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Lo primero que Isabela sintió sobre su piel fueron las manos calientes que tocaban en el medio de su columna. Por el reflejo pudo ver que los ojos azules del hombre se habían centrado en su espalda y ella tragó en seco. El rostro de él estaba sumamente serio y centrado, y ella no podía negarlo, Giovani era un hombre atractivo, con todos los rasgos bien ubicados en su rostro.

-Relájate, no te haré nada- le dijo él con voz grave,

-Créeme que si me dice eso lo menos que hago es relajarme. Además, no debería estar aquí dentro, es el vestidor para mujeres, si lo agarran aquí adentro...

-No me harán nada- él la interrumpió- es probable que despidan a una de las empleadas por estar difamando mi imagen, por lo que estoy seguro de que ninguna dirá nada.

Ella lo miró por encima del hombro con la boca abierta.

-¿En serio?

Él desvió su mirada de la espalda de ella para centrarse en el rostro asombrado de la mujer.

-En serio.

Los ojos de Isabela se abrieron más grande.

-No debería hacer que expulsen a una persona solo porque dijo algún comentario malo sobre su...-

-Ella estaba diciendo que te había golpeado, por eso tu espalda estaba así.

El rostro de Isabela entonces cambio.

-¿Qué demonios le pasa a esa mujer que dice lo que no debe?- pareció indignada y Giovani le gustó la reacción de ella y lo versátil que podía ser por momentos.

Levemente, sonrió y con un movimiento rápido le dio un beso en la mejilla que hizo que el rostro de ella se pusiera serio nuevamente y un sonrojo lo cubriera, él no supo de vergüenza o de indignación. Ella era una mujer totalmente impredecible.

-Shhhh. Quieta- le advirtió en caso de que hiciera un espectáculo.

El ceño de Isabela se frunció todavía intentando reaccionar. No se habían casado y ese hombre daba pasos en torno a ella cada vez más atrevidos. Pero además...

-No me diga Shhhh, no soy una mascota.

La leve sonrisa de Giovani no desapareció de su rostro.

-No dije eso, pero si lo fueras de seguro serías más obediente, así como Kiki.

Isabela abrió la boca nuevamente para protestar por la comparación que le había hecho el hombre, percatándose que la razón por la que estaban en esa situación era debido precisamente a Kiki. Giró la cabeza hacia adelante, apretando los labios. Ella era una mujer acostumbrada a poder defenderse sola, pero entablar una simple conversación con su jefe no era ni de lejos lo más fácil.

Al ver que ella se quedó nuevamente tranquila, él centró su atención en la espalda de ella. Esta vez sus dedos se fueron desplazando de hematoma a hematoma, sintiendo como ella temblaba ligeramente debajo de él. Y a pesar de que era una tentación seguir el camino de su columna hasta el borde casi rozando sus nalgas, sabía que eso sería terreno tan pantanoso que se hundiría completamente, sin embargo, mantener la mente fría era complicada, sobre todo cuando esos hermosos hoyuelos allí eran tentadores. Aun así...

-Esto no es algo que ocurra por tener una piel sensible- concluyó deteniendo el dedo sobre uno de ellos, degustando la forma en que la piel se hundía suavemente y la idea de inclinarse y besarlos pasó por su mente.

Isabela se tensó notoriamente y se mordió el labio inferior. Mira que él podía ser insistente.

-Vamos directo al hospital- él la fulminó con la mirada, inclinándose para agarrarle la mano, pero ella se giró rápidamente pegando su cuerpo al espejo, apretando la tela del vestido sobre sus senos.

-No. No es necesario.

Giovani la estudio por unos segundos muy cortos. El lenguaje corporal de ella le decía que exactamente no quería ir a ese lugar, entonces eso significaba que precisamente había algo, no tener una piel sensible como ella decía. Y a él no le gustaba tener dudas sobre algo y menos con ella que solía esconder tantas cosas.

-No me fuerces a cargarte sobre el hombro y llevarte de esa forma.

-No lo haría.

-Oh, si Isabela, puedo hacer eso y más cuando deseo saber algo.

Ella resopló.

-Se puede saber cuál es el interés que tiene. No es nada. De verdad. Ahora déjeme cambiarme. Ya me vio en el vestido. Así que si quiere comprarlo ya sabe que me queda bien.

-Isabela- Giovani se llenaba de paciencia con ella.

Ella intentó retroceder un poco más, pero el espejo no la dejó.

-No use ese tono conmigo, no voy a ceder.

Y dado que ella estaba tan férreamente negada, quizás él tendría que usar su mayor estrategia, así que...

-Está bien... pero a cambio entonces un beso. Si me lo da desisto de la idea de llevarte al hospital.

Isabela abrió la boca indignada, sin embargo, si él quería negociar que así fuera.

-Son 5 000 dólares- ella le recordó.

Giovani alzó una ceja.

-Tú eres la que no quiere ir al hospital, me parece que el que saldrá perdiendo por cualquier lado seré yo y yo nunca pierdo.

-10 000- ella aumentó la parada relajando su cuerpo para mostrar que no la intimidaba a pesar de que estaba lo suficientemente incómoda.

Giovani recargó su peso en otra de sus piernas y sacó el celular.

-Puedes ser muy buena negociante, quizás mejor de lo que imaginé.

Isabela lo vio mover su dedo encima de la pantalla de este aun sin creérselo. Le había dicho esa cifra para que él desistiera de una vez por toda. Acaso ese hombre tenía una cuenta ilimitada de dinero y recordó haber visto a Kamil sacar una tarjeta negra. Oh, si, su cuenta era ilimitada. Maldición.

Pero el sonido de la notificación del celular de él la trajo de nuevo a la realidad.

-7 000 dólares enviados a tu cuenta, después de todo, es a cambio de que no te lleva al hospital. Él lo guardó y la miró, relamiéndose ligeramente los labios- Entonces, ahora toca mi parte. Aunque- caminó rápido pegando su cuerpo al de ella y bajando su rostro hasta que Isabela pudo sentir su respiración en su mejilla- Por ahora te salvaste dado que realmente quiero darte un beso, pero este truco no te funcionará siempre. Te llevaré al hospital y sabré de tus misterios, aunque sea amarrada, zorrilla mentirosa.

La voz de él sonó zalamera antes de pegar sus labios contra los de ella sin darle oportunidad de poder escapar, rodeando su cintura con su brazo y disfrutando del sabor de ella. Ese que no se equivocaba, le iba a ser adictivo.


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Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora