardes- dijo ella dándole la bolsa- Es para Kamil y Giovani, si pudieran calentárselas.

Rafael asintió, pero no se movió del lugar. Isabela se olió que algo no estaba del todo bien.

-¿Qué ocurre? Acaso tiene algo que ver con el auto que está allá afuera- inclinó la cabeza sin rastro de sonrisa en su rostro.

Rafael tragó en seco.

-Por favor no se moleste.

Isabela pestañeó.

-La verdad no tengo por qué hacerlo si es una visita para Giovani. Yo no soy la dueña y señora de este lugar- dijo lo más lógico, pero eso no calmó al mayordomo.

-Quien vino a ver al señor Giovani fue... su ex pareja, Samantha.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora