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Isabela había escuchado por parte de Rafael que cuando Giovani estaba de mal genio era mejor no contrariarlo. Era un hombre impredecible con sus acciones y más en ese estado. Por lo que a pesar que deseaba subir a ver a su hijo y descansar de una vez por todas se quedó quieta sintiendo como la mano de este la apretaba.

Rafael, por su parte, dejó las cosas que estaba haciendo y fue a buscar la bandeja desapareciendo de allí lo antes posible y dejando a las dos personas en una densa atmósfera. Los dedos de Giovani lentamente comenzaron a soltar la muñeca de la mujer para quedarse acariciando donde ahora había un claro hematoma. Los ojos de él se fijaron en esa zona repasándola con la uña como en una caricia curiosa. Isabela no sabía si moverse o no. No deseaba provocarlo.

-Tienes facilidad para tener heridas y moretones- él recargó su rostro en su mano sin dejar de observar la marca que cada vez se ponía más roja- ¿Tienes alguna condición médica?

Isabela se tensó y quitó la mano escondiéndola detrás de ella. Negó con la cabeza.

-Mi piel es muy blanca y sensible, ya le había comentado- le recordó.

Giovani entrecerró los ojos en dirección a ella y simplemente obvió el tema.

-Sirve la cena y acompáñame- le sonrió levemente- Tengo algunas preguntas que hacerte. Quiero conocer con quien me voy a casar y no me salgas con lo del contrato, sé bien que puedo preguntar y que no.

-No soy una sirvienta de su mansión- sin embargo, ella no replicó en cuanto las preguntas, sabía que tarde o temprano irían.

Él inclinó la cabeza.

-Lo sé. Eres mi futura esposa.

Isabela no mostró expresión en su rostro, pero una gota de sudor recorrió su sien. Sabía que tendría que inventar algunas respuestas por no decir muchas.

***

Giovani miraba el cuerpo de la mujer que se movía de un lado a otro. Rafael había sacado bastantes platillos dado que a él le gustaba comer poco de todo, pero variado. Y ahí tenía a Isabela calentando los al menos 10 pozuelos en el microondas y sirviéndolos después en platos.

En una de esas ella se quedó mirando encima de la meseta sin encontrar donde servir el último. Alzó la cabeza y en una de las repisas superiores había un juego de tazones. Alzó la mano, aunque no alcanzó, incluso se puso en puntillas y volvió a intentar recostando la parte de adelante de la cadera en la meseta, mas fue en vano. Entonces una bruma de calor se detuvo a su espalda pegándose a su cuerpo y un brazo más largo pasó por al lado del suyo y una mano masculina agarró el tazón, dándoselo.

El corazón de Isabela saltó al sentir detrás de ella todo el cuerpo de Giovani presionándose sin reparo, sobre todo la parte inferior. Pudo jurar que había algo presionando contra su trasero y no era precisamente pequeño. No se atrevió a moverse y se limitó a tragar en seco. Sin embargo, el hombre no se movió hasta pasado unos largos y tortuosos segundos poniéndose a su lado y agarrando dos platos para llevarlos a la isla. Como si nada hubiera pasado.

Isabela se estabilizó y apretó sus manos en la meseta. Respiró profundo sofocando el leve sonrojo que quería salir en su rostro. Acaso ese hombre tenía planes de acosarla.

-¿Hace esto con todas las mujeres?- ella soltó sin girarse hacia él.

-¿Qué cosa? Ayudarla cuando necesita ayuda. Sí, soy un caballero- Giovani ya se había vuelto a sentar llevando un camarón picante a su boca.

Isabela lo miró por encima de su hombro. Este hombre tenía respuesta para todo. Frunció el ceño en dirección a él y al final se rindió. Se sentaría, comería, contaría una buena historia y después a dormir que era lo que más necesitaba. Por lo que terminó de poner los platos y se sentó frente a él, con un tenedor, aunque no con intenciones de comer. Solo que después de tener la mirada de Giovani fija en ella no podía quedarse quieta en el lugar y terminó picando de un lado y de otro.

-Bueno...- Giovani comenzó a hablar después de unos bocados- ¿Por qué no me cuentas algo de ti?- preguntó estirando sus piernas y rozando las de ella. Al sentir que ella quería retroceder agarró una entre las suyas y cantó victoria al ella quedarse quieta

Isabela alzó la cabeza con ligero disgusto planteando en su rostro. Y el Ceo sonrió triunfante, su humor definitivamente estaba mejorando junto a la mujer.

-¿Qué quiere saber?- era mejor no provocarlo

Él se quedó un poco pensativo.

-¿Cómo Allen llegó a tu vida?- la mano de Isabela se quedó quieta de momento. Otra vez iba con la pregunta, le interesa mucho el niño para no gustarle- No es tu hijo.

-Allen si es mi hijo, quizás no biológico. La compañera de piso con quien vivía salió embarazada muy joven. Ella había huido de su casa y solía a fiesta algunas noches, era alguien de mente muy abierta y le gustaba disfrutar la vida. Para cuando se enteró que estaba embarazada ya no podía hacer un aborto y tampoco tenía dinero para ello así que lo tuvo- Isabela explicó, sino lo hacía lo más seguro era que siguiera insistiendo.

-¿Y?- Giovani parecía interesado.

Isabela suspiró.

-Tuvo a Allen, lo cuidamos entre las dos. Ella falleció cuando él tenía cuatro años y yo lo adopté. Tenía la edad legal para eso cuando ocurrió el accidente.

-¿La familia de ella no reclamó por el niño?

El cuerpo de Isabela se tensó ante la pregunta y apretó los labios.

-Haga otra pregunta.

El hombre no tenía intenciones de cambiar las tornas del juego.

-Si reaccionas así es porque algo bueno no viene de esa familia- él era un hombre muy perceptivo.

-La familia de ella tiene mucho poder, pero no querían un hijo bastardo en la familia.

-¿Y por qué cambias de casa con tanta frecuencia? Acaso ellos están detrás de ustedes- insistió.

Isabela dejó el tenedor sobre la mesa.

-Si sabe tanto no creo que me tenga que estar preguntando. Me imagino que ya averiguó bastante sobre nosotros.

Giovani masticó otro alimento y lo tragó antes de responder.

-Solo sé lo básico de mis trabajadores, en tu caso un poco más dado que me interesé en ti.

Isabela no se sentía tan cómoda como debía, incluso la comida le era difícil tragarla, sentía que los ojos del hombre veían a través de ella.

-Sabe que tengo mi carácter y discutía constantemente con los jefes, me despedían y al cambiar de trabajo buscaba un nuevo alquiler que pudiera pagar. Así de simple.

La ceja de Giovani se alzó, su pierna sobando la de ella debajo de la mesa, aunque la aferraba para no dejarla escapar.

-Te gusta mentir mucho, pero soy bueno descubriéndolas.

Ante eso la expresión de Isabela cambio a una complicada.

-Si ese es el caso use sus dotes para que descubra que es verdad y mentira- le sonrió.

El Ceo no volvió a insistir en el asunto, era la segunda vez que preguntaba por ello y no obtenía respuestas y él... no era de rogar. Entonces cambio de tema.

-¿Tus padres?-

Isabela tragó lo que tenía en la boca y no respondió.

-Cariño, si mi familia pregunta cuando nos reunamos al menos tengo que saber lo mínimo básico de ti sino sabrán que es más fachada que teatro. Y créeme que estarán muy interesados en ti.

-¿Y eso por qué?

-¿Por qué crees que te escogí? No solo por tu virginidad. Serás capaz de soportar la presión con la que tendrás que tratar.

Como estafar al Ceo siendo virgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora