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Escuchar a Giovani reírse de esa forma fue una total sorpresa para los presentes, incluso para Kamil que llegaba con el chofer desde la entrada. Su mirada recayó en su amigo que normalmente no se reía de esa forma, pero que comprendía al ver una mata de pelo rojo debajo de una mata de pelo dorado.

-Kiki- Kamil simplemente lo llamó y el perro levantó la cabeza y corrió para arriba de él dejando libre a la mujer que se quedó tirada en el suelo, aun procesando lo que acababa de pasar. Típico de alguien que no estaba adaptada a lidiar con perros y menos con uno tan grande y con sobrepeso como era un Golden retriever.

-Bela- Allen que mostraba una sonrisa en su rostro se arrodilló al lado de ella- ¿Estás bien?

Isabela alzó una ceja mirando al niño e hizo una mueca.

-Acabo de ser atropellada por un perro que casi pesa lo mismo que yo, créeme que puedo estar mejor - ella protestó, pero no precisamente molesta, ver una sonrisa en Allen era algo que no se podía disfrutar todos los días.

Y lo otro... ella aún estaba algo sorprendida por el cambio en el rostro del hombre frente a ella. Dado que estaba acostumbrada a su rostro siempre serio o ausente de emociones, esto era algo completamente nuevo que la agarró desprevenida.

-Ven- y fue la mano de él apareció dentro de su rango de visión.

Desde aquello posición, el dorado del sol acariciaba el cabello húmedo y alborotado de él, ahora sin estar peinado notándose más largo en la zona de adelante, y el azul de sus ojos era tan cristalino que parecían gotas de agua y ella pudo jurar que brillaban. Inconscientemente, un sonrojo apareció en el rostro de Isabela. Era consciente que Giovani no estaba para nada mal, tanto en rostro como en cuerpo trabajado, sin embargo, reconocerlo la llenó de vergüenza. Ella debía estar pensando en otras cosas, no admirando al hombre con el que había firmado un contrato donde el sexo no estaba de por medio.

Ella agarró y mano y permitió que él la ayudara a levantarse encontrando que su ropa ahora era un desastre. Su juego de saya y chaqueta azul marino ahora tenía toda la parte de atrás llena de gravilla blanca que manchaba la tela y por delante los miles de pelos dorados del pelo hacían casi de decoración.

Giovani alzó una ceja y ella lo encontró repasándola de arriba abajo.

-¿Qué?- ella retrocedió un paso, aun no estaba del todo recuperada de la imagen que le había latir su corazón, inmune al amor como ella decía.

Él Ceo no le respondió. Se llevó la mano a la barbilla y la masajeó repasando el cuerpo de ella y después el de Allen. Después se giró hacia Kamil que sostenía las dos patas delanteras del perro que quería lamerle el rostro.

-Encárgate del niño por un momento.

Acto seguido dio un paso hacia Isabela y se agachó delante de ella. Lo próximo que se escuchó fue el grito de la mujer al ser alzada sobre el hombro de este.

-Bájame, Giovani, bájame- ella se sacudía peligrosamente hasta que él le agarró las piernas.

-vamos a cambiarte de ropa- le dijo él comenzando a caminar hacia el interior de la mansión nuevamente. Aun así, las protestas de la mujer no cesaron.

Allen se quedó mirando la descabellada escena delante de él, viendo como su madre era llevaba de aquella forma por aquel hombre. Se acercó a Kamil y le jaló por la manga.

-¿Qué le va a hacer a Bela?- preguntó en un tono serio.

Kamil bajó al perro que se puso a dar vueltas alrededor del niño, oliéndolo y lamiendo sus mejillas. La mano del guardaespaldas acarició el cabello del menor.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora