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El corazón de Isabela latió fuertemente en su pecho ante la mención de las personas que estaban en la puerta y más por la forma en que se había proyectado la persona que más esperaba. Giovani... había venido por ellos. Sus ojos picaron y lágrimas corrieron por sus ojos por el mar de emociones, porque sabía que algo en su interior se había roto.

Esa barrera que desde hacía muchos años había levantado.

De igual forma el miedo pronto se adueñó de ella al recordar la escena de aquella persona muriendo delante de sí. Pensar que Giovani pasaría por lo mismo... comenzó a temblar. Más no pudo pensar en mucho pues su boca fue cubierta y alzada.

-Llévenlos a aquella habitación rápido y que no hagan ningún ruido- ordenó Cristina mortalmente tensa.

Isabela fue arrastrada y aunque puso resistencia su cuerpo no estaba en mejor estado. Allen era un mar de llanto y miraba por encima de su hombro intentando hacer contacto visual con ella. Estaba aterrado.

Fueron arrastrado hasta una habitación y lanzados dentro. Apenas había luz, solo la que provenía de los cristales superiores de las ventanas. Samuel se quedó junto con ellos sacando una pistola y apuntándoles.

-Una palabra o se mueven y les vuelo la cabeza- dijo con los dientes apretados.

Isabela estaba unos metros de Allen que sollozaba casi en silencio. Ella quería abrazarlo y darle apoyo, consolarlo, porque era un niño asustado, todo lo maduro de mente que quisiese ser, pero un niño después de todo amenazado por su propia familia, pero temía que no saliera bien. Su cuerpo estaba tan tenso que le dolía, la herida en su costado ya latía haciéndole recordar el suceso en la empresa y tenía el cuerpo empapado en sudor. La situación era realmente estresante.

Ella comenzó a mirar por el rabillo del ojo para ver si podía encontrar algo. No podía quedarse simplemente así, porque saliendo de allí lo más seguro es que fuera forzada a firmar la sesión de la custodia. Y eso sería lo último que ella hiciese. Por lo que comenzó a mover todas sus neuronas. Por suerte aquel cuarto tenía algunas cosas... que podrían ser útiles, solo debía esperar el momento justo.

Fue entonces que escuchó del otro lado de la puerta movimiento y sonidos de pasos. Poco después unas voces hasta que resaltó la única que le interesaba escuchar. Su pecho se apretó y tuvo que tensar los labios para evitar las ganas de llamarlo, de avisarle que estaban allí, tan cerca de él. Sin embargo, no podía ser estúpida, poner la vida de su hijo no estaba dentro del juego.

Afuera se estableció una conversación que de intensa tenía todo. Isabela sentía su corazón palpitar en su pecho con cada palabra que escuchaba y tragaba en seco. Aun así no bajó la guardia. Miraba fijamente a Samuel esperando alguna oportunidad, pero la conversación afuera se fue alargando y no parecía que fueran a llegar a un acuerdo hasta que todo se comenzó a complicar.

Incluso el mismo Samuel apartó la mirada de ellos y la fijó en la puerta frunciendo el ceño. Como no gustándole lo que estaba escuchando. Fue entonces que Isabela aprovechó el momento, necesitaba avisarle a Giovani lo cerca que estaban de él. Así que inclinándose a a un lado rápidamente y agarrando el trozo de tela vieja que estaba casi a un metro la lanzó levantando polvo en dirección a Samuel cayéndole sobre el rostro.

Y mientras el hombre se sacudía para quitárselo de arriba ella se lanzó sobre Allen cubriéndolo con su cuerpo y gritó.

-GIOVANIIIII-

Lo que pasó después realmente no lo supo, escuchó como una puerta era abierta, un grito, un estruendo, un disparo, pero ella solamente apretaba a Allen y el rostro de este contra su pecho. Su cuerpo temblando y las lágrimas corriendo por su rostro hasta que una mano se puso sobre su hombro.

Giovani se había levantado y junto con Kamil había corriendo en dirección a la puerta de donde había provenido la familiar voz de Isabela. Había pateado la puerta con tanta fuerza que el cerrojo de esta cedió. La escena que encontró adentro le hizo hervir la sangre y arremeter completamente contra el hombre que apuntaba a ciegas quitándose algo del rostro.

Giovani lo había golpeado en el rostro y este había disparado por el impacto, haciendo que la bala fuera hacia una pared. Kamil se había encargado de agarrarlo contra el suelo y mantenerlo allí mientras gritaba ya fuera Antony con sus hombres se había encargado de mantener a raya al resto del personal para que no intercediera.

Giovani se secó el sudor de la frente y caminó en dirección a la mujer que parecía un caparazón de protección temblante en el suelo. El alivio que él sintió aun viéndola en ese estado fue indescriptible.

Le tocó el hombro notando lo tensa que estaba ella.

-Bela- le habló y fue entonces que la mujer alzó la cabeza y lo miró por encima del hombro con los ojos empapados en lágrimas.

-Gio... Gio...va- tartamudeaba entre sollozos arrastrando a Allen con ella cuando se sentó. El niño también lloraba contra el pecho de ella.

-Ya todo pasó- los atrajo hacia él. Isabela se apretó contra Giovani llorando contra la curva de su cuello mientras Allen soltaba a Isabela y se pegaba a él.

Los dos eran un mar de llanto y el hombre solo podía apretarlos contra él intentando consolarlos y calmarlos. Se notaba que estaban sumamente asustados.

-No se preocupes, ya pasó todo, vamos a volver a casa- le besó la coronilla de la cabeza a Isabela y acarició la de Allen.

Ambos asintieron aun sin soltarlo por lo que el hombre no sabía cómo levantarse. Miró a Kamil que ya les había dejado a Samuel a uno de los hombres de Kamil y este se acercó a él.

-Déjeme ayudarlo- dijo cargando a Allen que rápidamente envolvió los brazos alrededor del hombre más grande. De esa forma Giovani pudo hacerlo con Isabela. El cuerpo de ella no parecía tener fuerza ni para levantarse.

-Volvamos- dijo Giovani dándose la vuelta y caminando en dirección a la salida mirando de reojo a la tensa familia a la que se le había descubierto la mentira- Bueno, al parecer Isabela apareció mágicamente en esta casa.

Cristina apretó los labios sin excusas para responder. Giovani tampoco quería escuchar estas.

-Esperen un acuerdo que se les enviará pronto. No quiero que ni mi esposa e hijo tengan más que ver con ustedes y menos estar en peligro por lo que mis abogados se pondrán en contacto con ustedes- les dijo dándole la espalda y saliendo con Isabela en sus brazos.

-Giovani- ella le preguntó con la voz muy suave y media ronca- ¿Qué es lo que harás?- el aliento de ella golpeaba el costado de su cuello.

-Bueno preciosa, les propondré algo que no podrán negarse. No quiero que ellos les pongan un dedo más encima y lo que ellos desean es dinero, no son tan diferentes de mi familia. Por lo que les voy a proponer la renuncia de Allen de su derecho de herencia a cambio de la mitad de la fortuna.

Isabela alzó la cabeza y lo miró.

-¿Estás seguro de hacer eso?-

Giovani le sonrió y la acomodó en sus brazos.

-Al final tú eres la que decides. Eres la madre de Allen. Es mi plan, pero si no quieres que lo lleve a cabo no lo haré.

Los ojos de Isabela brillaron.

-¿No me quitarás a Allen?- la voz de ella temblaba.

Giovani se detuvo y besó la mejilla de la mujer con cariño. Para después pegar su frente a la sien de ella.

-¿Por qué pensaste aunque sea por una vez que yo quisiera hacerte eso? Allen es tu hijo y aunque yo haya descubierto ahora que soy su padre, como le podría hacer eso. Más bien para ustedes dos tengo muchos mejores planes que implican que se quedan a mi lado... los dos.

Isabela apretó los labios y más que hablar volvió a apretar el cuello de él y esconder su rostro. No estaba en condiciones de pensar. Tampoco quería hacerlo. Solo quería quedarse allí entre los brazos de Giovani sobre todo porque estaba aliviada que él estuviera allí con ella y que su hijo estaba fuera de peligro.

Y debido a todo el estrés y el agotamiento perdió el conocimiento apenas entrando al auto aun sobre el regazo del Ceo.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora