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En otro momento y bajo otras circunstancias Giovani estaría realmente feliz que la mujer en sus brazos lo estuviera besando. Sin embargo, esta vez no. La razón muy fácil y no había que tener dos dedos de frente para saberlo.

Isabela no lo estaba besando porque lo quisiese o lo deseara. Ella lo estaba besando para que no preguntara más del tema. Sabía lo que le provocaba a su cuerpo las reacciones de ella, así que lo estaba usando como arma contra él y eso hizo que Giovani frunciera el ceño en vez de disfrutar el beso como le hubiera gustado.

Y al final terminó mordiéndole el labio sin darse cuenta que uno de sus colmillos rompió ligeramente el inferior. Isabela se apartó de golpe cubriéndose la boca con una mano y con la mirada desenfocada. Al menos había dejado de temblar debido al susto, pero ahora parecía conmocionada con algo.

Isabela había sentido el dolor en su labio antes de separarse y por el sabor metálico que le llegó a su paladar cuando pasó la lengua por la piel herida supo que estaba sangrando. Quizás no sería mucho para algunas personas, de seguro la mayoría no sangraría, pero en su caso eso era un problema.

El sonrojo que antes tenía en su rostro al ser consciente de que había besado a Giovani, ahora había sido reemplazado por palidez.

-No te mordí tan duro- le dijo él con voz plana. Estaba molesto porque ella no lo tomaba en cuenta para nada. El beso de antes era el que principalmente lo tenía irritado y como había jugado en su contra. Pero se quedó helado cuando por debajo de la mano de ella y corriendo por la barbilla había un delgado hilo de sangre, muy fino pero constante.

Agarró la muñeca de la mujer para apartarla, pero ella hizo fuerza.

-Isabela déjame ver- tampoco era su intención hacerle daño.

-No es nada- dijo ella intentando alejarse de él.

Giovani la ignoró y tiró un poco más fuerte hasta alejar la mano y encontrar que el labio de ella tenía una ínfima herida pero que sangraba anormalmente.

-¿por qué sangra tanto?- él dijo ya moviéndose para llevarla a la escalera para salir de la piscina.

Isabela no respondió y se dejó llevar. Subió las escaleras lo más rápido que pudo e iba a volver a la habitación rápido, pero Giovani la agarró de la muñeca y la llevó directo a la tumbona. La sentó, agarró una de las toallas y la puso sobre el labio de ella. Al momento la tela comenzó a mancharse de sangre.

-No te mordí tan duro, no es una herida tan grande ¿por qué sangra tanto?- volvía a repetir.

Isabela podía ver que el Ceo parecía bastante alterado. Completamente diferente de siempre. Era una imagen que no se vería todos los días.

-Es algo normal- ella dijo con algo de dificultad ya que él tenía su boca presionada con la toalla.

El ceño de Giovani se frunció.

-No es normal sangrar de esa forma.

Isabela sustituyó las manos de él con las suyas y se corrió hacia atrás, aun haciendo presión.

-Parará en unos minutos- y eso esperaba. La herida era bastante pequeña así que no debía ser mayor problema. El problema era Giovani que nada parecía hacerle entender.

Y buen susto se llevó cuando él se inclinó rápidamente hacia ella. Isabela por reflejo se dejó caer hacia atrás terminando acostada sobre la tumbona, las manos de Giovani se posaron con fuerza a cada lado de la cabeza de ella. Los ojos azules de él estaban destellantes.

-¿Por qué demonios me sigues mintiendo?- explotó de una vez- Acaso no puedes confiar en mí y decirme las cosas.

Isabela estaba estupefactas. Escucharlo gritar no era algo normal. Se notaba frustrado... y la razón era ella.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora